En el local más importante del Gobierno Nacional, el Pala­cio de López, se reunieron el miércoles los principales res­ponsables de la salud pública con auto­ridades municipales, departamentales y altos funcionarios. El motivo no era ren­dir homenaje a alguna personalidad de la política o recordar alguna fecha histó­rica relevante. Fue para llamar la aten­ción sobre la grave situación de la salud que está ocasionando el chikungunya, lamentablemente de moda, que está oca­sionando el más terrible golpe al bienes­tar de la población nacional luego de la pandemia del covid-19.

El ministro de Salud Pública, Julio Borba, refirió en la ocasión que existen alrededor de 18 mil casos de la enfer­medad en todo el país, con 103 personas internadas hasta el fin de semana último. Estimó que los fallecidos serían 14, sin descartar que el número fuera superior teniendo en cuenta que la contabilidad oficial no siempre abarca la totalidad por falta de suficiente información.

Llamó la atención sobre el hecho de que muchos de los afectados son niños y ancianos, ya que 16 menores de 1 año estaban internados y otros 60 individuos son personas mayores de sesenta años, de los cuales 25 tienen más de 80 años de edad. Recordó que el 19 de enero, tres semanas atrás, había solo 40 pacientes internados y algo más de 2.000 casos de infectados en todo el país. La extraor­dinaria progresión indica que en veinte días el número de enfermos se incre­mentó en 800 por ciento.

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Aportó otro dato fundamental: más del 95% de los hogares visitados por los fun­cionarios de Salud en Asunción y en el departamento Central tienen criade­ros de mosquitos, lo que explica la rápida expansión que está teniendo la enferme­dad. Es decir, casi la totalidad de las casas tiene al terrible enemigo en su propio patio, y probablemente no lo sabe.

Para evitar equívocos, conviene hacer algunas definiciones: El chikungunya es una enfermedad viral que está causada por el virus chikungunya, que se trans­mite por la picadura del mosquito aedes aegypti, que causa también otras dolen­cias, como el dengue, un viejo conocido. Ocasiona fiebre alta, dolor de cabeza, dolores en las articulaciones y dolor mus­cular, alrededor de tres a siete días des­pués de ser picado por el mosquito infec­tado con la dolencia. No existe vacuna contra el mal. La atención médica se reduce a dar las medicinas que combaten la fiebre y los dolores, sin tener una droga específica para este padecimiento.

En estos momentos el país enfrenta esta epidemia que se va expandiendo muy rápidamente y necesita urgentes medi­das para enfrentarla. Aparte de las auto­ridades sanitarias y políticas, el principal protagonista debe ser la ciudadanía, cada persona que debe cuidar su hogar del ata­que del insecto. Ya está identificado el enemigo, el mosquito. Y la única manera de combatirlo efectivamente es evitando los criaderos, sea en lugares públicos como en sitios privados, además de fumi­gar los lugares donde pueden estar aloja­das las colonias de estos insectos.

La mejor vacuna contra esta enferme­dad que no tiene remedios medicinales específicos es la conciencia del problema y la única actitud aceptable es combatir al agente que la provoca. Por eso el Gobierno, los municipios, las entidades de bien tie­nen que hacer una intensa campaña de concientización de la ciudadanía para evi­tar los criaderos. Hasta ahora es muy tibia la ofensiva mediática y propagandística de las autoridades nacionales, que se debe intensificar con mucha fuerza para llegar con intensidad a la mayor parte de la gente.

Los medios de comunicación tienen que sumarse denunciando la negligencia de las entidades que no cooperan y divul­gando las recomendaciones para hacer que el ciudadano común adquiera la con­ciencia necesaria. Con semejante ene­migo mortal amenazando no se puede actuar de manera irresponsable no haciendo nada, pues el castigo es el pade­cimiento físico de miles de personas y el fallecimiento de muchas.

Ante el chikungunya mortal que nos acecha en estos momentos no cabe otra conducta que la lucha total, por todos los medios y en todos los frentes para que no se expanda el virus. Si el mal pudo llegar hasta donde está es por la falta de con­ciencia y de cuidado de mucha gente, lo que ya no se debe permitir.

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