A estar por la opinión de técnicos de la salud, nuestro país estaría en estos momentos a las puertas de una tercera ola de covid-19, aunque otros afirman que ya estamos ple­namente en ella. Las estadísticas de Salud Pública reportan un aumento promedio de fallecidos a causa de la enfermedad en los últimos días y los números de los nue­vos contagios no son para tranquilizarse.

Aunque para algunos es muy pronto para afirmar que estamos ante un fuerte ata­que, la aparición de las nuevas variantes, como la africana, que ya está en Brasil, aumentan las presunciones de que en cual­quier momento la ofensiva será más fuerte en el país. El hecho de que la vacunación no haya avanzado mejor y que exista una gran porción de la ciudadanía que no está inmu­nizada abona los temores sobre una nueva embestida de la pandemia.

Por eso hay muchas voces que expresan sus temores sobre los efectos que pudie­ran tener en el campo sanitario y sus con­secuencias en la situación económica y social, como ya ocurrió especialmente en el 2019. La preocupación es perfectamente lógica ya que solo algo más de un tercio de la población nacional ha sido vacunado con las dos dosis.

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De acuerdo con las estadísticas oficia­les, al 29 de noviembre último, el total de inmunizados de forma completa alcan­zaba a 2.612.265 personas, que constituye el 36,62% de las que habitan el país. Lo que quiere decir que de cada 100 habitantes del Paraguay 63 personas no están inmu­nizadas como corresponde, un número muy elevado. Otro de los elementos a con­siderar como peligro potencial es la aglo­meración de gente que se está dando y seguirá produciéndose en Caacupé con motivo de la fiesta mariana.

Decenas de miles de fieles que se con­gregan en los mismos sitios, muchos de los cuales no usan tapabocas y no toman sus precauciones, son un motivo de pre­ocupación. Y si se tiene en cuenta que la mayor parte de la población paraguaya no está vacunada, se puede colegir que la mayoría de los peregrinos no está inmu­nizada. Considerando ese detalle no sería raro que en ese conglomerado de perso­nas se expandan los nuevos contagios.

Debido a esos elementos, las autoridades nacionales deben tomar medidas apropia­das para hacer frente a los nuevos peligros. En Caacupé recién ha comenzado el nove­nario, y a partir de estos días se incremen­tará fuertemente el número de feligre­ses que concurra a la ciudad, por lo que se tiene tiempo para urgir y controlar la apli­cación de los cuidados sanitarios de rigor.

Una de las exigencias indispensables debe ser admitir en Caacupé solo a los que se hayan vacunado con las dos dosis con­tra el covid-19. Si no sería una peligrosa irresponsabilidad tanto de las autoridades nacionales como de las religiosas.

La caridad, el preocuparse por el her­mano, es una de las virtudes más impor­tantes de la doctrina cristiana. Y por el cuidado del prójimo, a quien por caridad cristiana hay que evitar cualquier pro­babilidad de contagiarle la enfermedad o ponerle en riesgo, la Iglesia jerárquica representada por la Diócesis de Caacupé, debe exigir que los no vacunados no vayan a la ciudad. El Estado, que tiene las fuerzas públicas para ello, con la Policía Nacio­nal debe impedir que vayan a Caacupé a los no vacunados. Así como la Asociación Paraguaya de Fútbol (APF) no permite el ingreso a los espectáculos futbolísticos a los no inmunizados.

¿Por qué la APF puede frenar a los no inmunizados para que no entren en las canchas donde hay aglomeración mien­tras que la Policía Nacional y la Iglesia no podrán hacer lo mismo en Caacupé con los no vacunados? ¿Acaso la caridad, la virtud de amar el prójimo, que es una de las prin­cipales enseñanzas de Cristo, no puede aplicarse en una fiesta religiosa?

Salud Pública tiene que hacer un acuerdo con el obispo cordillerano para evitar los posibles contagios de la enfermedad mediante la prohibición a los no vacuna­dos y el estricto control de la aplicación de las medidas de seguridad sanitaria. Por­que si no frenan a los no inmunizados y no extreman los cuidados, podrían ser res­ponsables en gran medida de lo que pueda ocurrir más adelante con las nuevas olas de la enfermedad.

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