Argentina define hoy su futuro, nunca tan certero el lugar común, para los próximo cuatro años. Serán cuatro años para intentar superar la irritante crisis económica instalada por una acelerada inflación y la devaluación constante de su moneda. Los electores tendrán que elegir entre estrategias moderadas y planteamientos descabellados, según analizan expertos e intelectuales del país vecino. No se percibe un modelo proyectado como revolucionario y racional, al mismo tiempo.

Es decir, radical, pero realizable desde una perspectiva objetiva y científica. No se trata solamente de agitar y liderar la frustración de las masas, sino de que la “tierra prometida” esté al alcance de las manos. Que sea factible, concreta y palpable. En esas movedizas arenas se mueven quienes tendrán la responsabilidad de definir su propio destino. Algunas encuestas aseguran que no habrá segunda vuelta; otras, sin embargo, afirman que hoy no se tendrá un ganador definitivo. De ser así, los dos candidatos más votados volverán a enfrentarse el 19 de noviembre. Y el victorioso asumirá el cargo de presidente de la República el 10 de diciembre.Para evitar el balotaje o segunda vuelta, el más votado el día de hoy tendrá que alcanzar el 45 % de los votos válidos de los más de 35 millones de ciudadanos habilitados para sufragar. O, bien, el que obtenga el 40 % de los votos con una diferencia de diez por ciento sobre su inmediato seguidor.

Diferentes analistas, más allá de los sondeos de opinión, consideran esta posibilidad como poco probable. Sin desconocer que las Primarias Abiertas, Obligatorias y Simultáneas (PASO) del pasado 13 de agosto dieron un fuerte golpe a todas las predicciones fundadas en la lógica y el tradicional comportamiento de este electorado. Aunque, también, hay que recalcarlo, con un pronunciado ausentismo. El economista Javier Milei, del ultraderechista Libertad Avanza, fue el inesperado ganador de aquellos comicios. Su discurso antisistema, en contra de los políticos “chorros” (ladrones), de los subsidios y de los servicios públicos gratuitos en educación y salud, entre otros sectores, ha creado una inesperada y contradictoria adhesión de los grupos históricamente beneficiados con estas políticas de Estado, especialmente de los gobiernos que llegaron al poder con el emblema del Partido Justicialista o peronismo.

Milei parte como favorito en la percepción ciudadana y en los sondeos de preferencia. Especialmente dentro de una ancha franja de jóvenes. Es que El Peluca logró insertarse exitosamente en las redes sociales, ignorando los canales tradicionales de comunicación, con mensajes y contenidos que para muchos son ingeniosos y, por tanto, adaptables a sus vidas cotidianas. De acuerdo con el sociólogo y analista español Iago Moreno, es la nueva generación la que “está llamada a romper con un monopolio que el peronismo tuvo durante muchas décadas con la idea de la transgresión y de la reivindicación de horizontes alternativos”. Y es así, porque el peronismo fue reinventándose con cada candidato, aunque, es justo decirlo, para muchos dirigentes tradicionales, el Justicialismo fue perdiendo su esencia y hasta su denominación. Otros intelectuales, tanto de la Argentina como del exterior, creen que Milei es un botarate sin ideas. O que, en todo caso, ellas no son liberales, sino, tendiendo, más bien, hacia un populismo autoritario.

En el otro extremo se encuentra el actual ministro de Economía, Sergio Massa, quien arrastra sobre sus espaldas la debacle del gobierno vigente y que es su mismo signo político. Un devaluado presidente Alberto Fernández no pudo ser su apoyo político en estas elecciones. Su mayor respaldo, posiblemente, sea el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, de indiscutible formación intelectual e integrante del ala izquierdista del peronismo, quien en estos últimos días formuló una confrontación sin concesiones entre la fuerza de la doctrina y la influencia de las redes sociales. Según el ya mencionado Moreno, esta clase “de personalidades ya no cautivan a la juventud”. Contrasta, sin embargo, su opinión con la visión del viejo zorro de la política uruguaya, el expresidente José “Pepe” Mujica, quien una semana atrás declaró que “hay una economía para el resto del mundo; para la Argentina hay otra, porque siempre nos sorprende. Argentina es una cosa indescifrable. Es un país que tiene una mitología. ¿Cómo se explica que un ministro de Economía, con una inflación que tiene la Argentina, va a pelear la Presidencia? ¿Saben por qué? Porque tiene el respaldo de una cosa que no está conforme con él, pero que lo va a votar, que se llama peronismo. Porque ese animal existe. Es una mitología que tiene el pueblo argentino”.

Y, por último, o tal vez sea la primera (uno nunca sabe), se encuentra Patricia Bullrich, candidata de Juntos por el Cambio, aliada política del expresidente Mauricio Macri. Una dirigente de línea moderada que tratará de pugnar por la segunda vuelta. Con ideas claras y sensatas pretende ascender a la primera magistratura de la nación. Se la conoce como una persona académicamente bien formada y, sobre todo, con ideas sencillas, pero prácticas.

Hoy los argentinos tendrán que optar por el antisistema de Milei, la moderación de Bullrich o el mito político llamado peronismo que representa Massa. Para muchos, el final de la jornada electoral es una verdadera incógnita.

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