Una de las mentiras que se escucharon en el discurso del presidente de la República, Mario Abdo Benítez, en su cuarto año de gestión, fue que nunca humilló a la Función Pública, cuando en realidad muchos cargos fueron usados para pagos de favores políticos, lo que siguen haciendo con mayor intensidad en estos meses de campaña política.Lastimosamente, el canje de cargos públicos incorporó muchos indeseables y recomendados sin méritos de percibir los jugosos salarios que ganan hurreando a las autoridades de turno.

El presidente Mario Abdo miente cuando dice que no humilló a la Función Pública “poniéndola al servicio de corporaciones o grupos mafiosos; así como no aproveché información privilegiada del Estado para alimentar los negocios particulares de nadie”.

Su gabinete rifó varios cargos para ubicar operadores, parientes, lamebotas sin preparación en puestos de carrera. Empresas investigadas por grandes esquemas de lavado de dinero en Paraguay se vanaglorian de realizar estructuras en proyectos de construcción del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC).

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El cuñado del presidente de la República, Jorge López Moreira, hermano de la primera dama, estuvo haciendo lobby en el MOPC con el director de Engineering SA, detrás de la criticada obra de US$ 2 millones, adjudicada con grandes sobreprecios y maniobras de direccionamiento.

Entonces, de qué honra al funcionariado se puede jactar y ponerse orgulloso el presidente Abdo. La radióloga directora en el MOPC con sueldo de G. 17 millones; el asadero de los eventos proselitistas, bachiller como síndico en Cañas Paraguayas (Capasa), con ingreso de G. 17 millones; una maquilladora también en Yacyretá, con sueldo de G. 16 millones, triplicando así los ingresos de un médico de guardia que es de G. 5,5 millones, aproximadamente, son pintorescos favorecidos del gobierno “de la gente”.

Esta repartija se da en muchas instituciones. Ocurre en Desarrollo Social, en Justicia, donde hay un hambre terrible por cargos públicos con miras a las elecciones de diciembre. A propósito de campañas internas, el hermano del diputado Miguel Cuevas es flamante cónsul paraguayo en la ciudad de Guaíra, Brasil.

Inocencio Cuevas, hermano del diputado por Paraguarí, sin carrera diplomática, arrebatando el puesto a profesionales con años de preparación, gana hoy día G. 50 millones en el Ministerio de Relaciones. Es así que las influencias de los políticos oportunistas priman sobre los méritos de los funcionarios con años de experiencia y con amplio conocimiento. De hecho, estas situaciones no sorprenden cuando desde el año pasado, parlamentarios como la senadora Lilian Samaniego vienen presionando fuerte para “flexibilizar” la Ley del Servicio Diplomático para meter recomendados por la ventana y dar pie al festín de ascensos mediante requisitos ajustados a las conveniencias.

A la serie de degradaciones citadas se suman los ascensos indecorosos de amigos que salieron infinidad de veces en la prensa en estos tiempos. En estos meses de campaña electoral es común encontrar nuevos directores en las planillas salariales de gente que en el día a día se encuentra operando por sus jefes.

La administración de Denis Lichi en Petropar es un claro ejemplo del burdo manejo de ascensos, incorporaciones a mansalva y sin filtros de control. El mismo incorporó treintena de funcionarios de su departamento a la empresa estatal, esto en el contexto electoralista que lo postula para la Gobernación de Cordillera.

El abuso llega al punto de que funcionarios de Petropar que se trasladaron para votar en el departamento donde se candidata Lichi recibieron incentivos salariales, llámese aumentos, bonificaciones y algunos adicionales.

Como guinda a la torta, en estas últimas semanas, denuncias señalan al Gobierno como gran persecutor del funcionariado público en la mayoría de las instituciones del Estado. En el Instituto de Previsión (IPS) se desbordó la cacería y en medio de profunda crisis de la actual administración emprendieron la desvinculación masiva de empleados, entre los que también fueron víctimas los profesionales de blanco.

Recordando estos y otros casos de alevoso amiguismo que desprecian el presupuesto estatal con bochornosas repartijas de sueldo, uno puede preguntarse cómo es posible que Abdo ose en tomar el pelo a la ciudadanía diciendo que no humilla a la Función Pública. Es una falacia del Presidente que no soporta un archivo periodístico al respecto.

Se han bastardeado varias normas de la Función Pública, principalmente el concurso de méritos. Desaparecieron los llamados para incorporaciones por méritos, un gran retroceso para la eficiencia en el servicio estatal.

Las instituciones de control se aplazaron detrás de los padrinazgos del poder. La clase política y aquellos que hoy están en altos cargos públicos se ven más ocupados en ganar las elecciones; este es el momento que nos toca ahora, pero que de seguro cambiará en las urnas, lógicamente si la mayoría así lo decide con el voto.

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