A pesar de las incompatibilida­des manifiestas de que el pre­sidente de la República ejerza cargos públicos o privados mientras ocupe el más alto cargo de la nación, en las carpas del oficialismo colo­rado insisten en que el titular del Ejecu­tivo se postule a la presidencia de la Aso­ciación Nacional Republicana (ANR). Aunque el Presidente no ha dicho oficial­mente aún que intervendrá como candi­dato a la titularidad de la presidencia de su partido, algunas de sus últimas inter­venciones parecen demostrar que parti­ciparía en esa lucha. Como ciudadano, es libre de optar por sus opciones políticas dentro de las internas del partido que lo llevó al poder, pero con el cargo que tiene como titular del Poder Ejecutivo tiene limitaciones legales muy claras y que no convendría que olvidase. Además de la principal responsabilidad que le obliga, por encima de cualquier otro tipo de con­sideración, a cuidar los asuntos del país, que juró gobernar y conducir por buen camino. Más aún en este momento de fuerte crisis económica y social que está viviendo el Paraguay y que algunos pare­cen desconocer.

El artículo 237 de la Constitución Nacio­nal, cuando habla de las incompatibili­dades, señala que el presidente y el vice­presidente de la República “no pueden ejercer cargos públicos o privados, remu­nerados o no, mientras duren sus funcio­nes”. Agrega que tampoco pueden ejercer el comercio, la industria o actividad pro­fesional alguna. Y concluye el párrafo de manera terminante: “debiendo dedicarse en exclusividad a sus funciones”. Lo cual significa en el idioma más simple que no debe ocupar su tiempo en otra cosa que no sea gobernar el país como titular del Eje­cutivo. Y que excluye cualquier otro tipo de actividad.

Conviene analizar el título del Art. 237, que dice “de las incompatibilidades” y a continuación señala lo ya mencionado. En castellano la palabra incompatible significa que “no puede existir, ocurrir o hacerse al mismo tiempo que otra cosa y de forma armónica con ella, o combi­narse con ella sin estorbarla”. En térmi­nos prácticos, si la Constitución Nacional dice que el ser presidente de la República es incompatible con el ejercicio de otros cargos, significa que el mandatario no puede hacer al mismo tiempo otra cosa. La prohibición es tan clara y terminante que no se puede admitir otra interpreta­ción. A menos que no se quiera respetar la Carta Magna.

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En otras palabras, el presidente Mario Abdo Benítez no debe ejercer el cargo de presidente del Partido Colorado porque es incompatible con su función al frente del Poder Ejecutivo. A menos que renun­cie a la primera magistratura, que no parece ser la idea. Pero aparte de la cues­tión legal, que se puede dirimir incluso ante la Corte Suprema de Justicia, está la realidad actual del país que requiere toda la atención de las autoridades. El Presi­dente y todos los que ejercen cargos de responsabilidad en la administración del país tienen que concentrarse totalmente en cómo resolver la crisis que se vive y que amenaza con empeorar si no se toman medidas adecuadas.

El momento político, económico y social requiere de esfuerzos extraordinarios. Primero, para aceptar la realidad y luego para actuar en consecuencia. Según las previsiones del Banco Central del Para­guay (BCP), este no será un buen año eco­nómico, pues la economía de hecho no tendrá crecimiento porque el 0,2% que se pronostica no tiene ningún valor. Y será así porque varios sectores continua­rán deprimidos, como la agricultura y la ganadería. Y otros que no lo están van a crecer en porcentajes insignificantes.

El consumo se verá castigado por el aumento de los precios de los productos, que será de 8,2%, superior en casi 2 pun­tos porcentuales a la inflación del 2021, que fue de 6,8%. Todo lo cual indica que el 2022, más que otros años, requerirá de un esfuerzo especial de todos, en especial de las autoridades que tienen la respon­sabilidad de la conducción de los asuntos del país.

Esta es una de las razones por las que la máxima autoridad política debe con­centrarse exclusivamente en su tarea de encontrar soluciones a los proble­mas actuales y no perder el tiempo en las internas partidarias. Si no, podría enten­derse que gobernar el Paraguay no es su principal preocupación.

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