Santiago Peña, no permitió que los propietarios de estas empresas le impusieran una agenda, como ha ocurrido en el pasado. Podríamos decir, en este contexto, que sigue la misma trayectoria que ha recorrido Horacio Cartes en el periodo 2013-2018. Ni tiene periodistas colgados del presupuesto público y los recursos de las binacionales que, por esos privilegios, sometieron su independencia a las prebendas que se derrochaban desde el poder. Así aconteció durante la administración de Mario Abdo Benítez, cuando, según pudo comprobarse, muchos programas de las cadenas mediáticas trabajaron abierta y desenfrenadamente en contra de los candidatos del movimiento Honor Colorado en las internas del 18 de diciembre de 2022 y, a cambio, recibían jugosos desembolsos de las binacionales.
Otras erogaciones, ¡vaya uno a saber en qué rubro estaban disfrazadas!, fueron para cubrir las conocidas y deshonrosas “publinotas”, es decir, entrevistas pagadas para que el funcionario dijera lo que quisiera, sin ser importunado por los presentadores. En este menester llevó el primer lugar el grupo mediático dirigido por Antonio J. Vierci. Y, por otro lado, recordamos también el “generoso” contrato para la filmación y divulgación de los XII Juegos de la Organización Deportiva Sudamericana (Odesur), cuya edición 2022 tuvo lugar en nuestro país, ocasión en que la cadena de Natalia Zuccolillo se embolsó la suma de casi 16.500.000.000 de guaraníes. Esa incestuosa relación entre el periodismo y el Gobierno se puede resumir en dos conocidas expresiones: una, perteneciente a un expresidente mexicano, quien afirmaba “yo no te pago para que me pagues”; y la otra, “nadie muerde la mano del que le da de comer”. De este modo, con una complacencia miserable hacia ese pasado de complicidad, ahora tratan de detectar cualquier error en el gobierno de Peña –algunos reales y comprensibles y, otros, definitivamente fraguados– buscando engañar al público y hasta endilgarle las aberraciones administrativas e improvisaciones en materia de obras de infraestructura de la época de Marito. Nunca pintaron una sola línea demarcatoria entre lo que fue antes del 15 de agosto de 2023 y, de ahí en más, lo que es ahora.
Estos medios mezclan los hechos con el deliberado propósito de confundir a la opinión pública y de cargar sobre las espaldas de las actuales autoridades todos los males que padeció nuestro país en esos últimos cinco años. Y nadie se acuerda –nos referimos a tales cadenas mediáticas– de los robos perpetrados en contra de las arcas del Estado. Incluso hay más: algunas investigaciones realizadas someramente en esa época, que desnudaban la corrupción gubernamental, fueron rápidamente dejadas de lado y enterradas al punto tal que los negligentes investigadores no son siquiera capaces de desempolvar sus propios trabajos que evidenciaron el saqueo, hasta hoy impune, al erario. No está de más decir que nunca profundizaron ni dieron continuidad a estos atracos al Tesoro, pues, seguramente, habrá bastado alguna llamada del expresidente de la República para frenar las investigaciones.
Y, por lo visto, así lo hicieron. Tenemos que reconocer que si lo publicaron en aquel momento fue solo porque otros medios empezaron a ventilar dichos desmanes. Pero, reiteramos, permitieron que se extinguieran mansamente, sin la tenacidad que hoy demuestran en sus diarias denuncias en contra el actual gobierno. Hubiera sido más leal y justo que así procedieran en todos los casos. Y no de manera selectiva e interesada. Mas, evidentemente, la vara con la que juzgan a sus aliados de ayer es la de la impunidad. Y que todo se evapore en silencio para conseguir el olvido.
Hasta ahora, al presidente Santiago Peña le ha dado buenos resultados su política de la prudencia y de la conciliación, incluso, con quienes ayer lo agraviaron con las denostaciones más soeces e irresponsables, producto de una incontinencia verbal que ya se hizo costumbre en ellos, sin que nada productivo les haya reportado esa conducta. Podemos decir que es una verborragia estéril y empalagosa que contrasta con el estilo del mandatario, que es hablar lo menos posible, trabajar mucho y generar resultados. Así pasó con la última trasferencia del Gobierno argentino a nuestro país de cien millones de dólares en concepto de cesión de energía de la hidroeléctrica Yacyretá, que ambas naciones tienen en condominio.
Ningún medio de la oposición, disfrazada de independiente, publicó en tapa este pago récord de una deuda generada durante el gobierno anterior, cuando Mario Abdo Benítez era presidente de la República y Duarte Frutos director de la entidad.
Lo concreto es que al presidente Santiago Peña, si bien ha demostrado que le interesa mucho la opinión ciudadana para mejorar algunos proyectos y programas, no se ha dejado arrastrar por la presión de los medios de comunicación que solo quieren generar su propia opinión pública afín a sus deleznables propósitos. Y eso, al parecer, les causa irritación. A ellos, a sus cómplices de ayer y algunos aliados camuflados de este gobierno, que buscan una porción de poder o, al no conseguirlo, su fracaso. Confiamos en que el presidente seguirá teniendo el suficiente buen tino para mantener a todos a raya, como lo viene haciendo hasta ahora.