Los casos de violencia contra las mujeres están aumentando y la cantidad que han alcanzado los feminicidios y agresiones bru­tales contra las madres, hijas y parientes del sexo femenino está llegando a niveles nunca antes visto. Esta horrible epidemia, en muchos casos mortal, ataca sin com­pasión a las personas del sexo femenino.

No se salvan de la tragedia ni siquiera las niñas de corta edad ni las ancianas que bordean la cercanía de su partida. Algu­nos casos conocidos muestran particular ensañamiento hacia las personas adultas, que viven en parejas, son madres, casadas o solteras, muchas de quienes engrosan la macabra estadística de muertes y de salva­jes ataques a balazos, cuchilladas y golpes.

No se recuerda que ni en los momentos más horrorosos de nuestra historia, cuando las leyes no existían, las religiones y sus men­sajes no llegaban, haya sido tan terrible el ataque hacia la mitad de la población que está constituida por las féminas, como ocu­rre ahora. Las estadísticas que se mane­jan indican que la violencia anti femenina ha aumentado y que los casos extremos se están dando con más frecuencia.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

En los últimos días el país se ha visto sor­prendido por numerosos casos de femi­nicidios producidos en medio de altísima brutalidad. De manera especial por lo ocu­rrido recientemente en Capiatá, donde un hombre de 23 años segó la vida de su pareja de 36 años, la hija de ésta, de 12 años y una anciana de 80, de manera simultánea, en un rapto de comportamiento muy vio­lento, difícil de entender en un ser racio­nal. Después del hecho reconoció públi­camente la autoría del crimen y pidió disculpas públicamente cuando estuvo en la Fiscalía que lo interrogó sobre el tema. Se estima que había actuado bajo los efec­tos de algunas drogas prohibidas.

La extrema violencia y espectacularidad del hecho logró que reaccionaran diversas entidades estatales y sociales para repu­diar lo ocurrido y llamar a la cordura en el comportamiento de la gente. La mujer es una parte fundamental de la sociedad que no se puede descuidar y menos destruir.

Sin ella ningún ser humano puede nacer a la vida. Por eso la sociedad paraguaya tiene que tomar en serio esta dolencia social y actuar con seriedad. El Ministerio de la Mujer dio a conocer un comunicado en que denuncia la violencia contra las mujeres, la condena categóricamente y pide una acti­tud positiva a la sociedad. Señala el docu­mento que la violencia representa no solo “una tragedia inmensa para las familias, sino también una violación flagrante de los derechos humanos fundamentales que todas las mujeres merecen”.

“Hacemos un llamado urgente a toda la sociedad a no permanecer en silencio. La violencia contra las mujeres no es un asunto privado, es un problema público, estructural y de derechos humanos, es un crimen que no conoce de fronteras y que está presente en todas las sociedades, cul­turas y clases sociales”, señala el docu­mento, que reafirma su compromiso con la protección y el respeto de los derechos humanos de las mujeres. “Es imperativo que trabajemos en conjunto para erradicar la violencia y promover una cultura de paz e igualdad”, resalta.

Los organismos estatales, las iglesias, las entidades sociales, empresariales, cul­turales, deportivas, así como las familias están obligados a tomar conciencia de la brutalidad contra las mujeres. Y deben actuar de manera más enérgica y efectiva en la educación formal e informal, en el comportamiento de la gente en los lugares públicos y privados, así como en el seno de las familias.

El Ministerio de la Mujer tiene que tra­bajar con más fuerza y decisión con el Ministerio de Educación y Ciencias, las universidades, las entidades deporti­vas para instalar la conciencia del res­peto femenino entre los niños y jóvenes.

Con el Ministerio del Interior, la Policía Nacional y otros organismos de la fuerza legal debe coordinar acciones de protec­ción efectiva con medidas bien concre­tas, como la vigilancia en las calles, en el transporte público, la supervisión de los encuentros sociales y deportivos.

Con las entidades religiosas y entes filantrópicos debe entrar en los hogares para difun­dir la enseñanza de la no violencia y la atención a la mujer. Hacer entender que la tolerancia, el respeto y el amor hacia ella son parte esencial de la convivencia humana.

Solo así se podrá lograr una sociedad pacífica, con comportamiento adecuado y convivencia civilizada.

Déjanos tus comentarios en Voiz