En los últimos días, las autorida­des argentinas parecen haber recapacitado y tratan de mejo­rar sus relaciones con las auto­ridades paraguayas. Algunos creen que existiría en estos momentos el propósito de negociar con nuestro país para supe­rar los inconvenientes. Eso es lo que ha dicho el vicepresidente en ejercicio de la Presidencia de la República que ha con­versado en los últimos días con las autori­dades del vecino país. Habría algunos ele­mentos que indicarían el ablandamiento argentino, lo cual es muy positivo. Porque a nadie le conviene continuar con la pos­tura hostil de los vecinos del Plata, que se traducen en hechos que causan perjuicios económicos a nuestro país. Estamos en los últimos meses del año y hasta ahora, en concreto, no han hecho nada para eliminar los obstáculos impuestos. Excepto algunas palabras y promesas que se acaban de conocer y que no sabemos si se han de cumplir.

El vicepresidente Pedro Alliana ha dicho que existen ciertos gestos y avances en el asunto relacionado a la hidrovía. “Yo creo que esto se estará discutiendo en el pleno del Mercosur, pero sí ya por lo menos se tienen algunos avances de mejorías con el tema del peaje que vienen cobrando. Nosotros seguimos sosteniendo que es injusto. Todo apunta a una reducción de las tasas hasta que se pueda reunir el Mer­cosur”, manifestó Alliana a un programa radial, el viernes último.

Reconoció que las conversaciones con las autoridades del vecino país fueron ya mucho más tranquilas y que hubo pro­puestas más claras. “El gesto que tuvo el Gobierno argentino, por lo menos de palabra, fue mucho más cordial. Estamos acercándonos a lo que nosotros veníamos reclamando. Esperamos hoy el borrador de un acuerdo en lo que respecta a la enti­dad Yacyretá, debido a que de palabras se pueden decir muchas cosas. Necesitamos un acuerdo serio, formal”, explicó.

Con relación a la deuda que tiene la Argentina con la Ande por la cesión de energía paraguaya de Yacyretá, Alliana habla de 93 millones de dólares, aunque los argentinos reconocen solo 87 millones de esa moneda.

“Estarán pagando 12 millones de dóla­res el martes, luego volverían a pagar ellos como piso 18 millones de dólares mensua­les por la cesión de energía e ir saldando la deuda que mantiene con Paraguay. La idea es poder saldar esa deuda para el mes de diciembre”, manifestó el vicepresidente.

Expresó que las conversaciones del jue­ves pasado en el Comité Ejecutivo de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY) fue­ron cordiales. Y reconoció que la tensión diplomática con Argentina se había dado por algunos compromisos hechos que no habían cumplido.

Hay que celebrar que se esté hablando de manera cordial con las autoridades del vecino país. Es un excelente comienzo. Pero no basta, porque lo que corresponde no son promesas o propuestas futuras, sino hechos concretos.

La Argentina debe levantar el peaje ilegal que está cobrando en el Paraná, porque no corresponde y constituye un atropello a la libre navegación de los ríos consagrada por tratados internacionales que no se pueden modificar con la resolución de una secretaría de Estado cualquiera. No se puede aceptar que disminuyan el monto del impuesto como una posible salida. Paraguay debe interponer el recurso del arbitraje como salida final. No se debe negociar para aceptar una medida ilegal que es una agresión económica.

Con relación a la energía paraguaya de Yacyretá que se le cede a la Argentina, hay que reconocer que es el arma más potente que tiene Paraguay para conseguir sus propósitos. Mientras no se elimine el peaje en el Paraná, nuestro país no debe ceder la energía que le corresponde, aun­que pague su deuda. Porque lo que está en discusión fundamentalmente no es la deuda, sino la libre navegación

El Gobierno debe enfrentar con inteligen­cia las viejas manías argentinas de hacer promesas que después no se cumplen. Los pagos de las deudas deben hacerse por la totalidad. Solo cuando se haya cubierto el débito existente, y sobre todo si levanta el peaje en el Paraná, recién en ese momento se debería volver a la cesión de la energía paraguaya en Yacyretá.

No hay que caer en la trampa de siempre: aceptar promesas y declaraciones ampu­losas que después terminan en la nada.

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