Conseguir los papeles que otorgan la propiedad de los lotes agrícolas por parte de los campesinos que labran la tierra para producir alimentos ha sido durante décadas una de las grandes dificultades del país. Miles de productores del campo trabajaban parcelas que no eran suyas y que no podían utilizar para hacer transacciones económicas en el sistema financiero.
A lo largo de los años se crearon numerosas colonias campesinas para instalar en predios vacíos a nuevos propietarios que se encargaran de cultivarlos y darles mayor valor económico. Se loteaban los grandes predios para entregar cada vez más parcelas cultivables que los hombres del campo convertían rápidamente en prósperas chacras que les daba vida económica a las familias. Mandioca, maíz y otros productos comestibles eran los primeros cultivos que sembraban los productores a los que se añadían los productos para la renta como algodón, soja, tabaco, caña dulce y otros. Y así lo que eran selvas sin mayor utilidad aparente al poco tiempo se convertían en tierras cultivadas con gran valor económico y comercial. De ese modo millares de hectáreas inexplotadas se transformaban por el milagro del trabajo en prósperas parcelas.
Pero la mayor parte de esos lotes de decenas de colonias agrícolas no tenían documentación jurídica adecuada y los campesinos que los habitaban no eran los propietarios legales. Eran meros ocupantes que podrían ser desalojados al no poder demostrar jurídicamente que las tierras les pertenecían. Tampoco podían utilizarlas como garantía para realizar préstamos o transacciones comerciales de crédito. En términos legales, vivían y trabajaban en una tierra que no les pertenecía a ellos, sino al Estado u otro dueño.
Esa lamentable situación se debía a que los organismos estatales no eran capaces de entregar los títulos de propiedad en plazos razonables cobrando a los campesinos lo pactado. El resultado era que miles de productores que trabajaban y moraban en tierras jurídicamente ajenas no podían hacer operaciones monetarias de ninguna laya con ningún tipo de entidad que requiriera los papeles legales. Y seguían en la pobreza sin poder avanzar económicamente. Aunque tenían el respaldo económico de su abundante producción. Esa lamentable y hasta vergonzosa situación está terminando con el gobierno del presidente Santiago Peña, que es la administración estatal que mayor cantidad de títulos de propiedad está entregando a los campesinos. Hasta mayo último, ya había proporcionado 9.000 escrituras a la gente del campo que a partir de entonces se transformó en propietario, con todo lo que ello implica desde el punto de vista legal y las posibilidades de hacer negocio. A esta altura del año ya se está llegando a 10.000 nuevos propietarios transformando de manera espectacular la situación campesina.
Como explicó recientemente el titular del Indert, Francisco Ruiz Díaz, en un acto en Misiones, con una inversión de entre 12 millones a 14 millones de guaraníes pagados por el valor de los lotes de 20 hectárea y recibiendo los títulos, las propiedades pasaron a costar entre 570 millones a 600 millones de guaraníes, teniendo en cuenta el valor de mercado en esa zona geográfica. Con dicha operación las mencionadas parcelas aumentaron su valor en más de 4.100 por ciento.
Con esta nueva realidad, los propietarios están en condiciones de garantizar la obtención de un préstamo o cualquier tipo de crédito para invertir en productividad, en infraestructura que les permitirá ser mucho más competitivos y solventes, según la opinión del funcionario. Comentó que todas estas condiciones contribuyen para que haya arraigo campesino, cosa que ayuda a mejorar la calidad de vida de la población rural.
La escrituración de los lotes agrícolas y la entrega a los campesinos de miles de títulos de propiedad por el Gobierno tienen un valor excepcional que puede cambiar de manera extraordinaria la economía rural. Si se tiene en cuenta que esta administración quiere proporcionar 50.000 títulos en su gobierno, se producirá una transformación espectacular que mejorará la producción de la riqueza en cantidad y calidad de manera notable. Pues la inclusión financiera impulsará con mucha fuerza el crecimiento.
Teniendo en cuenta todo esto, se puede afirmar que el trabajo que realiza el Indert, como organismo del Gobierno, dejará huellas imborrables en la vida del país y de muchos paraguayos. Porque de simples ocupantes ilegales de tierras estos ciudadanos se están convirtiendo en prósperos propietarios.