Si hay un rubro que quemó, que hasta se puede deducir que incineró a este gobierno en sus iniciativas y discursos contra el tráfico de drogas como el crimen organizado, es la próspera narcoexportación, principalmente de cocaína, que periódicamente cae en varios puertos del mundo, en su mayoría en Europa.
Un mazazo a la imagen país volvió a dar la incautación de 10 toneladas de cocaína en el puerto de Hamburgo, Alemania, cuyo origen se atribuye a Paraguay. Penosamente, la coca Made in Paraguay sigue siendo descubierta afuera, mientras que los controles en nuestro país siguen haciendo la vista gorda.
El lamentable auge de narcoexportación consolidó un negocio que mueve, desde el 2020, unos USD 25.000 millones, según el informe que había socializado hace un año el senador Enrique Riera. Las megacifras siguen intactas y continúa siendo mayor la droga que cae en puertos del mundo que lo que pillan nuestras autoridades locales. Esto hace que las estimaciones hayan aumentado a USD 26.000 millones en cuestión de meses.
Desde los trascendidos de lo que mueve el tráfico de drogas que tiene como corredor logístico a nuestro país continuaron saltando por ejemplo el decomiso en octubre de 2022 de 653 kilogramos de droga en Uruguay; en noviembre otros 648 kilos en Bélgica; en mayo se incautaron 140 kilos en Brasil; todas desde Paraguay, hasta esta última megacarga de 10 toneladas de vuelta en Hamburgo, Alemania, que se constituyó en los últimos tiempos en la puerta de acceso a Europa de la droga que proviene de Sudamérica, esto teniendo en cuenta el gran caudal de contenedores que llega a diario y en los que se buscan camuflar el cargamento.
En los años que lleva este gobierno han trascendido al menos dos docenas de decomisos de “cocaína paraguaya por exportación” en países como Argentina, Brasil, Uruguay, Alemania, Bélgica, España, Países Bajos y Portugal. Cada tanto, el presidente y sus colaboradores se encuentran en el ojo de la tormenta y ante una ciudadanía cada vez más desconfiada de las acciones institucionales.
Hace unos meses la Dirección Nacional de Aduanas promocionó con bombos y platillos la incorporación de la tecnología a los puestos de control mediante 8 scanners nuevos, además de otros 10 detectores manuales que representaron unos USD 20 millones y la promesa era no dejar pasar un solo contenedor sin scanear.
La megainversión queda ridiculizada ante el megacargamento que cayó tres meses después de la inauguración de la tecnología que no iba a dejar escapar cargas contaminadas. Lo que decían los medios críticos de comunicación, se cumplieron, lastimosamente.
Al final las millonarias compras dependen del ojo humano tan vulnerable en su honestidad y hoy una vez más somos centro del escándalo por otro caso de narcoexportación. Como ocurre generalmente, capaz el peso de la responsabilidad caerá en aquel funcionario de última línea a quien posiblemente atribuyan el guiño, así los altos jefes y este gobierno se lavan las manos.
Más de una veintena de decomisos en los últimos años hacen que nuestro país sea tema de burla a nivel internacional. Los discursos siempre giran en torno al compromiso de castigar a los responsables, pero sigue saliendo droga desde el Paraguay, evidentemente la medida de cambiar soldados de lugar no es lo más efectivo.
Tenemos que empezar a pedir rendición de cuentas a las cabezas de este gobierno, que por cierto está muy quemado en sus iniciativas de frenar la narcoexportación. No podemos conformarnos con la rotación de subalternos, los mandamases de turno deben brindar explicaciones y asumir sus responsabilidades.
Es demasiado grande el daño que se le hace al país con la deshonestidad en los controles como para tolerar encubrimientos de elementos del poder podrido que tienen sus piezas clave en las operaciones del comercio exterior.
La Justicia debe investigar hasta desmantelar todas las roscas de desleales a los intereses del Estado y aplicar todo el peso de la ley para que paguen sus culpas. Estos eventos bochornosos de incautaciones de droga con logística desde nuestro país resultan peligrosos y espantan potenciales inversiones que tanto necesitamos para reactivar la economía.
Acabar con el ilícito del envío de droga es un objetivo impostergable si queremos recuperar la seriedad como país y el estatus para el arribo de capital.