El viernes 12 último, el embajador de los Estados Unidos en nuestro país, Marc Ostfield, señaló que el vicepresidente Hugo Velázquez era significativamente corrupto. Pero fue más allá y lo acusó, junto a su abogado, de haber intentado sobornar con más de un millón de dólares a un funcionario para obstruir una investigación que lo amenaza a él como segundo del Ejecutivo y a sus intereses financieros. El acusado recibió el impacto del misil norteamericano y negó la denuncia de soborno. Pero, visiblemente afectado, hizo el anuncio de que dejaría la contienda partidaria y hasta la vida política ¿Por qué esa decisión si es inocente?

El golpe que recibió el Gobierno con las declaraciones del embajador de los Estados Unidos sobre el Vicepresidente y candidato oficialista en las internas coloradas es más duro de lo que parece. No porque constituya una condena judicial ni tenga la fuerza jurídica capaz de servir como castigo. Sino porque dejó al desnudo la extrema debilidad del Vicepresidente y la flojera del gobierno de Mario Abdo, que empezó a temblar por unas simples declaraciones de alcance propagandístico negativo. Tan grande es su fragilidad, y lo que en términos vulgares se dice cola de paja, que bastaron algunas palabras de alguien que no tiene ningún peso jurídico, pero innegable fuerza política, para sacudir la estructura de la administración del Ejecutivo.

El principal afectado salió a anunciar a través de los medios que daría marcha atrás a su precandidatura en las internas del Partido Colorado y que también renunciaría al cargo constitucional de Vicepresidente para el cual fue elegido en las elecciones presidenciales del 2018. Y surgen las preguntas inevitables: ¿Por qué? ¿Tan grave es lo que dijo el embajador estadounidense, que ha tenido que decidir ambas renuncias? ¿O es que tiene miedo de que exploten algunas causas subterráneas que lo enloden más todavía y sean una verdadera condena?

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A primera vista no tiene una explicación lógica la reacción del vicepresidente Hugo Velázquez al decir que saldrá del Gobierno y de que abandona abruptamente su candidatura partidaria. Aquí hay gato encerrado, y no sería un felino cualquiera.

Técnicamente hablando, no existe ningún motivo jurídico valedero para que el Vicepresidente eche por tierra su candidatura de una manera tan repentina dejando de lado sus obligaciones, incluso la confianza de sus numerosos seguidores dentro de la ANR. ¿No era acaso el más indicado para continuar la tarea del presidente Abdo Benítez en el sillón de López en los años siguientes, como decían en los discursos partidarios? ¿Por qué tan terrible decisión tan solo por unas declaraciones diplomáticas? “Algo huele mal en Dinamarca”, como diría Shakespeare, por boca del centinela de Hamlet ante una incógnita tan grande.

Lo que parece claro a primera vista es que el Gobierno es muy sensible ante este tipo de ataques, que no es capaz de reaccionar con una aclaración simple y de demostrar que no tiene nada que temer, porque tiene una extrema fragilidad política. Un simple ventarrón lo puede desplomar porque no cuenta con la necesaria solidez. Por eso, el Vicepresidente acusado de corrupto y de pretender un soborno tiene que alejarse rápidamente de las carpas gubernamentales, como si fuera un peligroso delincuente cuya presencia lo contaminaría todo. ¿Y no era lo máximo de la expresión partidaria colorada en el grupo oficialista de Fuerza Republicana tan solo unos días atrás, hasta el jueves 11 de agosto último?

La vida política del país continuará con los más diversos candidatos, rumbo a las elecciones generales de abril del 2023 para las que faltan apenas más de medio año. Pero no es bueno que la podredumbre vaya ganando terreno dentro de los partidos porque puede terminar haciendo mucho daño al país.

Por eso el Partido Colorado y las demás agrupaciones partidarias tienen que hacer el gran esfuerzo de mejorar su estructura. El Paraguay necesita reponerse de la crisis económica con fuerte deterioro social para enfrentar la desocupación y la pobreza en aumento. Y eso solo lo podrá lograr consagrando a los más capaces y honestos.

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