Los megaoperativos de control anunciados por la Patrulla Caminera, habitualmente en los días festivos como los establecidos para esta semana en que termina el año, generan mucha desconfianza debido al desprestigio de esta institución, que fue una de las más denunciadas y cuestionadas durante este período 2021.Si bien los controles ruteros por las fiestas de fin de año se implementan en el marco de una cooperación interinstitucional entre la Caminera, el Ministerio de Salud, la Policía Nacional, el Ministerio Público, la Policía Municipal y la Dirección Nacional de Tránsito, no está demás insistir en que estos deben ser efectivos para la seguridad vial, no para otros eventos oscuros que generalmente salpican a los inspectores de la Patrulla Caminera.

Algunos inspectores impresentables de la Caminera, con sospechosos niveles de vida que discrepan enormemente con sus salarios en la institución, reubicados en puestos claves de control, además de generar desconfianza por parte de los conductores, perjudican a la Patrulla en la autoridad que pudiera ejercer para el buen desempeño de sus objetivos, y esto es letal en el tránsito, más aún durante festividades de fin de año.

Los conductores tienen la obligación de desplazarse con responsabilidad, portar todos los documentos, elementos de seguridad exigidos en el tránsito y denunciar cualquier situación irregular en el marco de los controles ruteros por parte de los uniformados.

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Por esta tranquilidad y seguridad que debe garantizarse a los conductores que respetan las normas de tránsito es que es inconcebible que inspectores conocidos como vip por sus privilegios y buen pasar, denunciados de haber participado en esquemas de coimas, salgan de vuelta como si nada del freezer y estén al frente de los controles ruteros.

Estamos en una etapa en la que si bien surgen más amenazas por las variantes del covid, la ciudadanía busca unos días de escape después de tanto encierro y sufrimiento, en el caso de las familias mutiladas por el virus; sin embargo, prima el terror del “asalto” por quienes debieran ser custodios en las rutas.

Este año llovieron denuncias contra la Patrulla Caminera, desde pedidos de coimas, turistas extranjeros fastidiados, chantajeados en su tour por Paraguay, planilleros, falta de transparencia en la ejecución de multas, por citar algunas. A esto se suma la delicada situación de los agentes operativos que deben recaudar para poder cobrar el sueldo, a diferencia de los grandes jefes que se limitan a emitir órdenes desde sus oficinas climatizadas.

La Patrulla Caminera está desatinada de su misión de resguardo y se convirtió en una institución meramente recaudadora en la que para sobrevivir deben salir a generar infracciones y cobrar multas. Es una bomba de tiempo, ni los conductores aguantan más tanto apriete ni los inspectores la vía crucis para juntar sueldo.

Tras la serie de denuncias que surgieron este año, el ministro de Obras Públicas, Arnoldo Wiens, de quien depende jerárquicamente la Caminera, había ordenado algunas reguladas en los controles aleatorios hace un mes aproximadamente. Sin embargo, esta disposición resultó de doble filo, ya que relajó a los conductores y de vuelta aparecieron denuncias de que fueron sorprendidos con paradas inesperadas, revisiones que no corresponden.

En este escenario de desorganización, falta de autoridad moral, desprestigio, desconfianza y una imperante necesidad de prevenir accidentes para no acogotar más a un sistema de salud sin mayores posibilidades de asistencia, es que rige el habitual “operativo de fin de año” que anuncia controles de alcoholemia, velocidad, adelantamiento indebido, sistemas de seguridad, luces reglamentarias en horario diurno y nocturno, vehículos mal estacionados.

Queda de nuestra parte cumplir con todas las exigencias al momento de abordar un vehículo y exigir que los controles sean objetivos en su misión para que no se traduzcan en despreciables aprietes ruteros.

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