Ante las elecciones presidenciales que se desarrollan hoy en la República Argentina, políticos de diferentes extracciones ideológicas, analistas y comunicadores de nuestro país han expuesto un planteamiento errado, invertido, que distor­siona nuestro estatus de Estado libre y sobe­rano, que deviene degradante a nuestra dignidad como nación. La pregunta de quién nos conviene que gane entre los dos candidatos que partici­parán de la segunda vuelta o balotaje desnuda el ánimo entreguista y la mentalidad de cipayo de quien la formula.

Nosotros no somos una colonia tutelada por una potencia extranjera para estar pendientes de los asuntos internos de terceros países. Siempre y cuando sean comicios dentro de un proceso que respeta las reglas del juego democrático. O que no constituyan un atropello a la misma democracia. Paraguay debe formu­lar una política exterior innegociable en defensa de sus legítimos intereses y sus imprescriptibles derechos.

En el otro polo de la actitud timorata del gobierno que acaba de dejar el poder. En un mundo cada vez más interdependiente y multi­polar no podemos aceptar chantajes o imposi­ciones a razón de la fuerza o el poderío econó­mico de los otros. Por eso lo más importante no es quién gane hoy en la Argentina. Lo que realmente debe importarnos es que tengamos, repetimos, una posición tan clara como determi­nante en nuestro relacionamiento exterior con los demás, principalmente con quienes compar­timos linderos territoriales en la región.

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En cuanto a las elecciones propiamente dichas, la percepción mediática es que las mismas están bastante parejas, aunque algunos expertos en evaluar las fuerzas provinciales argumentan que dos de ellas son las que inclinarán la balanza a favor de uno de ellos, y con un margen bastante amplio: Córdoba y Buenos Aires (la provincia). En este último espacio electoral, el peronista apuesta sus fichas al liderazgo del reelecto gober­nador, Axel Kicillof, quien no tuvo necesidad de una segunda vuelta para mantenerse en el cargo. En tanto que los autodenominados “liberta­rios”, después de la última concentración de sus adherentes, están convencidos de que darán el “Cordobazo”. En dicha ocasión, la “estrella” del encuentro fue la excandidata de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich, quien quedó en tercer lugar en las votaciones del pasado 22 de octubre.

El líder visible de esta agrupación es Mauricio Macri, quien decidió públicamente acompañar la candidatura de Javier Milei. En estos momentos, el expresidente de la República (2015-2019) abrió dos frentes de campaña, pues también aspira a convertirse en el vicepresidente del popular club de fútbol Boca Juniors, en un enfrentamiento nunca resuelto con Juan Román Riquelme, quien fuera jugador emblema del equipo xeneize. Los radicales (la Unión Cívica Radical-UCR), que formaron parte de esta coalición, decidieron pedir votos para Sergio Massa, representante de sus históricos adversarios políticos: el justicia­lismo. Los repetidos agravios de Milei hacia la clase política fueron decisivos para asumir esta posición.

Así que tanto Sergio Massa, de Unidos por la Patria (que es un lema dentro del peronismo), y Javier Milei, de La Libertad Avanza, pueden tener algunas variaciones en su trato diplomá­tico con nuestro país y en cuanto a la integración regional. Sin embargo, depende exclusivamente de nosotros adoptar una política exterior firme, valiente y digna para negociar puntos cruciales, como la deuda que tiene Argentina en concepto de cesión de energía de la empresa hidroeléctrica Yacyretá, y el inmoral cobro de peaje en la hidro­vía Paraná-Paraguay. El resultado de estas nego­ciaciones nunca estará pendiente de quién gana hoy, sino del coraje con que defendamos nuestras posiciones en los encuentros bilaterales dentro del Mercado Común del Sur (Mercosur) y, lle­gado el caso, ante los organismos internacionales de arbitraje. No somos vasallos de nadie. Somos iguales, repetimos, en dignidad y derecho.

De todas maneras, los ojos de otros líderes regio­nales y de otros hemisferios están expectantes de lo que pueda ocurrir hoy en estas elecciones presidenciales en Argentina. Si gana Milei, equi­libraría la disputa ideológica en América del Sur. Si triunfa Sergio Massa, la izquierda o el progre­sismo volvería a tener la hegemonía de dos déca­das atrás. Situación que también definirá el rela­cionamiento con las potencias del mundo y los grandes mercados. Es por ello que todos quieren meter las manos en estas elecciones.

Paraguay precisa fortalecer su servicio de rela­ciones exteriores. La formación académica y la carrera diplomática siempre serán insuficientes sin el carácter político. No estamos proponiendo supresión del mérito específico, sino la amplia­ción de la visión política, puesto que los últimos años más fueron los fracasos que las negociacio­nes exitosas. Porque los desafíos no se agotan con la Argentina, sino que se proyectan en uno de mayor porte como es la renegociación del Tra­tado de Itaipú. Los cartones universitarios solo sirven toda vez que no se acomoden a la claque de burócratas acartonados que desde hace déca­das domina y maneja a su antojo el Ministerio de Relaciones Exteriores. Funcionarios que por su misma edad ya deberían estar fuera del servi­cio diplomático, pero que por alguna misteriosa razón siguen prendidos a sus cargos. Es tiempo de medidas profundas, no de simples parches.

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