Apostando por seguir nego­ciando aun en medio de las diferencias, el Gobierno para­guayo está permitiendo que la Argentina pueda usar la energía para­guaya de Yacyretá, por la que adeuda, e insiste en que el vecino país debe dar cumplimiento a los tratados internacio­nales de libre navegación y eliminar el peaje y otros obstáculos. No es que Para­guay esté aflojando en sus reclamos, que son justos y de los que no descabalgará. Es que, más importante que la confronta­ción es la posibilidad de negociar y dirimir las diferencias de manera civilizada para seguir adelante con los grandes proyectos comunes. Una cuota de cordura en medio de un conflicto que no debería durar más tiempo.

Como cualquier tipo de enfrentamiento es siempre nocivo, las autoridades de nuestro país insisten en seguir conver­sando con las argentinas para que cesen sus agresiones y liberen sin condiciones el paso de camiones y barcos hacia el Para­guay. A la larga triunfará la tesis para­guaya, pero mientras tanto habrá que seguir soportando el comportamiento hostil de los argentinos con todo lo que ello implica en pérdidas económicas para las empresas y los trabajadores paragua­yos cuyo empleo está en peligro.

El director paraguayo de la Entidad Bina­cional Yacyretá (EBY) indicó que se ha normalizado el retiro de la energía para­guaya por parte de la Argentina y que en la actualidad está retirando alrededor del 90 % de la energía que produce la usina. Pero que todavía no pagó la totalidad de lo que adeuda por lo retirado en 2022, y tam­poco está al día por los gastos de funcio­namiento de la entidad, como había pro­metido.

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El Paraguay está cumpliendo con la cesión de su energía, pero la Argentina no lo está haciendo al no pagar el dinero que adeuda tanto por la energía cedida como por lo que le corresponde aportar a la EBY. Debido a ello está atravesando una dura crisis financiera que no le permite cumplir con los pagos de los compromi­sos que tiene, ya sea con los proveedores y deudas varias, lo que le impide avanzar en el cumplimiento de sus obligaciones.

El conflicto en la hidrovía ocasionado por la Argentina causa perjuicios muy gra­ves al Paraguay, ya que alrededor del 80 % de su comercio exterior, exportaciones e importaciones se realiza a través de los ríos de la zona, especialmente el Paraná.

Como Paraguay no tiene costas con el mar, se ve obligado a apostar al trans­porte fluvial para alcanzar los puertos marítimos, lo que lo ha hecho invertir en la adquisición en elementos para la navegación en los ríos Paraguay, Paraná y de la Plata. A raíz de ello se han reali­zado numerosas inversiones en todo lo necesario para hacer posible la navega­ción. Con las barcazas y remolcadores que moviliza tiene la mayor flota fluvial de Sudamérica y está en el tercer lugar en el mundo, luego de Estados Unidos y de China Popular.

La industria fluvial paraguaya da empleo a alrededor de 4.000 personas de manera directa y a cerca de 20.000 de manera indirecta, según estimaciones privadas. Pero por su decisiva contribución en el comercio exterior cumple uno los roles más importantes en la economía del país, más allá de la cantidad de personas a las que ocupa, ya que su papel de vehí­culo de lo que se vende y se compra es de gran trascendencia para la buena mar­cha del país. Debido a ello su situación no puede dejar de preocupar a la hora de evaluar la situación actual de la activi­dad económica.

La libre navegación de los ríos, sin tasas ni impuestos, y el fin de las barreras y otros obstáculos que impone la Argen­tina a barcos y camiones que traen o llevan mercaderías a Paraguay deben cumplirse estrictamente, lejos de los caprichos de los funcionarios de turno que han demostrado su capacidad lle­vando a su país a uno de los peores momentos económicos de su historia reciente. Porque para eso están los trata­dos internacionales vigentes.

Con el cumplimiento de las normas inter­nacionales nuestros países tendrán la garantía necesaria para trabajar en la consecución de sus objetivos económicos y sociales.

Pero para ello hay que arrinconar las pequeñeces y accionar con vigor las tareas de cooperación.

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