Somos un diario con una asumida orienta­ción política. Y nos hacemos cargo de esa posición sin ambages ni tapujos. Sin medias tintas. Esto de manera alguna significa que nos desapeguemos de la veracidad. El periodismo combativo no inventa situaciones, ni tergiversa los hechos, ni distorsiona la realidad. Defiende su terri­torio con las aconsejadas reglas de la profesión. Pero desde una definida trinchera. Ni siquiera apela­mos al recurso de los francotiradores. Al contrario, nos ajustamos a la rigurosidad crítica, la investi­gación documentada, la información contextuali­zada, el análisis reflexivo, el razonamiento lógico y la argumentación dialéctica. En esos pilares básicos de la buena comunicación fundamentamos nues­tra línea editorial. Y ella marca nuestra hoja de ruta de enfrentamiento radical a la corrupción pública y de enemigo frontal de la impunidad. Dentro de esos parámetros, insistimos, fijamos nuestra conducta como medio periodístico.He aquí la subrayada diferencia con los otros cole­gas que se visten con la túnica de una falsa imparcia­lidad buscando cautivar a un público al que creían fácilmente manipulable. Estas cadenas mediáticas dirigidas por Natalia Zuccolillo, por un lado, y por Antonio J. Vierci, por el otro, avalaron en los últimos cuatro años los escandalosos actos de corrupción del gobierno del presidente Mario Abdo Benítez. Con­secuentemente, apoyaron abiertamente –aunque intentaron disimularlo bajo el mentiroso relato del “periodismo independiente”– a los precandidatos del movimiento oficialista Fuerza Republicana. Primero, al vicepresidente de la República, Hugo Velázquez Moreno, y luego, por razones hartamente sabidas, al ex ministro de Obras Públicas y Comunicaciones Arnoldo Wiens. Paralelamente, iniciaron una infa­mante campaña en contra de los representantes del movimiento Honor Colorado, liderado por ex manda­tario Horacio Cartes. Una campaña como nunca se ha visto en los últimos años. Interpretando, incluso, lo que sus entrevistados decían, pero que nunca dijeron en realidad. Y esos “errores” de comprensión saltaron siempre a la tapa de sus diarios. Una y otra vez. Con repetida saña e inocultable malicia. El 14 de diciem­bre, Abc Color, utilizando un término gastronómico criollo, tiró toda la carne al asador: “El liberal Peña se hizo colorado por el zoquete y vuelve a ser candi­dato de HC”. Como nadie se hizo cargo del artículo, la responsabilidad es de la directora. Al día siguiente, y en las mismas condiciones: “Para Peña, en Paraguay no hay lavado de dinero y no le molestó a Messer”. El viernes 16: “Santi promete ‘estar mejor’, pero su grupo perjudicó al país con el Metrobús”.

El día después de las internas, 19 de diciembre, siem­pre el mismo periódico, ya con una arrasadora vic­toria de Honor Colorado: “Triunfa Alegre y lamenta que la ANR quede ‘secuestrada’”. Hay más: “‘Trato apu’a (Silvio ‘Beto’ Ovelar) lidera lista de nuevos escombros para el Senado por ANR”. Al final de la jornada, resulta que el presidente del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) y la señora Zuccolillo (por­que, repetimos, los artículos de opinión, disfrazados de información, no tienen firma responsable) preten­den erigirse en árbitros del electorado republicano. Ellos acusan, juzgan y condenan a miles de paragua­yos que están afiliados al histórico Partido Nacio­nal Republicano. Según la Transmisión de Resulta­dos Electorales Preliminares (TREP), del Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE), Santiago Peña obtuvo 618.651 votos, por encima de los 526.061 de Arnoldo Wiens. Y para la Junta de Gobierno de la Asociación Nacional Republicana, Horacio Car­tes alcanzó los 605.917 votos y el actual presidente, Mario Abdo Benítez, 457.302. Y el electorado colo­rado demostró que sabe votar, según puede obser­varse en la composición de los diferentes cargos de representación popular.

El diario Última Hora tampoco quiso quedarse atrás de su espejo Abc Color: “Santiago Peña, de ministro liberal a candidato presidencial de la ANR”. Derro­tados los precandidatos apoyados por estas cadenas mediáticas, el segundo paso es de fácil predicción: van a jugarse por el candidato de la Concertación Nacional, Efraín Alegre, dos veces perdedor ante postulantes colorados en el 2013 y el 2018. Y, quizás, hasta empiecen a “descubrir” los grandes hechos de latrocinio dentro de este gobierno. Mientras, conti­nuarán agrediendo a Santiago Peña y encontrando sorpresivas cuan excelsas “virtudes” en Efraín Ale­gre. De cajón, dirían algunos. De manual, exclama­rán los más exquisitos.

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De nuestra parte seguiremos siendo el tábano que incomoda al Gobierno. Continuaremos extrayendo la “pus” y la “podredumbre”, como nos acusó recien­temente el señor Abdo Benítez, pero de la realidad cotidiana de las estructuras públicas contaminadas de corrupción. Los pactos políticos, aunque somos un diario político, no afectarán nuestra línea edito­rial. En eso se equivoca grandemente el presidente del Congreso de la Nación, Óscar “Cachito” Salomón, cuando declara que “hay que dejar que las aguas se calmen (…). Las internas ya terminaron y me dolió mucho ver que seguían las críticas y eso va a hacer que la unidad sea muy difícil”. Y fue bastante explícito, aclarando que no se refería solamente a Santiago Peña sino, también, “a los cuestionamientos y publicacio­nes de los medios del Grupo Cartes”.

Si el presidente del Congreso de la Nación cree que “la unidad partidaria” depende de nuestras publica­ciones, entonces definitivamente equivocó su pro­fesión de político. Y, sobre todo, comprende mal el concepto de la política. No se puede construir un pro­yecto sólido sobre el silencio y la impunidad. Si esa es su pretensión, debería entender que eligió el camino más rápido para la derrota. El pueblo ya no tolera los pactos que garanticen los crímenes sin castigo. La corrupción sin procesos judiciales. Será, fundamen­talmente, una lección para quienes asumirán el poder el próximo 15 de agosto del 2023.

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