Al iniciarse hoy la nueva semana laboral el país se encuentra con algunas novedades que ayu­darán a mejorar la conviven­cia entre algunos sectores y a proseguir la tarea de concertar acuerdos para hacer realidad los proyectos. Las medidas de fuerza necesariamente tienen un plazo de extinción, porque la vida necesita que se encaren nuevas realidades para dar pasos hacia adelante.

El paro de estudiantes de las universida­des nacionales está culminando y en una mesa de diálogo entre los delegados estu­diantiles y representantes del Gobierno se acordó el compromiso de trabajar juntos para aplicar políticas públicas para mejorar la educación superior en las instituciones estatales.

Se informó que en la mayoría de las faculta­des públicas se reanudará hoy las activida­des académicas, porque hay que ponerse a trabajar y estudiar para llevar adelante la tarea de aprender.

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Luego de 6 horas de conversación entre los estudiantes y los representantes del Gobierno, el viernes último, se acordó crear mesas de trabajo que representen a todos los estamentos de la educación superior y a las entidades cuyo financiamiento depen­dían del extinguido Fonacide.

En las mesas de trabajo se hará la tarea con­junta para la creación de las políticas públi­cas que sean necesarias. Esto mediante la generación y análisis de proyectos de leyes enfocados a la educación superior y a todos los programas asociados en el marco de las mesas de trabajo. Se hizo el compro­miso para trabajar en forma conjunta con los distintos estamentos para revisar cómo quedan los programas que dependían de Fonacide y asegurar que no queden sin financiamiento.

“Desde el Gobierno vemos ese gran desafío de hacer una agenda de la educación supe­rior en nuestro país que contemple todos estos elementos: el Arancel Cero, las becas, la investigación, inversión, calidad del gasto, entre otros”, refirió el viceministro de Educación, Nelson Mora, al comentar lo que han acordado con los representantes estudiantiles.

Como ocurre siempre, después de cualquier enfrentamiento hay que ponerse a con­versar pacíficamente y a negociar acuer­dos para hacer posible las mejoras que se persiguen. Se deben enterrar las hachas de guerra y desenfundar los argumentos lógi­cos en una pacífica confrontación de ideas. Mirar para atrás solo es válido para ver el camino andado y convencerse de que hay que seguir para adelante.

Por eso el diálogo a que se ha llegado es uno de los aspectos más importantes de la situa­ción actual. Esto demuestra además que los estudiantes han recapacitado y decidieron hablar con aquellos funcionarios a quienes habían rechazado inicialmente en el fragor del paro. A la larga, la pelea siempre es esté­ril, pues no tiene la capacidad de dar frutos, y, por lo tanto, resulta inservible.

La educación es un trabajo de fundamental importancia en una sociedad, pues permite la formación intelectual de las personas para salir de la oscuridad de la ignorancia y les hace abrir los ojos para encarar nuevos caminos hacia el progreso. La carrera uni­versitaria es un paso más para las personas que estudiaron en el colegio que les per­mitirá la profesionalización técnica para poder enfrentar los desafíos de la vida con más chances y calidad de trabajo. Con la preparación especial recibida podrán reali­zar trabajos de mayor calidad que les posi­bilitará mejores ingresos monetarios. A la hora de conseguir un trabajo remunerado no es lo mismo un bachiller comercial o humanístico, que un licenciado en contabi­lidad o un doctor en derecho.

Por eso todo lo que se pueda hacer por mejorar la educación universitaria y la posibilidad de que mayor cantidad de per­sonas accedan a la universidad es relevante. Y tiene que recibir la atención no solo del Gobierno y de las entidades estatales, sino de la sociedad en general. Se trata de un reaseguro contra la ignorancia y un aporte para el crecimiento intelectual y econó­mico de miles de individuos que sin esa for­mación no podrían llegar a mejores sitios profesionales.

A medida que pasa el tiempo la actividad académica terciaria tiene que ir alcanzando a más gente, especialmente a los sectores más pobres de la sociedad. Esa posibilidad solo podrá hacerse realidad mediante el aporte significativo del Estado con suficien­tes recursos económicos para hacer más fuertes y más eficaces a las universidades nacionales.

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