Es triste que otra epidemia someta de vuelta a la ciudadanía a faltas que ridiculizan al Estado en sus funciones y atentan contra la salud de su gente.La ola de casos de chikungunya hizo que el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social (MSPyBS) declare epidemia en el país por este virus. Sin embargo, este enunciado no generó consigo demasiadas estrategias ni de prevención ni de tratamiento, por lo que hoy tenemos centenar de internados, de los cuales más de 50 son niños menores de 1 año.
No hemos combatido el problema de raíz con una limpieza general ni eliminación de criaderos de mosquitos. Tampoco se ha visto mayores inversiones sanitarias para atender a los afectados por el chikungungya, dengue y demás virus.
Afrontamos con muchas limitaciones al covid-19 y hemos lamentado miles de vidas, sufrimos el luto de tantas familias. Mucha plata se dispuso para apoyar atenciones médicas, el país se portó para aprobar el millonario préstamo de los US$ 1.600 millones de entrada a la pandemia para fortalecer el sistema sanitario, pero lastimosamente seguimos sufriendo carencias.
En estos días, nos enteramos que la causa de superpoblación de consultas en dos hospitales, uno de ellos el de San Lorenzo, se debe básicamente a que es una de las únicas unidades de Salud que cuentan con laboratorio para confirmar diagnóstico de chikungunya. Además de este nosocomio, el de Lacimet y Medicina Tropical son los otros que cuentan con los reactivos y demás para análisis de chikungunya, desde hace unos meses.
Los demás hospitales, centros de salud y regionales de salud deben acudir al laboratorio central para confirmar casos de chikungunya. Lamentable, desde todo punto de vista.La directora del Hospital Nacional de Itauguá también manifestaba con tristeza de que hace 6 meses están sin los reactivos necesarios para los estudios de casos de chikungunya, además de otras miserias, como la cantidad insuficiente de jeringas y otros insumos médicos.
En entrevista, la directora del Hospital de Itauguá sostuvo que el problema es que la licitación para la adquisición de los reactivos se encuentra estancada hace 6 meses por guerra desatada entre proveedores. Plantean protestas que tienen trancado el proceso licitatorio, penoso esquema que va, en este caso puntual de Salud Pública, contra la vida de la gente.
Es sabido de estas guerras entre proveedores dentro de las licitaciones, sin embargo, ante semejante frialdad de los privados que evidentemente se enfocan a sus negocios y es válido, desde la cartera sanitaria no han sido capaces de movilizarle al séquito de asesores técnicos, jurídicos, expertos para allanar otros caminos en busca de soluciones para esta coyuntura que está sacrificando la salud de la ciudadanía en general.
Existe la vía de la urgencia impostergable y la compra por excepción para casos que apremian y la epidemia de chikungunya es más que justificable para ello. Un decreto declarando situación de emergencia considerando el estado de los hospitales, la falta de insumos puede ser una vía inteligente, sin embargo, pese a la cola de pacientes que acuden a los centros asistenciales públicos, nadie acudió a este recurso que, bien utilizado, podría ayudar mucho a la realidad.
Mientras tanto la ciudadanía debe desangrar sus bolsillos para acudir a laboratorios privados en busca de estudios para detectar la presencia del virus en la sangre. Es comprensible que esto sea negocio de los privados, no hay que desmotivar el comercio en el sector privado, lo que es intolerable es el abandono en la atención y el servicio de análisis a quienes más necesitan del Estado.
La desidia nos carcome en toda la cadena de instituciones involucradas en atender estas epidemias que incluso son estacionales, se generan en períodos del año plenamente identificados desde hace años, pese a ellos nos toma desprevenidos. No tenemos las condiciones de afrontar la expansión del mal, pero tampoco insistimos como sociedad para erradicar los reservorios de larvas y seguimos criando mosquitos en los distintos rincones de nuestras urbes y domicilios.
Si las municipalidades no asumen el rol del cuidado que deben tener de sus respectivas jurisdicciones, el problema será mayor. Sin plan de educación bien agresivo que condicione a multas y sanciones, continuaremos dando vida a estos vectores que trasmiten dengue, chikungunya, etc. Si desde el Ministerio de Salud no fortalecemos el sistema priorizando lo urgente y aplicando estrategias contra los vicios de quienes se dedican al negocio de proveer al Estado, prolongaremos las ataduras al esquema perverso.
Las instituciones que tienen cuota de responsabilidad en este tipo de coyuntura deben superar la incompetencia y la ciudadanía tiene el derecho de exigir mejor servicio, mejores resultados en el combate contra las plagas que arriesgan la vida.