El Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE) es, probablemente, la institución más creíble del Paraguay, incluso, por encima de quienes en el pasado ostentaban dicho mérito: los medios de comunicación y la Iglesia católica. La gente aprendió a evaluar antecedentes, comportamientos vivenciales y productos finales para juzgar la conducta de los hombres y las organizaciones.

Y la máxima instancia para escrutar los diferentes niveles comiciales, entiéndase municipales y generales, hasta el presente, ha demostrado una actuación prácticamente impecable. Sobre todo en cuanto a la calidad y efectividad de su Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP) que, en las últimas décadas no ha merecido grandes reparos de parte de los participantes del ruedo democrático de someterse al veredicto de la voluntad popular. Es la misma entidad, aunque con otros integrantes, que en el 2008 anunció la derrota de la Asociación Nacional Republicana (ANR), después de 60 años de ininterrumpida hegemonía. Resultados que no fueron cuestionados por quienes conocieron la adversidad en aquella memorable fiesta cívica.

A contrario, tuvieron la grandeza de asumir el fracaso y felicitar al triunfador.Sin que existan razones o argumentos sostenidos en realidades, o siquiera sospechas a partir de procedimientos dudosos, el candidato de la Concertación Nacional opositora, Efraín Alegre, pretende afanosamente instalar la idea de que el TSJE no es “de confianza” y que, por tanto, montará su propio sistema de “resultados rápidos”, de modo a tener, mucho antes que el TREP, “los verdaderos resultados”. Y advirtió, amenazante: “¡Atentos, los ministros!”. Para que no digan que sus expresiones fueron manipuladas, distorsionadas o descontextualizadas, utilizamos la crónica de otro medio, un medio amigo de Efraín: “Estamos trabajando, luego vamos a mostrar a todos los medios (de comunicación) para que vean la tecnología y toda la estructura creada, para poder tener una hora y media después del cierre, tener los resultados por nuestros propios medios (sic)”. Se adelantará, manifestó, a la Transmisión de Resultados Electorales Preliminares. ¿Cuál es la intención? Sencillo. No va a reconocer el escrutinio de la voluntad popular. Ya se está declarando anticipadamente ganador y, por supuesto, no aceptará los datos estadísticos proporcionados por quienes son los únicos responsables de comunicar oficialmente al público el balance comicial del 30 de abril de este año.

El presidente del Partido Liberal Radical Auténtico que hoy encabeza la Concertación, Efraín Alegre, puede realizar todos los conteos paralelos que se le antoje, disponga o quiera. No es ese el quid de la cuestión. Lo peligroso –esa es la palabra correcta– es que ya anunció formalmente que no se someterá a los resultados de la Justicia Electoral, “por sus acostumbradas manipulaciones”, por lo que, reiteramos, adelantará su “propio conteo preliminar”. Ahí, sí, se originará la verdadera manipulación, preparando el terreno para denunciar “un monumental fraude”, si es que la instancia institucional electoral no le da como ganador. Por eso es peligroso. Porque está predisponiendo los ánimos de un sector de la población a rebelarse contra los informes del TREP, si resultaran adversos a sus pretensiones. Y de lo que pueda ocurrir habrá un bien identificado responsable: Efraín Alegre.

El dos veces perdedor de elecciones presidenciales (2013 ante Horacio Cartes y el 2018 frente Mario Abdo Benítez), con esta estrategia que solo desnuda su desesperación por el estancamiento de su candidatura, ya se está declarando triunfador antes de las elecciones. Ni el dictador Alfredo Stroessner se animó a tanto. Le está diciendo claramente a la sociedad que su conteo rápido es el único fiable. Y aquí viene lo interesante: una organización no gubernamental tendrá a su cargo ese trabajo. Será una prueba de fuego para ella. Veremos si es capaz de responder con objetividad a este desafío o si solo acatará las instrucciones de sus mentores, que son, al mismo tiempo, candidatos de la Concertación Nacional, para una deliberada distorsión de las voces de las urnas. Si resuelve optar por lo último, sus integrantes serán simplemente cómplices de Efraín Alegre. Y así les recordará la historia. Así les juzgará la sociedad. Y habrán perdido para siempre cualquier atisbo de credibilidad.

A un mes de los comicios generales, el “ganador moral” de todas las elecciones en las que perdió, no acepta más árbitros que sus propios árbitros. Es la democracia donde mejor se perciben los autoritarismos. A los que no se adecuan a las reglas de las instituciones. A los que quieren entrar por la ventana al Palacio de López. A los que predisponen a sus seguidores a enfrentamientos callejeros. Los obnubilados por la desesperación que, en su obsesión por el poder, no miden las consecuencias de sus actos. Los demás candidatos están obligados a pedir calma y cordura a sus adherentes. A no caer en provocaciones. A esperar en la tranquilidad de sus hogares los informes del TREP. No se puede torcer la voluntad popular por el capricho de unos cuantos atolondrados que se creen por encima de las leyes y de la misma sociedad. El Partido Colorado, víctima encarnizada de los improperios de Alegre, ya ha demostrado su inalterable apego a la democracia cuando en el 2008, por primera vez en la historia política del Paraguay, el gobierno pasa de un partido a otros sin que suene un solo disparo. O corra una sola gota de sangre. De ese partido vilipendiado por un sector de la oposición, Efraín Alegre tiene mucho que aprender.

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