Es inconcebible que la empresa estatal Petropar no inicie las obras de la cons­trucción del nuevo tren de molienda de caña de azúcar dejando plantadas a 45 mil personas que dependen de alguna manera de la provisión de esta materia prima para la produc­ción de alcohol.

En diciembre del 2021, el entonces presidente de Petropar, Denis Lichi, había anunciado con bom­bos y platillos el montaje de una nueva línea de molienda en la planta de Mauricio José Troche. La iniciativa significó una gran esperanza para los casi 50 mil ciudadanos del departamento de Guairá que dependen del cultivo de caña dulce.

El 9 de diciembre Lichi firmó el contrato para la obra, con Estructura Ingeniería SA (Eisa), preci­samente la empresa contratista que se convirtió en favorita durante este gobierno, la misma que dejó obras inconclusas del Ministerio de Educa­ción y que tenía denuncias por limpiadoras “mau” en su staff del Instituto de Previsión Social (IPS). Estos antecedentes tornaron sospechosa la ges­tión desde sus inicios, además de que la licita­ción fue cuestionada por supuesto sobreprecio, al estar, según denuncias periodísticas, sobreva­luada 6 veces más.

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Con celeridad, Lichi pagó en febrero del 2022 G. 36.757 millones una importante porción del anti­cipo de G. 41.652 millones, unos US$ 6 millones que transfirió en total al proveedor amigo. Con estos millones lo máximo que hicieron es el terra­plenado que incluso todavía se bordea de zonas de charco.

Cruel cómo se desprenden del dinero público y peor aún porque se trata de un proyecto del que depende la economía de miles de productores. Los cañicultores avisaron de esta lamentable situación con marchas, en determinados momen­tos tuvieron que sacar sus tractores a las calles y rutas en reclamo de la ejecución de la licitación que hasta hoy no da señales de avances.

¿Dónde están las piezas y maquinarias? ¿En qué se usó el dinero?

En mayo de este año veíamos a través de la prensa amiga cómo publicaciones institucionales de Petropar continuaban con los grandes anuncios. “A la fecha, los trabajos de preparación del suelo para las obras del tinglado se encuentran con­cluidas. Se estima el inicio de las bases civiles, fundaciones en la próxima semana”, menciona una gacetilla de la empresa estatal de setiembre pasado, hace un mes aproximadamente. La publi­cación difundida no puede significar otra cosa que una suerte de paño frío para los insistentes recla­mos de los cañicultores, que luchan para colocar la producción.

Sin desparpajo estos grandes informes solo ilusio­naron a los productores. Hasta ahora no se ve un centímetro de estructura sobre suelo en la planta de Troche, pese a que ya se transfirieron unos US$ 6 millones. Un movimiento de suelo es el máximo avance que puede observarse que sirve de estacio­namiento para los visitantes de la fábrica.

Mientras tanto, los descarados discursos de las autoridades hablan de que existe todo un equipo de trabajo interinstitucional que realiza el seguimiento a la instalación de la nueva línea de molienda de caña de azúcar en la planta de Mau­ricio José Troche. Informan de reuniones de aquí para allá.

Sostienen que la fabricación de equipos como los electromecánicos, tomadores de muestra, equi­pos para preparación de caña: nivelador, pica­dor y desfibrador, se están llevando adelante en la planta del proveedor en Mariano Roque Alonso. De ser así, debieran parar el ninguneo a los cañi­cultores que requieren una respuesta para que no vuelvan a liquidar su cosecha, como manifestó días pasados el representante del gremio.

Mismo ninguneo hace Petropar a nuestros perio­distas que están detrás de la información con relación a esta megalicitación de nada menos US$ 28,7 millones. “Hay un equipo coordinador del proyecto”, fue la única respuesta que obtuvimos desde la petrolera estatal, el escueto mensaje que recibimos vía mensajería de Whatsapp refleja el débil espíritu de transparencia en la administra­ción de la empresa pública.

La ciudadanía está harta de los desplantes de los administradores públicos y de los oscuros proyec­tos, acuerdos de este gobierno. Demostrar un poco de responsabilidad y compromiso transparen­tando el proceso de la construcción en Troche no puede resultarles tan tóxico como para cerrarse a dar explicaciones a la gente.

Esta construcción debía inaugurarse en diciem­bre próximo. Para ser exactos y conforme a con­trato firmado debía entregarse el 9 de diciembre del 2022, con todos los ensayos, pruebas pertinen­tes. Sin embargo, a menos de dos meses nada se sabe del desarrollo de los trabajos, un clavo puesto no se ve en el lugar.

Entre versiones confusas desde Petropar vie­nen hablando de mayo del 2023 como mes tenta­tivo para la entrega de la obra, pese a que el conve­nio firmado establece 12 meses de trabajo. Ni con los cambiantes discursos logran disipar mínima­mente las dudas sobre la ejecución de la licitación. El Gobierno está en la obligación de rendir cuentas y la situación del tren de molienda en Troche amerita explicaciones claras, no se puede seguir jugando con la paciencia ni el dinero de los contribuyentes.

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