La Organización de Estado Americanos (OEA) realiza su quincuagésima cuarta asamblea general en Asunción, a partir de hoy. Es la institución política de mayor importancia en términos de política internacional de nuestro continente, y como tal, tiene un enorme peso en la vida de los países y en el relacionamiento de las naciones de esta parte del mundo. No es una mera institución decorativa, porque lo que se resuelve en su seno tiene trascendencia en el desenvolvimiento político, social y económico en la sociedad en que vivimos. Por eso lo que se habla, se estudia y se resuelve en la institución tiene su incidencia en nuestro país y en las naciones hermanas. Y, consecuentemente, posee gran importancia.
Aparte de que los estados miembros de la institución elegirán miembros para organismos de importancia continental también analizarán otros temas relacionados a disposiciones que tienen que ver con la vida de las naciones involucradas. Entre ellos, hay algunos asuntos relacionados con la familia y ciertas discutibles medidas que son contrarias a los patrones tradicionales de conducta y sentimiento de nuestro país. Por eso existe el temor de que se den vía libre a algunas disposiciones ajenas al sentir de la mayoría de nuestra gente.
Ante la versión de que podrían resolver algunas medidas contrarias al respeto a la vida y a los valores humanos y cristianos tradicionales han reaccionado algunas instituciones. Se habla de que se analizaría la “Paridad de género en las elecciones de los órganos colegiados de la Organización de los Estados Americanos” y “Políticas exteriores feministas para la eliminación de todas las formas de desigualdad, discriminación y violencia en las Américas”. Se apunta que en el proyecto de resolución sobre promoción y protección de derechos humanos se refiere a igualdad de género, prevención de la discriminación y violencia contra personas LGBTI+ y se insta a los Estados a fomentar un enfoque con perspectiva de género en la atención de niñas, niños y adolescentes.
La Iglesia católica, que tiene un fuerte arraigo en el país y cuya doctrina forma parte importantísima del sentir de la mayoría de la nación paraguaya, ha reaccionado con contundencia. La Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP), el organismo rector eclesiástico en nuestro país, salió a precisar en un comunicado la necesidad de proteger la vida humana, la familia y otros valores que son fundamentales para la sociedad nacional. Ya que, citando algunos artículos de la Constitución Nacional, señala que el derecho a la vida es inherente a la persona humana, dado que la familia es el fundamento de la sociedad.
“En ese sentido, consideramos que ciertas resoluciones propuestas para ser aprobadas por algunos países sobre la vida y la familia no condicen con nuestra Carta Magna y pueden afectar a nuestra soberanía, por lo que instamos a nuestras autoridades representantes ante la OEA a realizar las objeciones que, por derecho, tenemos como país miembro”, sostiene el documento dado a conocer por los obispos del país.
Agrega que la Iglesia cree firmemente en el valor de la vida, desde su concepción hasta la muerte natural, y en la familia, constituida sobre el matrimonio del hombre y la mujer. Por ello exhorta “al respeto a estas convicciones de nuestro pueblo y que están garantizadas y protegidas por la Constitución Nacional”.
El pronunciamiento eclesial es oportuno porque en muchas sociedades del mundo actual se están dejando de lado los valores que defienden la importancia de la vida por encima de cualquier otro y se está permitiendo pervertir la valoración de la persona humana. La máxima ley de la República del Paraguay, la Constitución Nacional, es contundente en su defensa de la vida por encima de cualquier otro tipo de instancia, lo que está claramente expresado y no admite discusión de ninguna laya. En su artículo 4.° dice que el derecho a la vida es inherente a la persona humana, y que “se garantiza su protección, en general, desde la concepción”. Por consiguiente, los representantes de nuestro país en la asamblea del organismo internacional que comienza hoy tienen la obligación de defender, sostener y promover el derecho a la vida ante cualquier eventual agresión que se pudiera dar con la denominación o el ropaje que fuere.