En una entrevista en otro medio de comunicación el jueves último, Bruno Defelippe, candidato a senador y esposo de la aspirante a la Vicepresidencia de la República Soledad Núñez, no escatimó descalificativos para manifestar su malestar y su intolerancia a las tapas de nuestro diario en las que se vienen divulgando las encuestas de varias consultoras que le dejan en desventaja a su grupo político.

Sin embargo, sus expresiones de descrédito no le fueron suficientes en el descargo de su rabia y dijo al periodista que lo entrevistaba: Habría que “prohibir” las publicaciones de La Nación, evidenciando de esta manera su intransigencia hacia el pensamiento diferente al suyo y desnudó su espíritu autoritario.Defelippe como Soledad Núñez, conocidos oenegeístas por el acaparamiento en varias organizaciones no gubernamentales que aterrizaron a la arena política valiéndose del discurso de la transparencia, la democracia, pero el relato se extingue con el planteamiento de “prohibir” a un medio de comunicación. Esto es sin dudas censura pura y dura, pero fundamentalmente es inconstitucional.

Se le cayó la careta de demócrata al candidato de primera línea de la Concertación, nada menos que al esposo de la candidata a vicepresidenta de este grupo. Su actitud ante las opiniones que le son adversas es autoritaria, lo que indica que él es autoritario con su expresión “habría que prohibir” a La Nación desnudó su escasa y casi nula tolerancia hacia la libertad de prensa, garantizada en el artículo 26 de la Constitución Nacional.

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Podemos recordarle expresamente lo que dice nuestra Constitución Nacional en el mencionado artículo 26: “Se garantizan la libre expresión y la libertad de prensa, así como la difusión del pensamiento y de la opinión, sin censura alguna, sin más limitaciones que las dispuestas en esta Constitución; en consecuencia, no se dictará ninguna ley que las imposibilite o las restrinja. No habrá delitos de prensa, sino delitos comunes cometidos por medio de la prensa. Toda persona tiene derecho a generar, procesar o difundir información, como igualmente a la utilización de cualquier instrumento lícito y apto para tales fines”.

Embretado por las reacciones de varios referentes del rubro periodístico y político que han peleado por la libertad de prensa, Defelippe intentó sortear mejor suerte retocando algunas frases; sin embargo, fracasó en su argumento ya que sus palabras fueron bien contundentes al apuntar a vetar al diario La Nación.

Defelippe y capaz no muy lejos su esposa, Soledad Núñez, ya que ambos comparten las mismas arengas en sus campañas, son falsos en las intenciones que pregonan. Ni son transparentes, ni practican la democracia, de lo contrario hubieran proporcionado rendiciones claras de cómo se financia el dinero que reciben detrás de proyectos sociales, de gobernanza, etc.

Defelippe dijo que “habría que prohibir” a un medio de comunicación que publica información no favorable para sus aspiraciones políticas. Su esposa, Soledad Núñez, es candidata a vicepresidenta y ante las declaraciones del candidato a senador opta por el silencio, una sola manifestación realizó sobre el punto, reserva que no demuestra su férrea defensa de la democracia, la libertad de prensa, de pensamiento que quiere hacer creer.

La conducta del candidato a senador resulta peligrosa porque se trata de una persona que aspira al poder político al igual que su cónyuge que tanto habla de democracia y en teoría rechaza el autoritarismo.

Si en medio de una campaña política no pueden con el genio autoritario de avasallar, acallar a quienes no comulgan con sus ambiciones personales y proselitistas, qué podría esperarse en caso de que ocurra el milagro de ganar las elecciones y administrar el país. El escape que sufrió Defelippe es una señal de alerta, una amenaza que puede ser muy perjudicial desde un espacio de poder.

Represalias de censura y atentado contra la libertad de prensa como la postura del esposo de la candidata de la Concertación deben ser desterrados de este país. La democracia, el pluralismo son herramientas esenciales en el desarrollo de cualquier territorio y aquí no podemos permitir de que personajes inmaduros en la política, sin tacto, formulen pretensiones de prohibiciones para un medio de comunicación que no se alinee a sus intereses particulares y electorales.

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