La sangrienta politización de las designaciones realizadas por el Departamento de Estado de un aliado muy caro a nuestros afectos como es los Estados Unidos, tras la cual vinieron sanciones económicas desde la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del departamento, de su Departamento del Tesoro, se está convirtiendo en una ruidosa campaña desde sectores partidarios cuya única bandera ha sido la destrucción a través del caos.
Estos grupos minúsculos encamados con el gobierno anterior gozando entre ambos de indulgencia de grandes medios de comunicación que se desentienden de las trapisondas de los mismos se vienen identificando con los años como referentes fracasados que sobreviven políticamente con los desconciertos que instalan.
La última sanción que la OFAC reforzó contra una industria tabacalera que lleva tres décadas en el mercado, que es un pilar muy importante dentro de la economía paraguaya y que producto de su solidez se constituyó en uno de los mayores aportantes del fisco y es fuente de sustento de unas 1.500 familias está siendo vilmente utilizada para réditos políticos. El mismo grupo de siempre, con mayoría que difícilmente reconozca el valor del trabajo pues no han demostrado mucho apego a la productividad.
La carencia de patriotismo es extrema que no importa destruir una empresa sostenida con el esfuerzo de miles de personas vinculadas a su actividad. Los medios masivos madrugan a sus periodistas, se rebuscan por opiniones de expertos, políticos aliados que apunten la artillería contra el líder del Partido Colorado que se adjudicó la conducción del partido mayoritario con resultados aplanadores.
Están en una intensa agenda de generar revuelo con el reciente refrito que mediatizó el embajador Marc Ostfield. La estrategia es seguir la persecución selectiva, aunque esto visto está sacrifique la salud financiera de una enorme industria. Estas circunstancias y las reacciones con saña dejan en evidencia hacia donde realmente se concentra el interés.
Una sanción económica en virtud de una designación política cuyas pruebas todavía siguen siendo temas de debate ante la no difusión de las mismas obsesiona a los hambrientos de poder, mientras eluden y se desentienden del multimillonario enriquecimiento que amasó el expresidente Mario Abdo Benítez muy bien guardado en las cuentas de su empresa de asfalto.
Si no fuera por la firmeza del contralor de la República en la defensa de los argumentos esgrimidos en un informe preliminar en el que a todas luces refleja un enriquecimiento desmedido de Abdo Benítez desde el poder, escondida como fondos de reservas, hubieran enterrado distorsionadamente el caso.
Sin embargo, la distribuidora de asfalto de Abdo está blindada de la insistencia, el hostigamiento y los golpes solo se direccionan contra una empresa que no se cuelga del Estado ni se maneja a la pesca de facturaciones a proveedores del Estado. Es la mayor hipocresía de honestidad a la que juegan el mismo junto con sus aliados y medios amigos. Abdo ganó 61 veces más con sus empresas de asfalto durante su gobierno.
Mandó multimillonarias utilidades a reservas para despistar su crecimiento patrimonial al tiempo de evitar al fisco. Esto en medio de una serie de inconsistencias en el estado financiero de sus empresas que tienen rondando varios hechos que pudieran ser penalmente relevantes.
Durante su administración endeudaron al país por USD 600 millones, de los cuales USD 100 millones corresponden a clavos por intereses. Todo para apurar obras entre las cuales están las rutas que se construían con asfalto que el mismo vendía a las empresas contratistas.
El alevoso enriquecimiento de Abdo escondido, oculto en fondos de reserva es la demostración más palpable de dónde se encontraba enfocado mientras su gobierno supuraba corrupción. Es por ello que la Justicia debe llegar al fondo de la prosperidad sin precedentes que experimentaron sus empresas de asfalto.
De hecho, casos como los que involucran a Abdo Benítez son los temas que importan a la ciudadanía que con mucho esfuerzo aporta al fisco y merece que su dinero sea invertido de manera pertinente no acorde a los negocios del jefe de turno.
Estamos viviendo tiempos muy complejos en Paraguay.
La gente debe tener la suficiente capacidad de discernimiento, entendimiento sobre los acontecimientos actuales para no enredarse con las conveniencias que no están atadas a los del Estado. Esta es la única manera que la ley caiga sobre los que han defraudado el interés colectivo para mejorar el particular.