En menos de un año se realizan las elecciones generales en que se elegirán nuevo presidente y vice­presidente de la República, se renovará el Poder Legislativo, y en el inte­rior se buscarán nuevos gobernadores para los próximos cinco años. Así, a fines de abril del 2023 ya se tendrán electos los nuevos mandatarios que asumirán el 15 de agosto y deberán permanecer hasta el 2028. Por eso a medida que pasan los días, la expectativa política se agranda y todas las fuerzas parti­darias van aumentando sus actividades de cara a los comicios del año entrante, y que primero tienen por delante las elecciones internas del 2022.

Eso explica por qué a medida que se acercan esos tiempos electorales, las actividades del internismo partidario sean mayores y que los protagonistas estén dejando en segundo plano otras preocupaciones importantes, encandilados por el fuego partidista y el fra­gor de la lucha entre los diversos grupos.

Es una situación que se puede entender como consecuencia de los enfrentamientos de una democracia. Pero que entraña un peli­gro, que será muy perjudicial para el destino del país. Olvidarse de la economía, el mal momento de la producción, el aumento del desempleo, la caída del consumo no es pru­dente. Dejar que las dificultades que acom­pañan la caída económica se hagan más fuer­tes por falta de atención de las autoridades es empeorar la vida del país.

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Si el ciudadano sin compromiso actúa así se podría entender, pero es totalmente inexpli­cable en las autoridades nacionales que tie­nen serias responsabilidades en la conduc­ción de la nación. Bajo ningún pretexto, el Gobierno Nacional puede mostrar falta de compromiso en la tarea de administrar el destino del país. Y, si lo hace por distracción o irresponsabilidad, debe corregir rápida­mente su proceder y rectificar su conducta para el bien del país. No se puede concebir que, en plena crisis económica, un gobierno no tenga políticas públicas para buscar la recuperación de la economía y la estabilidad social de la población paraguaya.

Tal afirmación no es una acusación infun­dada. Con lo que se ve en la vida cotidiana se está demostrando que a las autorida­des no les importa demasiado la marcha del país porque están más preocupadas por las luchas internas del partido oficialista.

El Gobierno debe asumir que el Paraguay está en estos momentos con la economía estancada, sin crecimiento, con un fuerte aumento del desempleo, que deja a miles de paraguayos en la miseria y con una alta infla­ción que golpea el consumo de la gente. Tiene que armar una fuerte estrategia contra la crí­tica situación y encararla con decisión para que se pueda salir del mal momento. Las cri­sis no son para llorar, sino un desafío para adoptar medidas de lucha para encarar la solución.

Por eso debe enfocar la situación económica como principal tarea de su política guberna­mental, en que la recuperación sea la prio­ridad. Hay técnicos capaces que le pueden armar una estrategia a seguir y señalar las medidas que debe adoptar. Debe trabajar de cerca con el sector privado para mejorar la producción y aumentar el comercio. Hay que crear incentivos especiales para los sectores más golpeados, sea con medidas impositi­vas o líneas de créditos más blandas. Hacer acuerdos con los gremios y organismos empresariales para trabajar juntos a fin de crear nuevos puestos de trabajo y mejorar la oferta del empleo. El aumento de los desocu­pados necesita una rápida solución.

Con los supermercados, centros de compras, mercados municipales, almacenes y tiendas tiene que concertar un gran operativo para reducir los precios, poniendo incentivos con mayor cantidad de ofertas de productos eco­nómicos y rebajas especiales. Hay una expe­riencia anterior organizada por el Ministe­rio de Industria y Comercio con los centros comerciales que se debe replicar, ampliando el número de participantes a mayor cantidad de negocios, mejorando los puntos flojos y aumentando la oferta de mercaderías de bajo precio.

Si se necesita rebajar el valor de los derivados del petróleo, hay que importarlos con divisas a precios preferenciales mediante subsidios del Banco Central.

Hay que considerar que el Paraguay vive un momento muy delicado en lo económico y social, y que requiere el esfuerzo de todas las fuerzas del país. En especial la atención prio­ritaria del Gobierno Nacional.

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