Mientras tenemos a un ex ministro de Educación que renunció hace apenas unos meses para postularse a la Vice­presidencia de la República, las escue­las públicas siguen en estado deplorable, en riesgo de derrumbe y aulas en extrema precariedad que ahu­yentan en vez de motivar a los estudiantes.

La situación en la que se encuentran los esta­blecimientos educativos nos hace seguir lamen­tando los años de pandemia que se pudieron haber aprovechado intensamente para obras nuevas como de refacción de las aulas estudianti­les. Todavía sigue siendo una triste realidad que nuestros alumnos y alumnas den clases bajo la planta de un mango, carpa, tinglados sin paredes o lo que haya en la escuela.

La esperanza hace unos años en las obras encauza­das para construcción y mejoras en 272 estableci­mientos quedó abandonada, el proyecto se frustró a causa de la desidia de quienes tendrían que haber honrado con eficiencia a los alumnos y alumnas que retornaban ansiosos a sus escuelas tras dos años de duro encierro.

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Dejaron obras inconclusas a través del mencionado combo en todo el país, zonas con fuertes carencias en infraestructuras como San Pedro, Presidente Hayes, que vienen reclamando continuamente esta situación. Algunas quedaron a la altura del techo, otras por la mitad y en ciertos casos no subieron del cimiento. Esta era en su momento, en el 2020, una iniciativa muy sensible debido a la necesidad exis­tente, y la promesa de los dos últimos ministros que pasaron por el Ministerio de Educación y Ciencias era la inauguración a mediados del 2021.

La promesa quedó allí, el ministerio entró a una pelea judicial con los contratistas y los alumnos sin sus aulas nuevas o refaccionadas que debían termi­narse hace un año exactamente. La negligencia en el proceso implica otro estanque en el avance hacia la educación en condiciones más dignas.

No es posible que temas tan básicos y de urgencia como la infraestructura educativa sigan siendo vul­nerados de esta forma. Existen tantas licitaciones para compras que sirven solo para el despilfarro, que corren sobre rieles y se concretan en un abrir y cerrar de ojos, mientras las encaminadas para los sectores más carenciados siguen postergándose.

La comunidad escolar debe sostenerse en las ges­tiones y algunas ayudas que consiguen los padres; verdaderamente, hechos que ya no corresponden en estos tiempos en que ya se tendrían que ulti­mar tareas para consolidar la otra gran materia pendiente, que es la dotación de tecnología. Vemos siempre, y nos tocó ver en reportajes de los últi­mos días, los trámites y los trabajos ingeniosos que tuvieron que hacer los padres en algunas escuelas de Limpio para levantar algunas aulas en condi­ciones humildes, sin completarse paredes, pisos, techos, que tienen que ser usadas para no dar cla­ses en la intemperie.

Esta es una triste realidad en pleno siglo XXI en Paraguay. Ni pensar todavía en una educación con dotación de libros, tecnología, computadoras, inter­net. Parte precisamente del estanque en infraes­tructura es el servicio de internet en las escuelas.

La miserable incompetencia, el desinterés, la indife­rencia por los resultados, nos han tomado el pelo, ya que se ha llegado al punto de que instalaron los equi­pamientos para la dotación de internet en varias escuelas, pero la red del servicio, la señal, no llega a muchas de ellas. En el mejor de los casos, la señal es baja o va y viene, pero no funciona para implemen­tar clases con este servicio que hoy día es básico en la educación de cualquier parte del mundo.

La Agenda Digital fue una gran promesa en este gobierno. La modernización de los servi­cios, principalmente en salud y educación, se iba a generar con la dotación de tecnología; sin embargo, en el segundo rubro mencionado, la oferta está lejos de ser real.

Hasta quejas por falta de almuerzo escolar todavía se escuchan en estos tiempos, cuando en algunos ministerios organizan grandes banquetes y se han tenido que frustrar millonarias compras de manja­res tras denuncias mediáticas.

Estamos en un momento muy importante no solo del proceso democrático por las elecciones que se avecinan, sino de exigir como sociedad que se salden estas cuentas pendientes que se tienen con nuestros niños, jóvenes, con la comunidad educativa en general, para que verdaderamente el Estado garantice condiciones más dignas. No puede ser que personas que se han pasado como verdaderos oportunistas políticos por un minis­terio, dejando secuelas dolorosas y de frustración para nuestros estudiantes con obras inconclusas, hoy se promocionen de vuelta detrás de cargos públicos como grandes salvadores del país.

Los docentes y los padres que viven las carencias de los alumnos deben imponerse para acabar con la miseria en la educación. Está visto que hay pre­supuesto, de la plata del Estado han salido jugo­sos anticipos para contratistas, algunos amigos del poder. Se han anunciado también millonarias dis­ponibilidades económicas detrás de licitaciones de obras escolares, es decir que se cuenta con los fon­dos, con el dinero, con lo que no se cuenta es con el compromiso de honrar la educación paraguaya.

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