El Gobierno está demostrando interés en el refuerzo de la seguridad interna y, para ello, ya comenzó a socializar avances en cuanto a formación de nuevas camadas de uniformados, en especial en los muy solicitados linces, así como la dotación de herramientas logísticas importantes.
Existen buenas expectativas en el combate a la delincuencia por estas gestiones que se vienen difundiendo. Es por ello que se aboga por desplegar toda la estrategia y la táctica posibles para hacer frente a los marginales, que en los días finales del año están al acecho de apropiarse del bien ajeno.
Los esfuerzos que se vienen realizando, principalmente bajo la articulación del Ministerio del Interior, tendrán su impacto en el corto plazo en la reducción de los índices de criminalidad. Todas las diligencias reanudadas tras los 5 años de desidia del gobierno de Mario Abdo empiezan a tener preponderancia y sin dudas en un futuro cercano marcarán la diferencia en cuanto a la expectativa ciudadana sobre la inseguridad.
La dejadez en todos los aspectos ha tenido consecuencias muy notorias en cuanto a la seguridad, donde la tranquilidad de la gente –que quiere volver a tener policías en las calles– ha sido relegada. Es en este contexto que no solo la vuelta de los linces, sino la duplicación de los mismos, lo que genera enormes esperanzas.
En estos días se anunció el egreso de 600 agentes de las fuerzas motorizadas (linces), con la finalidad de seguir reforzando la acción policial preventiva y minimizar los hechos delictivos en las calles, principalmente en las zonas más urbanizadas y pobladas.
Desde la Policía Nacional se enfatizó que habrá fuerte presencia incluso con nuevos destacamentos en las ciudades de Itauguá, Guarambaré, Ñemby y Villa Elisa. Esta iniciativa tuvo un respaldo importantísimo con la donación del Gobierno de la República de China (Taiwán) que proveyó los recursos para esta adquisición.
Ese abandono de las calles por parte de las fuerzas del orden se está empezando a revertir, es verdad, pero también es verdad que recuperar esas zonas dominadas hoy por las huestes de la criminalidad aún puede llevar un buen tiempo.
La gente trabajadora y que batalla día a día es la que mueve la economía de este país con su esfuerzo, esa gente requiere de protección y tranquilidad en este tiempo de fin de año en que hay mayor circulante. Ese es el Estado que clama la ciudadanía, el que le brinde tranquilidad.
No es tarea fácil con la corrupción arraigada en las filas de la Policía, pero ante un mayor control y atención por parte de la superioridad, este desafío de garantizar la seguridad de la población puede ir para adelante. Se empezó una gran tarea, la misión es contener a la ciudadanía y devolver la moral a las fuerzas de la ley que necesitan ser vistas del lado de la gente, no del lado de los delincuentes, como lastimosamente ha ocurrido en muchos casos.
La hoja de ruta ya está trazada. La tarea se inició con las primeras acciones atenientes a aumentar la cantidad de personal en las calles, el retorno masivo de los linces está en su etapa de concreción, pero en este proceso de consolidación no debe dar tregua a los delincuentes, hay que ajustar ya las coberturas de manera a que se sienta el combate a la inseguridad.
Los planes del Gobierno son ambiciosos. El anuncio hecho por el ministro del Interior, Enrique Riera, echa las bases para que las fuerzas operativas sigan sumando más y más efectivos. En este sentido, el objetivo –que genera esperanza y tranquilidad– consistente en la incorporación de 5.000 efectivos por año a las filas de la Policía.
El propósito diseñado implicará más inversión en equipos, como chalecos, armas, camionetas, motocicletas, logística y elementos básicos como vestuarios, o municiones. Para ello, además del plan de gastos que está presupuestado también, se dio a conocer de un convenio con Itaipú que significará la inversión de USD 118 millones para estos fines.
A los propósitos señalados, necesariamente hay que anticipar mecanismos más inmediatos de prevención que permitan a la gente pasar unas fiestas más tranquilas, con menos riesgos en su seguridad. Desplegar toda la fuerza posible en materia de seguridad debe ser un mensaje bien claro para los delincuentes, pendientes del movimiento económico por fin de año.