Todos los indicadores recientes sobre el panorama que nos espera hablan de que el pronóstico del 2022 es de cuidado, porque luego de los dos últimos años signados por la maldición de la pandemia y un 2019 con caída económica, las previsiones no son las que se esperaban. El repunte registrado en cierto período del 2021 terminó reventado por el desempeño de los últimos meses y, hasta los más optimistas, están previendo un 2022 en que se tendrá poco o ningún crecimiento.
A raíz de los flojos desempeños de la actividad económica en los tres últimos años ha aumentado el número de pobres en nuestro país, porque los débiles son los más vulnerables. Se estima que este año crecerá más, hasta llegar a que 1 de cada 3 paraguayos esté bajo la línea de la pobreza. Las cifras oficiales muestran que en el 2018 el porcentaje de pobres era del 24,2% de la población (unas 1.679.000 personas), que ha crecido al 26,9% en el 2021, lo que implica que 1.951.000 individuos tenían ingresos inferiores al costo de una canasta básica.
Al 31 de diciembre del 2018, a cinco meses y medio de que Abdo Benítez asumiera al frente del país, la deuda pública externa era de 8.040,9 millones de dólares. En marzo del 2022, ese monto ascendía a 13.805,9 millones de dólares, un incremento de 5.765 millones de dólares, que en términos porcentuales representa un aumento del 71,69%. Con lo cual el gobierno actual tiene el récord de endeudamiento del país. En sus tres años y 7 meses, la administración actual ha sido la que más ha endeudado al Paraguay en toda su historia. Una marca poco envidiable.
Si el número de paraguayos pobres ha aumentado, cada ciudadano tiene actualmente más deudas que antes y la economía no crece, lo obvio es que la prioridad del momento sea la preocupación económica. Que la tarea principal del Gobierno es y debe ser que aumente el crecimiento, que haya más empleos para la gente y disminuya fuertemente la pobreza. Y que por su compromiso las autoridades se esfuercen con toda dedicación a revitalizar la producción, el comercio y la riqueza de la nación.
Pero ocurre que mientras el país vive uno de sus momentos más endebles por la situación económica, en los altos estrados del Gobierno no parecen percatarse del problema, lo que somete a la ciudadanía a una severa incertidumbre sobre lo que vendrá. Si la actividad económica no puede salir de los últimos años de vacas flacas, lo lógico es que el Gobierno a la cabeza, las fuerzas económicas y la ciudadanía en general se concentren en trabajar para la recuperación. Aunque ciertos hechos recientemente ocurridos demuestran que la politiquería que afecta al Ejecutivo no contribuye al optimismo. Porque en lugar de concentrarse en lo más importante, algunos altos funcionarios están distraídos con las peleas intestinas del Partido Colorado. Con lo que están demostrando graves falencias en su responsabilidad de empleados del Estado.
Teniendo en cuenta estos elementos que pintan la situación del país, es muy difícil de entender que el Presidente de la República esté distrayendo su tiempo y sus esfuerzos en las peleas de los grupos del Partido Colorado, que en términos del interés nacional son secundarios.
Que el primer mandatario de la nación asuma otra tarea que no sea dirigir el país es un acto que se puede calificar de irresponsabilidad política. Es faltar al cumplimiento de la obligación legal de que debe dedicarse en forma exclusiva a su función presidencial. Tal como establece el artículo 237 de la Constitución Nacional, cuando dice que no puede ejercer otros cargos y que debe dedicarse en exclusividad a sus funciones presidenciales.
El señor Mario Abdo Benítez tiene que hacer un esfuerzo de sinceridad, recapacitar y rever su decisión de meterse en las internas de su partido. No debe perder de vista que la nación le está pagando su salario de Presidente de la República para que se ocupe solamente de los negocios del país y no de otra tarea.
Porque la delicada situación que vive actualmente el Paraguay exige que sus autoridades tengan suficiente patriotismo y se ocupen de procurar la recuperación económica tan necesaria.