El desarrollo de la economía paraguaya en lo que va de este año no es muy halagüeño por los números que se van conociendo. Los indicadores dan muestras de que muchas dificultades no se han superado aún. Si bien hay factores incontrolables, como el clima y las consecuencias de la invasión rusa a Ucrania, también hay situaciones atribuibles a la conducción del país que no ha acertado en actuar según los requerimientos.
A fines del año pasado, el Banco Central del Paraguay (BCP) preveía un crecimiento del 3,7% para el 2022 con lo que se estimaba una buena recuperación. Pero en abril realizó una reducción al 0,2% del desarrollo anual con base en las magras cifras que se observaron en los primeros meses del año.
Ahora que se está en la otra mitad del año se hace más imperiosa la necesidad de mejorar cualitativamente en todo, para que este no sea otro con pobre desarrollo económico y escasos resultados positivos.
En la primera mitad de este año, tanto la producción como el consumo han tenido caídas cuando se los compara con las cifras de similar período del año anterior. Según consigna Pablo Herken en un estudio reciente, las ventas de mercaderías y servicios tuvieron una declinación del 1,7% de enero a junio de este año frente al primer semestre del 2021. Señala que, de los seis meses transcurridos, en cuatro de ellos los números fueron negativos, con una caída muy fuerte, la de junio del 2022 frente a junio del año pasado, con -5,8%. Y explica que han declinado las ventas porque también disminuyó el consumo.
En cuanto a la producción, de enero a junio de este año la caída de la actividad económica ha sido del 3%, con el detalle de que cinco de los seis meses transcurridos tuvieron números desfavorables. En junio de este año la caída fue del 3,9% frente a junio del 2021. Todo lo cual va pintando el panorama de este ejercicio anual con pobre desarrollo.
La actividad económica tiene profundas consecuencias en la vida de las personas, y de acuerdo a su desenvolvimiento positivo o negativo, mejora o empeora la situación de la gente aumentando o disminuyendo la oferta de empleo. Pero debido al incremento poblacional, la oferta laboral debe ser significativamente importante para que tenga su incidencia cualitativa. Si el incremento de la población en edad de trabajar es del 3% anual, el alza de la oferta de trabajo en ese mismo porcentaje no significa un aumento real y no constituye una mejora en los hechos prácticos.
Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), los desocupados en el segundo trimestre del año ascienden a 249.983 personas. Los hombres representan el 51% y las mujeres el 49%. Estas cifras no incluyen a los habitantes de los departamentos chaqueños de Alto Paraguay y Boquerón, sino a los de la Región Oriental y al departamento chaqueño de Presidente Hayes.
La población ocupada aumentó en 47.239 individuos en el período mencionado si se compara con igual trimestre del 2021. Y ello se debió especialmente al mejor desenvolvimiento de los comercios, restaurantes y hoteles. Lo más llamativo es que el aumento de la población con trabajo se dio principalmente en las áreas urbanas, en tanto que en las rurales hubo disminución.
La subocupación afectó a 175.545 personas, cifra en que las mujeres son el 58% y los varones el 42%, debido a la insuficiencia de tiempo de trabajo.
La cantidad de desocupados y subocupados sigue siendo grande. Lo que constituye un tema muy delicado. Porque la cantidad de personas que trabajan es el elemento más resaltante de la situación de una nación, dada su incidencia en el bienestar de las mayorías.
Esto implica la necesidad de tomar medidas crediticias, legales y políticas para que más empresas abran sus puertas, que mejore la oferta del empleo, que mayor cantidad de empresarios invierta en el país, y que radicar inversiones sea atractivo para todos.
Si bien estas son medidas de orden económico, necesitan un ineludible marco político y jurídico adecuado. Y eso solo se puede lograr con un Estado que se ocupe de dar seguridad y garantías en el país.