A partir del próximo lunes 7 de marzo, el sistema implemen­tado de distanciamiento entre estudiantes de todos los niveles educativos como medida de prevención de contagios de covid-19 queda eliminado y las clases serán ciento por ciento presenciales, suprimiendo así las llamadas “burbujas” en la asistencia escolar.

La comunicación oficial del Ministerio de Educación y Ciencias se realizó ayer por la tarde, en conferencia de prensa y el propio titular de la cartera, Juan Manuel Brune­tti, fue el encargado de anunciar la modi­ficación parcial del Protocolo de Retorno Seguro a clases presenciales del año lectivo 2022 en el aspecto relacionado a la biosegu­ridad. A pesar de la eliminación de la distan­cia y del sistema por “cuadrillas” o las lla­madas “burbujas”, lo que no se modifica es la obligatoriedad del uso de tapabocas.

La medida, que será efectiva este lunes próximo, recibió críticas por parte de sec­tores docentes y también de familias de estudiantes de todas las edades. El pro­blema que representa la presencialidad del total de educandos en las instalaciones de muchas escuelas y colegios de todo el país es principalmente la falta de infraestructuras adecuadas para evitar contagios y mucho menos para poner al alcance de todos los alumnos los elementos necesarios para cumplir con las medidas preventivas de higiene que no pueden ser dejadas de lado en una situación como la que atravesamos en la actualidad.

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Recordemos que el próximo 10 de marzo se cumplirán dos años desde que se suspen­dieron las actividades escolares en todos los niveles, además de los encuentros masi­vos, ante el inevitable avance de la pande­mia. Dos años en los que las clases pasaron a ser virtuales, una situación que disminuyó seriamente la calidad de la educación ya bas­tante precaria en nuestro país y afectó más aún a niños y adolescentes cuyo acceso a los medios digitales era escaso o nulo.

Luego de dos años, se decide el regreso de la totalidad de los educandos a sus escue­las y colegios. Y habría que conocer al deta­lle las verdaderas condiciones en las que se encuentran los locales destinados a impartir clases. ¿Se logró la solución del estado cala­mitoso de escuelas y colegios mientras estu­vieron oportunamente cerrados y, por tanto, a disposición de las autoridades responsa­bles de realizar las reparaciones necesarias?

El todavía ministro Brunetti, quien anun­ciara que el próximo miércoles 10 de marzo se retirará de ese importante ministerio para comenzar una carrera política con miras a las elecciones del 2023, adelantó: “Esto significa que desde este lunes se aca­baron las burbujas. Los estudiantes tienen que estar todos desarrollando clases de lunes a viernes, dentro de su horario nor­mal”. La afirmación causó molestias en algunos sectores educativos que luchan a diario con las precariedades de un área que arrastra desde hace décadas múlti­ples falencias. Muchas voces afirmaron que la actitud asumida por el aún ministro fue inspirada más que en la realidad de la situación sanitaria, en la propia premura del alto funcionario para dejar la respon­sabilidad de una de las más importantes carteras del Estado para encarar otra muy diferente como una campaña político-par­tidaria.

Desde el MEC dijeron que la medida actual, de suspender la obligatoriedad de los 91 centímetros de distancia entre estu­diantes por recomendación del Ministe­rio de Salud, se derogaba debido a la situa­ción sanitaria actual, con menos cantidad de contagios diarios y la disminución de la mortalidad e internaciones por casos gra­ves de covid- 19.

Esperemos que la realidad cercana nos muestre que fue una acertada medida y que no tengamos que lamentar problemas deri­vados de la falta de capacidad de las escuelas y colegios y, sobre todo, que los estudiantes tengan a disposición elementos básicos e indispensables como baños en buen estado, acceso a agua potable, elementos de higiene y apoyo real para desarrollar las clases con normalidad.

La educación de niños y jóvenes del país ya ha recibido demasiados castigos y poster­gaciones y merece ser realmente prioridad para el Estado, más allá de las aspiraciones y/o ambiciones personales o sectoriales de quienes accedan a ocupar el cargo de mayor responsabilidad y no un mero escalón para ascender hacia otros espacios de poder.

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