Hoy culminan los 5 años de man­dato de Mario Abdo Benítez a quien el voto ciudadano había designado como presidente del Paraguay con la promesa de que sería un gobierno de la gente, pero que ya en sus pri­meros años en el poder se había ganado el mote de “desastre ko Marito”, precisamente porque las decisiones fueron apartán­dose del bienestar popular opacándose por demás las buenas acciones que se pudieran rescatar de su administración.

El eslogan de la campaña de Abdo, “Gobierno de la gente” no trascendió, muy penosamente para la ciudadanía, principal­mente para aquellas personas que lo eligie­ron con su voto. Este gobierno fue de unos pocos, pero no de la gente.

No fue de la gente porque el poder no se enfocó en los aspectos que más golpean al pueblo. No se vieron esfuerzos centrados en la baja de precios de combustibles, comesti­bles, el tan esencial gas para la cocina fami­liar o en los pequeños copetines.

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Más indignante fue enterarnos a través de la prensa que, mientras la petrolera estatal Petropar congelaba los precios de los com­bustibles en las nubes, este gobierno enviaba millones de litros de gasoil a Bolivia a pre­cios más favorables que los de acá. Abdo había atribuido esta denuncia a la “pocilga” del Grupo Cartes, típica reacción de despre­cio de este cuando es acorralado por los tra­pos sucios de su gobierno.

La inseguridad aumentó al galope con orga­nismos de seguridad infiltrados por delin­cuentes, la educación se frustró con la meta incumplida de conectividad que sigue pri­vando a nuestros niños, niñas, adolescentes del acceso a una de las herramientas innega­blemente necesarias en el estudio que es el internet.

El ciudadano que pasa horas esperando un colectivo con un sistema de transporte público más podrido que nunca, la ama de casa que va con un G. 100 mil a la despensa o al supermercado y debe arañar para alcan­zar la semana, los periodistas que denun­ciaron enormes negociados con licitaciones públicas y peor aún, la corrupción en com­pras de emergencia durante la pandemia del covid-19, la escasez de medicamentos para tratar a los pacientes con saldos de miles de familias enlutadas también son el reflejo de un gobierno que no fue de la gente.

El “Chepiko moõ aikuaáta, no soy médico”, que durante la inauguración de un parque sanitario Abdo dijo a un hombre que pidió medicamentos para salvar la vida su her­mano afectado por el covid, ejemplifica fría y crudamente que se va un gobierno que no es de la gente.

Los grandes casos de corrupción en pande­mia por licitaciones direccionadas, sobre­facturadas, amañadas hasta más no poder que, a raíz de las fuertes presiones ciudada­nas el hasta hoy presidente Mario Abdo tuvo que descabezar instituciones, son dolorosas secuelas que ratifican que este gobierno no fue de la gente. Las vacunas que no llegaron en el tiempo prometido pese a los megaprés­tamos que nos enchufaron hasta las genera­ciones posteriores con el agravante de anti­cipos no recuperados por dosis no recibidas son otros ejemplos que matan cualquier reconocimiento hacia los salientes.

El inolvidable “¿me vas a echar? ¡Qué miedo tengo!” que respondió Abdo en forma de burla a una concejal de la ciudad de Presidente Franco cuando esta le dijo que si él se divorcia del pueblo y sus necesidades no va a cumplir sus 5 años de gobierno son otras muestras de su indiferencia al sentir de la gente.

Un marcado entreguismo con el acta secreta de Itaipú y una angurria sin límites para disponer de millonarios presupuestos que tienen camuflados negocios familiares como obras de la gente orientándose for­tuna en asfaltados, uno de los pocos logros de los que se jacta la administración Abdo. Detrás de los miles de kilómetros de rutas, sin dudas hay que darle el mérito de que fue “un récord”, se disparó la facturación de la empresa de asfalto del jefe de Estado que quedó al mando de uno de sus hijos durante su mandato.

Nuestro diario confirmó que de ganan­cia anual de G. 1.814 millones en 2013, la empresa de asfalto en la que Abdo puso al hijo en su reemplazo subió a G. 92.647 millo­nes en 2021, siendo los años de pandemia los más dorados en facturación.

Otro hecho entreguista para no olvidar fue el acuerdo secreto extrajudicial para pagar USD 7 millones a un proveedor argentino cuando no había razones válidas, que se frenó al ser filtrado el caso.

Por obras de la vida, no hay mal que dure 100 años y hoy se va este gobierno que no es de la gente. Quedan muchas deudas y la administración entrante tiene la obligación de saldarlas.

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