Las autoridades nacionales encargadas de la educación han señalado que solo una pequeña parte de la población escolar se estaba alimentando con los planes esta­tales de nutrición. Y que debido a ello el rendimiento intelectual de los niños no era el adecuado, lo que motiva la preocu­pación. Esto se debe en gran medida a que durante el gobierno anterior no se prestó la debida atención al tema y empeoró notablemente la alimentación escolar, sea por menor cantidad de los fondos, como por negligencia y hasta por uso inade­cuado de los mismos por parte de las auto­ridades departamentales y comunales.

Por eso el Gobierno anunció un programa especial para superar la situación apun­tada estableciendo un sistema de alimen­tación adecuado triplicando la canti­dad de dinero que se invertirá para hacer que efectivamente los menores reci­ban las calorías diarias que requieren. Y como todo lo que se ha hecho hasta ahora es insuficiente, ya se están tomando las determinaciones necesarias antes de que comience el año lectivo escolar, que ofi­cialmente será a partir del 23 de febrero próximo.

De acuerdo con las cifras oficiales, solo 15 de cada 100 escolares del país ha recibido en el último año la alimentación básica establecida por el Estado y, en consecuen­cia, solo ese grupo estaba en condiciones de desarrollar el potencial de sus capa­cidades y habilidades intelectuales para el aprendizaje. El resto forma parte de la deuda que se tiene en este momento, y que debe enfrentar la administración estatal que comenzó en agosto último.

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Es la tarea que se tiene ahora para encarar la realidad de uno de los grupos más deli­cados de la sociedad paraguaya, la de los menores que están en edad escolar, que son 1.300.000 personas, cerca del 20 % de la población nacional. Teniendo en cuenta estos números y la importancia del tema, el país se encuentra ante uno de sus princi­pales desafíos económicos, sociales y edu­cativos.

El Gobierno tiene conciencia de este deli­cado panorama y está haciendo las cosas que corresponden. Primero, saber lo que ocurre realmente y luego conseguir los medios para mejorar la alimentación de los niños.

El ministro de Educación y Ciencias, Luis Ramírez, fue muy claro cuando dijo que un niño que va desnutrido a la escuela, “cuyas conexiones cerebrales ya no tienen la velo­cidad o la posibilidad de desarrollarse a un nivel importante, tendrá dificultades para el desarrollo de cualquier comprensión, incluida la lectora”.

En consecuencia, la actitud lógica del Estado y la sociedad es hacer todo lo posi­ble para que los menores reciban la canti­dad y calidad de alimentos necesarios. La realidad no admite discusión posible: hay que alimentar a los niños para mejorar su salud física y su rendimiento intelectual en la escuela.

Mirando la experiencia de los países exi­tosos en la atención de los niños escolares, el secretario de Estado señaló que no hace falta inventar nada, ya que se puede hacer lo que están realizando algunos países. “Yo miraría la experiencia de Brasil y Chile, que son dos países que han desarrollado muy bien este concepto”, apuntó.

Manifestó que el éxito de cualquier pro­yecto de alimentación escolar está en la posibilidad de controlarlo adecuadamente. Y que debido a ello en esta tarea se debe incluir a los padres, a las familias, que jue­gan un papel fundamental en el proceso educativo.

La jefa de gabinete civil de la Presidencia, Lea Giménez, dijo que el Gobierno plan­tea una solución triplicando la inversión de dinero para el almuerzo escolar. Para ello se buscará desembolsar el equivalente de 270 millones de dólares por año, en los que se canalizará parte de los fondos que maneja el Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo (Fonacide). Para ello se buscará un mecanismo diferente en la entrega de los recursos, ante la realidad de que solo poco más de 200.000 niños acce­den a una alimentación escolar de calidad, frente a los más de 1.300.000 registrados en el sistema educativo. El objetivo es que los escolares reciban un nivel de nutrición adecuado.

El paso que se está dando ahora para ase­gurar la alimentación de los niños es fun­damental. Tiene que tener el apoyo de las autoridades departamentales y locales, quienes en sus respectivas localidades deben efectivizar correctamente la ayuda escolar.

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