El fin de semana último ocu­rrieron algunos hechos muy llamativos en el Hospital de Barrio Obrero que, por un lado, obligan a tomar acciones con energía y, por otra parte, a valorar lo positivo de la actuación humana de un agente de Poli­cía. Dos acontecimientos opuestos que revelan nuestra realidad, que deben ayu­dar a actuar para corregir los errores y a exaltar la valentía y corrección del fun­cionario uniformado que debe servir de ejemplo.

El sábado de madrugada pasado un efec­tivo policial de la Comisaría n.° 24, del Bañado Sur de la capital, llevó a una mujer quincuagenaria que tenía graves lesio­nes en una de sus extremidades inferiores por una fractura en el tobillo al centro de salud más cercano, el Hospital de Barrio Obrero. Improvisando una camilla con un objeto que encontraron, la acostaron a la señora en el móvil policial y la traslada­ron para que fuera atendida por los médi­cos. Cuál fue la sorpresa cuando llegaron al lugar: en vez de admitir a la enferma que venía, como debe hacer cualquier centro sanitario, el personal de turno del nosocomio se negó a recibir a la persona que gritaba de dolor. Se olvidó de su fun­ción de socorrer a cualquier individuo en problemas de salud que llega para darle los primeros auxilios y luego derivarlo a los sitios especializados.

El policía que hacía de encargado de la improvisada ambulancia insistió al per­sonal sanitario para que cumpliera su tarea de socorro médico, como corres­pondía. Pero fue en vano. Pudo más la indolencia, la estupidez y la falta de con­ciencia para no cumplir con su sagrada obligación de admitir a la persona nece­sitada. Y la rechazaron. Lo mismo ocu­rrió con un joven herido de bala que llegó también en esos momentos y no fue soco­rrido, según comentó el uniformado. Los funcionarios del hospital tampoco llama­ron a la ambulancia para que los pacientes fueran llevados al Hospital de Trauma.

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El agente policial grabó todos los hechos en su cámara corporal donde queda­ron registradas las lamentables escenas. Como la mujer que gritaba de dolor en su improvisada camilla en la recepción del hospital y que no fue socorrida, la extraña actitud del recepcionista que no actuó como corresponde, la conducta inapro­piada de la enfermera que no fue capaz de llamar una ambulancia para trasladar a la paciente a la que no atendieron, y el lamentable gesto de un médico que cerró la puerta del local a las narices del unifor­mado que insistía para la atención; todo como si fuera una película de ficción, que, sin embargo, era realidad.

Como consecuencia del vergonzoso hecho acontecido en el hospital, el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social deci­dió intervenir la institución y realizar un sumario administrativo a los funciona­rios involucrados en la ocasión, por negar la atención a pacientes. Los interventores tendrán un plazo de 30 días para realizar la investigación de lo acontecido y presen­tar sus conclusiones a la máxima autori­dad sanitaria. También se harán suma­rios administrativos y de investigación a 11 funcionarios del hospital que estuvie­ron de guardia esa noche, entre los que hay enfermeros y médicos residentes.

La vida de las personas está llena de acon­tecimientos que deben ser tomados como lecciones para todos, sea para no cometer gruesos errores como para asumir actitu­des de ayuda y socorro a los que necesitan.

En esta ocasión cabe resaltar como ejem­plo de actitud humanitaria y demostra­ción de solidaridad la actuación del poli­cía José Giménez, de 41 años, que mostró la mejor cara que tiene la institución poli­cial con su espíritu de servicio.

Hay que lamentar lo ocurrido en el hos­pital barrial, que ya no se debe permitir que acontezca. Hechos como el mencio­nado suceden en muchos sitios del país y no toman estado público porque nadie los denuncia. Lo que debe obligar a las auto­ridades sanitarias a realizar el control y corregir de raíz este tipo de atentados contra las personas enfermas.

Enhorabuena por la intervención del hos­pital y el sumario que se está iniciando a los funcionarios involucrados. Los que cometieron errores deben ser sancio­nados, como parte de la corrección que se debe realizar en ese y otros hospita­les públicos. Nadie debe burlarse de los enfermos necesitados de ayuda, y menos las personas e instituciones que tienen el compromiso de curarlos.

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