La macroeconomía se ocupa pre­ferentemente sobre el desem­peño económico relacionado con la producción, la inflación, las tasas de interés, los tipos de cambio y la balanza de pago.

Estas variables parecerían demasiado técnicos, pero, quiérase o no, afectan nuestras vidas diarias sin hacer distin­ción de posicionamiento social. No pue­den atraerse inversiones especialmente de mediano y largo plazo sin una macro­economía estable y predecible, esto es, que emita señales ciertas y duraderas a los mercados tanto nacionales como extranjeros.

En tal sentido, nuestro país ha logrado establecer esa confianza explicada por su estabilidad monetaria y sostenibi­lidad fiscal. Esto implica orientar a las empresas a colocar sus inversiones de capital, necesarias para crear empleos.

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De hecho, los avances logrados por Para­guay en el grado de inversión de carác­ter internacional es ese sello de calidad que pocos países consiguen y es debido a las mejoras sostenidas en las cuentas fiscales e indicadores que impactan en la capacidad financiera, esto es, en cum­plir con los pagos respecto de la deuda haciendo que el costo del financiamiento sea mucho más bajo y atractivo.

Dicho esto, sin embargo, los aconteci­mientos internacionales en los últimos meses van mostrando signos de preo­cupación que no pueden ser desconsi­derados. Estamos ante un escenario de carácter bélico preocupante.

Los llamados shocks externos repercu­ten sobre las economías y más sobre las emergentes como sería la nuestra. Si hay una fuerte caída en los precios de nues­tras exportaciones o se incrementan el precio de los productos de importación, entonces todo ello afectará inexorable­mente el ingreso real de la economía, todo lo cual se traduce en la afectación en la microeconomía relacionada con el comportamiento y desempeño de las personas, los consumidores, familias y empresas.

Esto último, la microeconomía, es tan importante como la macro. En la micro estamos hablando de nosotros mismos que tomamos decisiones sobre nuestro dinero, recursos y tiempo.

De ahí que si bien Paraguay está expuesto como todos los demás países a shocks externos y estamos protegidos gracias a las variables macroeconómi­cas que tenemos, también es de mani­festarse que aquí internamente tenemos que seguir avanzando en ciertos temas.

Por ejemplo, la calidad del gasto público como también en la formación del aho­rro interno. Y se viene haciendo, como en efecto lo hizo el actual gobierno con la ley aprobada por el Congreso con la Superintendencia de Pensiones y Jubi­laciones, institución reguladora de las entidades públicas y privadas.

La macroeconomía, es cierto, garan­tiza el funcionamiento de la economía; no obstante, y si bien es una condición necesaria para el crecimiento econó­mico, resulta insuficiente para avanzar hacia mejores estadios de desarrollo.

Analizados los procesos de países de aquí cerca que forman parte de nues­tra región, vemos que pasaron por eta­pas difíciles. Son procesos que afectan directamente al bolsillo de la gente, más allá de lo que ocurre con las finanzas públicas que obviamente son importan­tes.

Ahí está un país hermano como Argen­tina al que deseamos salga de sus proble­mas macroeconómicos que recaen sobre la micro de los bolsillos de su gente en una decadencia evidenciada en un pro­ceso doloroso por el cual nuestro país en ningún modo debe pasar. Y para no hacerlo no tenemos que imitar lo que en aquel país se hizo cayendo en inflación y déficit descontrolados.

Por de pronto está comprobado que nuestra estabilidad en la macroecono­mía es importante y se deben garantizar sus agregados contra cualquier intento populista, intento que seduce a ciertos grupos irresponsables dispuestos a cual­quier cosa con tal de llegar al poder o a ponerle palos a la rueda para ver fracasar al gobierno de turno.

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