El nuevo gobierno deberá tener suficiente capacidad de gestión para articular acciones abocadas a mejorar la salud pública, pese a los grandes agujeros que seguramente encontrará. Se requiere llegar con mayor cobertura sanitaria y en todo el país para que nuestra gente tenga acceso a servicios de calidad en sus comunidades. En el objetivo mencionado es impostergable iniciar un proceso con miras a ir erradicando la limitación en la cantidad necesaria de médicos y enfermeras. Esto significa además dignificar las condiciones para estos profesionales que deben velar por la salud y la vida de los habitantes de este territorio.
Hoy tenemos, por ejemplo, enfermeras profesionales con años de servicio en la salud pública que trabajan con contratos anuales, que son despojadas de derechos laborales fundamentales, que es inadmisible en un Estado eficiente en su funcionamiento y en la seguridad de sus ciudadanos. La tarea que realizan estos servidores de blanco es elemental en cualquier ámbito sanitario y el 70 % del servicio de salud está conformado por personal de enfermería, sin embargo, existen deudas históricas que deben comenzar a saldarse.
Necesitamos de 25.000 a 30.000 personas en el área de enfermería para cubrir el servicio de salud pública. Los que están trabajando en el sistema público, tenemos más de 18 mil mencionaban desde el gremio de enfermeros en estos días. La ecuación que habían realizado estima que existen 20 enfermeros por cada 10 mil habitantes y que esto representa un faltante de profesionales en los centros asistenciales, a la par de que unos 2.000 están desempleados.
Cerca del 50 % del personal de enfermería estaría trabajando sin seguridad social, lamentable.
La pandemia nos hizo ver en su momento la cruda realidad, cuando veíamos nuestros hospitales colapsados, la débil infraestructura, escasa de especialistas en terapia intensiva que no daban abasto. El Gobierno había catalogado al personal de blanco como héroes en tiempos de guerra, pero ese reconocimiento rápido se esfumó y los seguimos subvalorando.
Hace unos meses, especialistas internacionales que visitaron nuestro país habían señalado avances en nuestro país en el rubro sanitario, pero alertaron de la necesidad de que en Paraguay se necesitan más especialistas en el rubro de la medicina, más enfermeras, dentistas, epidemiólogos, especialistas que puedan apoyar la atención sanitaria en las salas de cuidados intensivos y expertos que puedan atender a la vulnerable población de la tercera edad.
No se discute que la infraestructura sanitaria requiere ser fortalecida, pero sin la dotación y sin la dignificación de los recursos humanos en salud pública, el desafío de llegar a la gente con servicios de calidad.
Las emergencias sanitarias que tocan periódicamente suelen ganarnos por goleada, no tenemos capacidad de respuesta rápida y la ciudadanía debe deambular pasillos de nosocomios, rogando atención médica.
La escala salarial que no compensa para un nivel de vida un poco más alto hace que cientos de profesionales deban necesariamente rebuscarse por labores paralelas en el sector privado. Es así como contamos con un personal de blanco continuamente acogotado, cansado y en estas condiciones atender los problemas de salud que aquejan a la gente.
Si el objetivo es brindar calidad, esto significa reivindicar a nuestros profesionales de blanco. Contratar mayor cantidad de médicos y enfermeros, de lo contrario no avanzaremos en el proceso de una mejor calidad en los servicios básicos garantizados en nuestra Constitución Nacional.
Médicos, enfermeros y personal vinculado al área de la salud en condiciones de trabajos más sanos, en mayor cantidad con turnos más distendidos implica más cercanía con la gente y evidentemente eso se traduce en atención de calidad.
Nuestros hospitales deben estar copados de profesionales a gusto en la misión de contener y sanar. La ciudadanía a su vez debe exigir avanzar en este proceso de mejorar la salud pública con infraestructura modernizada, especialistas acordes a la demanda y salarios dignos.