Las celebraciones de las fiestas patrias del 14 y 15 de mayo siempre tuvieron al pueblo como protagonista. Aun en los infaustos momentos de asonadas, cuartelazos y revoluciones, la ciudadanía paraguaya se ha situado en el centro de estas conmemoraciones.

Es más, hubo casos en que el gobierno de turno, agobiado por las interminables crisis políticas e imposibilitado de organizar un homenaje a los próceres de aquella gesta heroica, fue superado por el fervor popular de la gente que, por propia iniciativa, asumió la misión de honrar a aquellos hombres y mujeres que lanzaron el grito sagrado de la libertad.

Ocurrió en 1911, en el centenario de la independencia nacional, cuando el coronel Albino Jara, con fundamentación del doctor Manuel Domínguez, pretendió trasladar este trascendental acontecimiento histórico al 12 de octubre de 1913, alegando que en el congreso realizado en esa fecha en 1813 el “Paraguay se proclamó en República, adoptó nuestra bandera, creando el primer consulado y declarando resueltamente nuestra emancipación política”. Y, basado en estos argumentos firmó el decreto correspondiente.

Sin embargo, el pueblo, especialmente la juventud estudiosa de los niveles secundario y universitario, desafió la disposición oficial y desde los primeros días del mes de mayo inició una movilización ciudadana y cultural que ya nadie pudo detener, incluso, ni por medio de la fuerza pública.

Entonces, una emoción incontenible se apoderó de las calles de Asunción, al punto tal que el coronel Jara tuvo que organizar una “fiesta de gala” en el Palacio de López. Y el Congreso declaró feriado del 13 al 20 de mayo.

El espíritu de patriotismo se había impuesto a las bravuconadas de un militar “esperpéntico”, como alguien había calificado a Jara. Se publicaron dos álbumes conmemorativos, el “Canto secular”, de Eloy Fariña Núñez, y “Antecedentes de la independencia nacional”, de Fulgencio R. Moreno. Pablo Alborno y Juan A. Samudio expusieron una galería de “los ilustres autores de la Revolución de Mayo”.

Uno de los espectáculos más llamativos fue la procesión de las antorchas por varias calles de nuestra ciudad capital.

El 214.° aniversario de nuestra independencia, que recordaremos el 14 y 15 de mayo próximo, tiene que ser una fervorosa celebración ciudadana, como ya viene ocurriendo desde hace varios años. Pero, naturalmente, con la presencia activa del Estado como promotor de la cultura.

Así que la organización estará a cargo de la Secretaría Nacional de Cultura, el Centro Cultural de la República El Cabildo (que también celebrará el vigésimo primer aniversario de su creación), la Dirección de Cultura y Turismo, de la Municipalidad de Asunción, y la Asociación de la Movida del Centro Histórico de Asunción (AMCHA). La idea es que participe toda la familia para ir recuperando, de alguna manera, el espíritu de unidad de nuestro pueblo alrededor de una causa común y superior.

Y, de ahí en más, que esa unidad no se sostenga únicamente en fechas históricamente sensibles, sino que tengan continuidad para afianzar proyectos que apunten al bienestar colectivo, dejando de lado mezquinos intereses, al tiempo de abrir las anchas avenidas del esfuerzo compartido, la tolerancia mutua y el respeto recíproco entre todos los actores sociales, políticos y culturales de nuestro país.

Las variadas actividades –preparadas por diversas instituciones que responden a dos poderes del Estado (Ejecutivo y Legislativo), la Municipalidad de Asunción y la organización privada AMCHA– constituyen una buena y clara demostración de lo mucho que se puede lograr en comunión de esfuerzos, sobre todo cuando, con sensatez y patriotismo, se practica la capacidad de deponer antagonismos y priorizar el bienestar ciudadano y, especialmente, su derecho a la recreación, esta vez, mediante la exaltación de los valores patrios a través del arte, la música y el teatro (con la personificación de los próceres de mayo), el recorrido guiado por sitios históricos emblemáticos (como la Casa de la Independencia) y el tradicional paseo de mascotas vestidas con trajes de la época, sumándose a todos estos eventos la infaltable gastronomía internacional, a cargo de embajadas y varias colectividades de extranjeros residentes en el país.

En síntesis, es nuestro mayor anhelo que estas fiestas patrias puedan servir también para guiar a nuestro pueblo hacia su destino común de unidad en la pluralidad.

Al fin y al cabo, una misma raíz nos une y, además, todos somos hijos e hijas iguales de esta misma y bella nación paraguaya. Ojalá, pues, la celebración de las próximas fiestas patrias marque el inicio jubiloso y pujante de un nuevo tiempo de unión de sueños y alentadoras esperanzas, para caminar juntos hacia nuestro futuro de grandeza. ¡Que así sea!

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