El desinterés, la apática administra­ción de Vicente Bataglia y el Consejo incubaron aflicciones que se exten­dieron a todos los órganos del Insti­tuto de Previsión Social (IPS), al punto de que la institución hoy se encuentra en una verdadera terapia intensiva, con una urgente necesidad de soluciones para salvarse de todo el mal que le han provocado los inescrupulosos de turno.

A estas alturas de hartazgo generalizado, inten­sas crisis, una tras otra, y un presidente del IPS que huye de la realidad negando irregularida­des en su gestión, culpando de las carencias y las desidias a “factores externos” como la pan­demia, no puede seguir al frente de una institu­ción que tiene en sus manos la salud de dece­nas de miles de asegurados. Vicente Bataglia se defiende con argumentos tirados de los pelos y además se aprovecha del respaldo que le da el presidente de la República, Mario Abdo Bení­tez, quien aseguró semanas atrás la continui­dad del actual titular de la previsional.

La Cámara de Diputados, que interpeló hace unos días al presidente del IPS, tampoco puede seguir perdiendo más tiempo en la definición de posturas con relación al voto de censura, herra­mienta válida para presionar por el cambio en un momento que urge dentro de la institución.

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En el IPS han llegado a humillaciones nunca vistas. El trato desagradable en la atención, familiares de internados que vienen aguan­tando acampar a la intemperie soportando todo tipo de climas, arriesgándose a enferme­dades, largas filas en busca de turnos, horas, días incluso de esperas son desencantos ruti­narios que sufren los asegurados como sus seres queridos.

Lograr una comunicación para programar citas médicas a través del call center equivale a horas de espera en el teléfono y tras esto el agenda­miento lleva otra vez a meses de espera.

Hemos visto a asegurados organizar activida­des como polladas y venta de hamburguesas para costear insumos y medicamentos faltan­tes en el IPS. Nos enteramos hace poco de que remedios oncológicos esenciales en el trata­miento del cáncer son proveídos por el Ministe­rio de Salud a través del Instituto Nacional del Cáncer (Incan).

Hace más de 6 meses que los asegurados del IPS enfermos oncológicos deben acudir al Incan para conseguir sus medicamentos. Esto es inhumano, después de tanto sacrificio y millo­nes en aportes tener que rebuscarse por reme­dios que la previsional les debiera cubrir.

La frialdad en la respuesta del presidente del IPS es más inhumana aún. Que se tarda lo que lleva el proceso de compra nomás y que los efec­tos de la pandemia del covid-19 incidieron en la falta de turnos y medicamentos es una explica­ción que demuestra la falta de empatía, de com­promiso con las necesidades urgentes de los aportantes.

El sonado caso del asegurado de 78 años al que le amputaron dos piernas cuando al ingresar a cirugía solo estaba prevista una fue enca­rado con un “no hubo mala praxis” por parte de Bataglia durante la interpelación en Diputados. Privaron de informaciones claras a los familia­res de este asegurado que, dicho por sus hijos, perdió las ganas de vivir, de ser feliz. No se aten­dió al paciente con la contención que requiere una persona que se somete al tipo de interven­ciones tan delicadas como el caso mencionado.

Fueron siete horas de audiencia en la Cámara Baja, mucho tiempo para respuestas con pocas expectativas de soluciones. Lo cierto es que en pandemia ingresaron cerca de 11.000 nuevos funcionarios, entre nombrados y contratados; sin embargo, el asegurado no ve más agilidad ni eficiencia en los servicios.

También es real que su administración adju­dicó millonarios contratos a una dupla de pro­veedores considerados amigos del Vicepresi­dente de la República y que tienen una serie de irregularidades observadas por los órganos de control, en este caso la Contraloría General de la República y la Dirección Nacional de Contra­taciones Públicas (DNCP). Direccionamiento, nómina de personal mau, requisitos incumpli­dos fueron algunas de las anomalías detectadas a los que el presidente del IPS escuetamente se refirió con “estamos en etapa de culminación de descargos”.

Mientras el presidente del IPS, apadrinado fuertemente por el jefe de Estado, se encierra en excusas y reniega de la triste realidad que afrontan los asegurados por la ineficiencia, la indiferencia y las carencias, la institución se encuentra en un pozo del que no se sabe cómo va a salir. Mas aún en un año electoral en el que los intereses de la clase política priorizan can­didaturas y el Gobierno con séquito de funcio­narios abocados a tareas proselitistas de per­secuciones tras la caza de votos debilitando así gestiones que debieran centrarse netamente a favor de la ciudadanía.

Urge recuperar la salud del IPS y sacarlo del estado lamentable en el que se encuentra. Esta administración ha perdido la moral y la con­fianza por parte de los asegurados. No se puede someter el profesionalismo, la vocación del fun­cionariado de la institución a la duda, a la des­confianza a causa de los ineficientes que están al frente y que son los que debieran conducir a la cúspide el esfuerzo de todos.

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