La cíclica bajada que afecta a nuestra hidrovía Paraguay–Paraná, principa­les corredores logísticos de nuestro comercio, merece avanzar a solucio­nes más sostenibles en el tiempo y que vayan supliendo a los dragados realizados cuando las condiciones se tornan críticas, porque solo se reducen a medidas paliativas.

Es sabido que los brazos hídricos más impor­tantes concentran el 80 del tránsito del comer­cio del país que, además de los golpes naturales de las sequías, ahora afronta otro problema que es la imposición de cobro de peaje por parte de la Argentina dispuesto de manera arbitraria por el vecino país, socio nuestro en el Mercosur desde el 1 de enero de este año.

Estas situaciones son las que deben concentrar a nuestro gobierno y a nuestras autoridades, debido a que se traducen en costos elevadísimos que penosamente constituye un perjuicio para la eco­nomía que impacta en el bolsillo de la gente.

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Si bien en estas dos últimas semanas se abrieron algunos puntos críticos del río Paraguay, toda­vía las soluciones son parciales, considerando el estudio técnico para la mejora de navegabilidad que vienen pidiendo desde el sector logístico a través de un plan maestro de transporte fluvial que sea integral.

Las estimaciones divulgadas señalan que entre 10 y 11 millones de toneladas de productos naciona­les se mueven anualmente por la hidrovía Para­ná-Paraguay. Además, con casi 3.000 embarca­ciones, nuestro país tiene una de las flotas más grandes del mundo.

Referentes del sector naviero vienen reiterando la necesidad de avanzar hacia un plan maestro con estrategias y políticas que garanticen el fun­cionamiento logístico por la vía fluvial, que es el principal canal logístico de las importaciones-ex­portaciones.

El transporte fluvial es el más eficiente por el menor consumo de energía por carga (eficiencia energética), que lo vuelve más ventajoso y seguro. Sostener el rubro debe formar parte de la agenda prioritaria de este como del gobierno siguiente.

Pese a ser el más eficiente, los sobrecostos no se pueden contener cuando los efectos climatológi­cos como la sequía o las decisiones políticas jue­gan en contra. La imposición de cobro del peaje por parte de la Argentina puede generar encare­cimiento del transporte fluvial de US$ 50 millo­nes anuales, indican desde el sector naviero.

No hay apertura por parte de Argentina de rever o renegociar el arancel del costo del peaje estable­cido de US$ 1,47 por tonelada de registro neto, al menos esta es la información que surgió de la reu­nión número 57 de la Comisión del Acuerdo de la Hidrovía que se realizó el jueves pasado a peti­ción urgente de Paraguay. Se sumaron al reclamo de eliminar el peaje; Brasil, Bolivia y Uruguay, países signatarios del canal fluvial, sin embargo, no hubo resultados favorables a la solicitud.

A partir de esto, Paraguay como los demás paí­ses deberán emprender un estratégico proceso de conversaciones diplomáticas en las que vayan sorteando recursos legales para que se respeten las normas que rigen en los tratados internacio­nales.

Estas son las agendas que nos deben ocupar en estos momentos de duras secuelas económi­cas pospandemia. Dejar de atormentar al país con maniobras políticas expresamente ceñidas a intereses electorales, priorizando los de la ciu­dadanía que ya sabe perfectamente lo que le con­viene y para ello cuenta con el recurso del voto y sabrá cómo aplicarlo en el momento que la toque acudir a las urnas.

Factores externos, limitados a intereses políti­cos, no deben desestabilizar al país. Apuntar a urgencias como mejorar los canales fluviales para seguir facilitando el comercio exterior es un obje­tivo prioritario. Las autoridades tienen que inte­resarse en esta coyuntura y aunar esfuerzos con miras a las soluciones que requieren el resguardo de nuestro transporte a través de la hidrovía.

La Cancillería paraguaya tiene el gran desafío en medio de este conflicto generado con la impo­sición de la Argentina. El Gobierno necesaria­mente debe dar muestras de interés en instalar esto como una agenda común que convoque a toda la región de ser posible, siempre dentro del respetuoso manejo de nuestras relaciones inter­nacionales.

Los referentes del sector naviero hablan de que continuarán las reuniones oficiales con interme­diación de la Cancillería y que por los tratados internacionales que rigen se deben resguardar el libre tránsito fluvial. Están esperanzados en los resultados, pero también firmes en sus pedidos que alertaron: no declinarán hasta sea revertida la medida.

El tiempo que hemos postergado para las necesi­dades en nuestra vía de transporte fluvial hoy nos generan estas urgencias de dragado, etc., además de la imperiosa necesidad de abordar y ejecutar un plan maestro sostenible. Las inversiones que se requieran no deben escatimar recursos porque el costo que implique mejorar la navegabilidad, la seguridad de nuestra hidrovía no será superior al rédito que obtendremos como país.

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