El terraplén de USD 6 millones construido con el anticipo del fallido tren de molienda de Petropar fue el único “avance” que el gobierno de Mario Abdo Benítez heredó a los cañicultores. Hoy las consecuencias de aquel abandono, como consecuencia de la desidia de quienes dirigieron este proyecto, recaen sobre la actual administración de gobierno, mientras los verdaderos responsables se escudan en la impunidad, evadiendo toda rendición de cuentas por el grave daño infligido al sector productivo. Un sector considerable ya que unas 50 mil familias se dedican a este oficio productivo que toma como base a la caña de azúcar.
La promesa fue una megaobra que iba a solucionar de alguna manera la problemática que traen a cuestas los cañicultores de no encontrar mercado a su producción. Ni el platal que retiraron como anticipo pudieron honrar. El nuevo tren de molienda recuperará la capacidad de molienda de la planta de Petropar en Mauricio José Troche que venía estando ociosa. Unos 45.000 productores estaban a la espera de aquella promesa que iba a convertirse en una realidad en diciembre de 2022, pero la iniciativa queda allí, en pura promesa.
Como fue costumbre en la administración Abdo, un amigo favorito se adjudicó la licitación a precios muy por encima de lo que se estimaba para una construcción para la envergadura mencionada. Lo que iba a ser una nueva línea de molienda de caña dulce en la planta, para ello se había adjudicado mediante por USD 28,7 millones a Estructura Ingeniería SA (EISA), empresa del conocido “pulpo” que acaparaba licitaciones en la época de Abdo Benítez.
Con presupuesto disponible, con un jugoso anticipo no se hizo absolutamente nada, ni una sola máquina ensamblaron debido a inoperancia y la galopante corrupción que pululó en la época Abdo. Incluso los montos de compra aprobados estaban totalmente inflados, ya que estimaciones y antecedentes de montajes de líneas de molienda como el que iba a ser construido en Troche, rondaban los USD 10 millones, según hicieron ver investigaciones periodísticas.
A fines de 2022 e inicios de 2023, el nuevo tren de molienda debía estar operativo. Las manifestaciones de los cañicultores habían comenzado en esos tiempos, pero no había respuestas, más que reuniones en las que se planteaban puras promesas.
Hoy, dos años después, lastimosamente la situación de los agricultores sigue siendo la misma. La nueva administración se encuentra en el intento de recuperar el dinero entregado y reclamar los resarcimientos por los daños heredados y, por otro lado, debe dar soluciones a un sector que necesita seguir trabajando y colocar su producción.
Petropar realizó una denuncia penal ante el Ministerio Público y esta institución debe asumir su rol de investigar con celeridad para llegar a los responsables de este perjuicio social tremendo. Así, también, desde el Gobierno debe encaminarse con fuerza la implementación de nuevos acuerdos que reparen los daños. Ayer se dio importante avance con un primer acuerdo entre Gobierno y los cañicultores, mostrando así la predisposición de la gestión actual de avanzar en soluciones para este sector.
Habiendo una empresa estatal petrolera que puede procesar caña de azúcar rentable para cerca de 50.000 familias es inconcebible seguir postergando una solución para el sector. El gobierno actual está en la ruta de encontrar los mecanismos necesarios para impulsar este rubro, que constituye una fuerza económica importante, principalmente en los departamentos de Guairá y Caaguazú.
Mientras, por cuerdas paralelas hay que insistir en la Justicia para que los responsables del proyecto malogrado asuman las consecuencias. Los ineficientes, sospechados de corrupción que han estafado iniciativas sociales no pueden seguir impunes si el desafío apunta a la construcción de un país serio y con garantías jurídicas. La Justicia tiene que caer con todo el peso de la ley en este y otros casos que ameriten.