Arrasante y al parecer irremediable situa­ción de inseguridad y un gobierno des­cuidado en el tema que agobia a la gente, principalmente a los ciudadanos comu­nes que no tienen chances de acceder a sistemas de seguridad privilegiada a través de la tecnología o escoltas.

A un mes de las fiestas de fin de año y de mayor circulante de dinero la ola de inseguridad sigue siendo con fuerza. Robos, asaltos, sicariatos por supuestos ajustes de cuentas, algunos secuestros fugaces minan el día a día, mientras el Gobierno mira para otro lado.

Los últimos informes oficiales divulgados hace meses en la prensa revelan que en la actualidad solamente quedan 640 cámaras instaladas de las 1.447 reportadas hace un año atrás. Esto signi­fica que hay 56% menos con relación a diciem­bre del año pasado, y además solamente 511 están en conexión, cifras que se traducen 150 equipos menos y lo que representa una pérdida de conec­tividad del 22%. Lo básico se ha descuidado, es inconcebible que herramientas de control y moni­toreo como las cámaras de seguridad sea una fal­tante cuando la inseguridad azota al país. Es como cerrar los ojos para que la delincuencia acapare territorio.

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Conductores de plataformas anuncian moviliza­ción contra la inseguridad, banda armada asaltó y robó camión de encomiendas en Minga Guazú, delincuentes se llevan G. 130 millones tras asalto en Luque, supuestos sicarios asesinan a bala­zos a un comerciante en Pedro Juan Caballero, malviviente apuñaló a una mujer de 60 años para robarle su billetera, detienen a supuesto delin­cuente que asaltaba con destornillador en calles de Villa Elisa, roban G. 30 millones de una esta­ción de servicios de Tobatí, detienen a dos pre­suntos motochorros y un reducidor, empresa de transporte pide acción policial ante asaltos cons­tantes en colectivos; estos son apenas algunos titulares que saltaron en la prensa en la última semana. Estos sucesos mencionados son de los recientes 7 días y como estas situaciones hay muchísimas más.

De hecho, por lo bajo, según los datos proveídos por la Policía, se registran seis denuncias de robos por hora. Las estadísticas refieren que Asunción y Central constituyen verdaderas zonas rojas de actos delincuenciales. La situación es acuciante, los delincuentes no solo despojan de sus bienes a la ciudadanía, sino se adueñaron de la tranquili­dad de la población, se instaló el temor, la descon­fianza.

Un testimonio desolador vino hace un par de días nada más del rubro de servicio de plataforma. Las palabras del representante del sector tras­mitieron mucho dolor y desesperanza al descri­bir la inseguridad que los golpea y con el detalle de que un promedio de tres a cuatro asaltos por día sorprende a los conductores de plataformas y que lo publicado en los medios de comunica­ción no refleja la realidad en cuanto a la canti­dad de trabajadores del sector que son víctimas de la inseguridad reinante. Lamentable, situa­ción da cuentas de que la angustia que viven estos emprendedores de un servicio que resulta muy conveniente para el mercado.

La delincuencia está aprovechando la desidia, el desinterés de un Gobierno que tiene como princi­pal agenda imponer al candidato de su convenien­cia, el mismo que desde el Ministerio de Obras articuló licitaciones que dispararon la venta de asfalto y detrás del cual se posicionó con millona­rias importaciones la empresa que el presidente de la República había declarado de su propiedad al asumir el cargo.

Esas son las orientaciones de este Gobierno. Todas las acciones redundan a favor de los negocios afi­nes, casi nada para los de abajo. La situación de inseguridad es apenas uno de los males que aque­jan a la ciudadanía ya que hay miseria en servicios de salud, educación, ni hablar de la cantidad de desempleados que ascienden a 320 mil, el más alto de los últimos 15 años, según la Encuesta Perma­nente de Hogares.

La crisis por la inseguridad lastimosamente ha obligado a la población a implementar sus propias medidas, tareas que debieran ejecutarse por los organismos de seguridad, en condiciones norma­les de manejo del Estado.

A las puertas del movimiento económico pro­pio de fin de año de lo que nos hemos enterado es el anuncio del operativo Tenonderã que viene a reemplazar al siempre criticado operativo Año Paha. Desde la Policía no dieron mayores expli­caciones, solo que esta iniciativa tiene estrategias más fiables y señalaron que habrá mejores resulta­dos. Lo cierto es que a 3 semanas de aquel anun­cio de Tenonderã, la delincuencia sigue su agenda ostentosamente. Los malvivientes despojan de sus pertenencias a la ciudadanía sin mayores inconve­nientes. Robos, asaltos domiciliarios, comerciales, en colectivos continúan siendo constantes y mar­can importantes espacios en los noticieros.

Ante las pocas esperanzas en estrategias oficia­les, lo que queda por ahora es que la ciudadanía tome los recaudos que pueda para defenderse de los marginales. Mucho no se puede pedir ya a este Gobierno que se va en unos meses.

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