Para el Banco Mundial, el des­pilfarro de los fondos públicos en nuestro país es muy elevado, por lo que recomienda que se tomen medidas urgentes para disminuirlo y hacer que el Estado pueda ser más efi­ciente. Esto ha señalado en su informe titulado “Consolidar la recuperación: Aprovechando las oportunidades del cre­cimiento verde”, dentro del contexto de la situación general de América Latina y el Caribe, región que ha sufrido muy fuerte­mente los golpes ocasionados por la pan­demia. En el documento analiza los indi­cadores de las economías de los países de la zona, incluyendo los de Paraguay.

El mensaje señala que en los últimos dos años las naciones de esta parte del mundo realizaron un gran esfuerzo en térmi­nos de estímulo fiscal para disminuir el impacto de la pandemia sobre la economía. Que se hace necesario ahora disminuir el gasto público para alivianar la situación, realizando ajustes fiscales “de forma racio­nal y socialmente amigable”.Los analistas estiman que el Paraguay pierde alrede­dor del 4% de su producto interno bruto (PIB) a causa de los gastos indebidos, lo que en términos monetarios ronda los 1.600 millones de dólares, que en moneda local representa más de 11 billones de guaraníes.

Según la visión del organismo financiero internacional, el despilfarro de los fondos estatales se debe principalmente a las defi­ciencias en las contrataciones públicas, las transferencias maldiseñadas y las políti­cas de recursos humanos inadecuadas. A lo que hay que añadir una fuerte dosis de deshonestidad instalada en la adminis­tración pública, que adquiere diversas for­mas en la estructura del Estado debido a la influencia de la politiquería, según la opi­nión de los analistas locales.

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El propio Banco Interamericano de Desa­rrollo (BID) ha publicado que el 25% de los presupuestos en salud pública se pierde por “mala gestión” o por corrupción. Si este porcentaje se aplicara a los últimos presupuestos asignados durante la pan­demia se está ante cifras muy elevadas. Lo peor es que la mayor parte de estos montos deben cubrirse en gran medida con nuevos préstamos del Estado; es decir, con más déficit fiscal.

Si el Gobierno quiere corregir esta situa­ción, tiene que tomar con urgencia varias medidas de relevancia, realizando cam­bios en las estructuras del Estado y en el sistema de asignación de los recursos públicos. Los técnicos sugieren que es necesario que se ponga en vigencia una nueva ley de compras públicas, que sea rigurosa en la evaluación de los proveedo­res para evitar las empresas de maletín, tan frecuentes en las licitaciones. Tam­bién se debe castigar con dureza el tráfico de influencias y evitar los conflictos de intereses con el fin de disminuir los focos de corrupción. Los especialistas también consideran que es necesario encarar una nueva ley de la función pública para corre­gir los errores de la norma actual. Tiene que hacer que sea imposible contratar empleados públicos en todos los poderes del Estado y municipalidades sin la aplica­ción de los concursos públicos.

Otro punto fundamental en la readecua­ción del Estado es disminuir el número de empleados estatales. Sin la reducción del personal público ninguna reforma estatal será útil. La gran cantidad de trabajadores en todos los poderes del Estado hace que de cada 100 guaraníes que recauda en con­cepto de impuestos, 70 guaraníes se desti­nen al salario de los estatales. Esto obliga al Gobierno a recurrir a nuevos préstamos de dinero para poder cubrir otras eroga­ciones que no puede solventar con sus per­cepciones impositivas. Por eso cada año aumenta su deuda y pone en peligro la dis­minución del déficit fiscal, que hace varios años está por encima del 1,5% que esta­blece la ley.

Una de las principales exigencias para la actual administración del Gobierno es encarar en el tiempo más breve posi­ble la reforma del Estado. Porque si no se emprende la reestructuración estatal, en el breve tiempo el país sufrirá situacio­nes impensables. Una de ellas podría ser la cesación de pagos por falta de fondos para hacer frente a la deuda, cosa que se puede evitar con la disminución de los excesi­vos desembolsos en sueldos y otros gastos evitables. Para ello hay que eliminar los derroches en las erogaciones salariales, las compras públicas innecesarias y las trans­ferencias para ciertos subsidios que no tie­nen razón de ser.

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