La consigna del gobierno entrante de que la gente debe volver a tener plata en sus bol­sillos tiene como principal foco de expectativas el liderazgo que pueda recuperar la petrolera estatal, Petropar.

Sin lugar a dudas, el primer gran com­bate a la crisis económica será bajar los precios de los combustibles, una pro­mesa que viene sosteniendo fuerte el equipo del presidente electo. Esta situa­ción, de entrada, también deja en evi­dencia la debilidad política del gobierno saliente, que en los últimos años se des­entendió del tema al punto que ni en los discursos se hacía referencia sobre la necesidad de estrategias para respaldar las finanzas de la población mediante acciones que tornen más competitivos los precios de los carburantes.

Los primeros días de gestión del próximo gobierno suenan alentado­res porque anticipan todo el empeño en bajar los precios de los combustibles. Lógicamente esto implica menos costos para la economía en logística, en la pro­ducción, distribución, etc.

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El futuro ministro de Hacienda seña­laba en estos días la necesidad de recu­perar el liderazgo de Petropar y que la empresa estatal vuelva a tener inciden­cias ventajosas en la calidad de vida de la gente. En este objetivo es fundamen­tal que la petrolera del Estado lleve la iniciativa de la reducción de precios y los demás emblemas lo sigan, como ocu­rría anteriormente.

Los números de Petropar no son alen­tadores, alertó ya el elegido presidente de la empresa estatal. Sin embargo, sos­tuvo que es posible empezar a revertir la situación, mediante una gestión enfo­cada en aumentar las ventas y mejorar todas las líneas de costos, entre ellos, los precios de adquisición de los provee­dores, así como los gastos internos de la estatal.

Los economistas en general coinciden en que los precios de los combustibles ya debían reducirse, sin embargo, los altos costos y el despilfarro que hicie­ron con los recursos de la petrolera estatal estancaron toda iniciativa que pudiera apiadarse de la sufrida ciuda­danía.

Nos hicieron daño y continúan hacién­donos daño hasta el último momento en este gobierno. Con todas las voces de especialistas y la postura asumida por los sucesores, las actuales autoridades no son capaces de optimizar recursos para generar condiciones que alienten a mejores ofertas de los carburantes.

Han rapiñado hasta más no poder Petropar. Lo dijo también el electo ministro de Hacienda: “Trabajaron para cualquiera, menos para el pueblo”, esta cruel realidad se torna un difícil pero no imposible desafío.

En el proceso de transición dentro de la institución y los primeros datos arro­jan números muy negativos respecto a la gestión de los últimos cinco años. Solo en el primer semestre de este año, la petrolera registró una pérdida de USD 23 millones. También puede llegar a sorprender negativamente convenios logísticos y con proveedores, además de la cantidad de personal incorporado, comisionados, licitaciones con obra retrasada como la línea de molienda en Mauricio José Troche, festín de com­pras, etc.

Esta situación torna ineludible la reali­zación de auditorías profundas que res­caten los recursos estatales y recupe­ren cada guaraní que corresponde a las cajas de la petrolera.

Amerita también el buen comporta­miento de la clase política. Dejar un poco de lado las ambiciones sectoriales y solidarizarse con una causa justa res­paldando a las autoridades que tienen la enorme responsabilidad de llegar a la gente con mejores ofertas cuidando los intereses del Estado paraguayo.

La clave de reactivación económica se traduce en gran manera en la gestión que se pueda realizar en Petropar. Con­centrar esfuerzos para que la empresa estatal sea saneada y opere con tranqui­lidad es una imperante necesidad y una obligación de todos los sectores vincu­lados a la misma.

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