La expresión del presidente de la República, Mario Abdo Benítez: “ya quiero ser presidente del Partido Colorado nomás ya”, días pasados en un encuentro político en Guarambaré, no es otra cosa que una testifical de la anarquía reinante en su gobierno. No faltaba tampoco que lo dijera, la realidad nuestra constata a diario que el interés del Presidente y su gabinete se enfoca al proselitismo. El electorado que depositó su voto por este gobierno y la ciudadanía en general prácticamente se encuentra en orfandad por parte del Estado, a causa del desgobierno.

El Presidente y los suyos viven en un país distinto a la mayoría. Detrás de los cargos políticos, en su caso, como aspirante a la presidencia del Partido Colorado y en el caso de su segundo, el vicepresidente Hugo Velázquez, quien está más en campaña que en función estatal, remataron los últimos meses que quedan de su gobierno y que pudieran haber sido muy valiosos si se trabajara por el país.

Un gobierno que guiña al descomunal despilfarro del dinero público en diversas instituciones públicas, repartija de cargos y millonarios llamados a licitación para contrataciones temporales de personal evadiendo a la función pública, aprietes de hurreros para generar incentivos, son demostraciones desde hace meses de que al Presidente realmente ya no le importa gobernar. Un Mario Abdo sacado de la realidad arremetiendo contra el mundo y sus adversarios políticos para intentar ganar un poco más de protagonismo con discursos rimbombantes va sucumbiendo en una ineptitud, casi nunca vista en jefes de Estado que le tocaron a este país.

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Están gastando fortuna del dinero de los contribuyentes en el clientelismo electoral, indecorosos administradores se portan como verdaderos depredadores de la cosa pública en busca de votos, caso Nicanor Duarte Frutos en Yacyretá, Denis Lichi en Petropar, Édgar Olmedo en Justicia, etc. Hacen festín con recursos del Estado ostentando una realidad muy opuesta a la mayoría de la ciudadanía a quienes vemos frecuentemente portar carteles suplicando por atención médica, remedios, seguridad, trabajo, caminos, infraestructura sanitaria como escolar, menor inflación porque el sueldo no alcanza, etc.

Un Poder Ejecutivo manejado en una burbuja de privilegios y, por otra parte, una ciudadanía que sufre carencias son dos polos dentro de un mismo país, que confrontan realidades más intensamente opuestas a medida que avanza la campaña electoral. ¿Quién se hace o debiera hacerse responsable de esta anarquía?, es una pregunta que no tiene respuestas, al menos en estos momentos.

Entes como Petropar, IPS, Salud Pública, el Indi, Ministerio de Justicia, explotan con denuncias diarias por el descontento, miserias y corrupción, sin que las instituciones de control intervengan estas entidades que están siendo literalmente, desplumadas. El presidente de la República y su gabinete son los principales responsables de esta situación, querer desviar la situación hacia los adversarios es una maniobra estúpida.

Estas indigencias en medio de denuncias de corrupción son las que atribuyen el #desastrekoMarito al presidente de la República. Los miles de muertos por covid en esta pandemia por falta de insumos cuando se endeudó gigantescamente al país con US$ 1.600 millones para fortalecer el sistema sanitario es una herida que difícilmente se cure para las familias mutiladas y es parte de la desgracia de la gente que se refleja en la última encuesta del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) que aplazó a Mario Abdo, principalmente por corrupción.

El Presidente y los suyos se hunden cada vez más, pero lo más grave es que detrás de ellos hunden al país, las consecuencias más duras del desgobierno y la corrupción pesan sobre los comunes. Lastimosamente, ante el casi nulo contrapeso desde otros organismos y poderes del Estado queda sobrevivir a este carnaval, no rendirse y pelear con denuncias públicas en la medida de las posibilidades contra el despojo galopante, hasta que termine de irse este gobierno del desastre.

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