Los pronósticos de los organismos especializados de la economía, así como los técnicos del área, señalan de manera unánime que este año la inflación será superior a la pro­nosticada y una de las más altas en varios años. Las previsiones se basan tanto en elementos internos como externos, que influyen en el incremento de precios de los más diversos artículos que integran los productos de consumo. Según los especia­listas, la suba en los valores de los alimen­tos será muy elevada, lo que perjudicará más a las clases sociales menos pudientes en que la alimentación forma parte funda­mental de su presupuesto.

Los estudios y las opiniones de los enten­didos en la materia, antes que alarmar a la gente, deben servir principalmente para que se tomen las medidas encaminadas al ajuste de las políticas de la macroeco­nomía, que actualmente se están dejando de lado. Tarea que es responsabilidad del Estado y de los organismos públicos espe­cializados que tienen el compromiso de conducir la economía.

En la reciente presentación de Basano­mics, el ex presidente del Banco Central del Paraguay (BCP) Carlos Fernández Val­dovinos indicó que la inflación podría lle­gar al término de este año arriba del 6%, porcentaje que está por encima de las pre­visiones oficiales, que hablaban de un 4%. Aseveró que lo más preocupante es que si el índice inflacionario llegara al 6,4% este año, el aumento de precios de la canasta básica de alimentos sería del 14%, una cifra muy alta, y que causaría un fuerte daño a los sectores más pobres de la población.

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Explicó que en el estudio pusieron la estimación mencionada, pero el alza podría ser superior porque hay elemen­tos externos e internos que influyen, aunque hay particularidades muy pro­pias de nuestro país.

En setiembre último la tasa del Índice de Precios al Consumidor (IPC) medido por el Banco Central del Paraguay (BCP) fue del 1%, lo que hizo que el aumento en los nueve primeros meses del año haya lle­gado al 4,6%, al tiempo que la inflación interanual ascendió al 6,4%. Teniendo en cuenta estos elementos es que las previ­siones coinciden en que la suba de precios al concluir el 2021 será superior a la esti­mación de la banca matriz y podría llegar a superar el 6%. Si se alcanza ese índice, sería la inflación más elevada desde el 2010. Algunos analistas estiman que la tasa inflacionaria del último trimestre del año sería inferior a la del tercer trimes­tre, pero a pesar de ello a fin de año podría alcanzar el porcentaje mencionado, que está por encima de las previsiones de la banca matriz.

El trabajo presentado por Basanomics muestra que el porcentaje de los produc­tos que tienen incrementos supera el 60% del total de artículos considerados para medir el costo de vida, que son 460. El especialista explicó que no se trata de un fenómeno aislado de unos cuantos bienes, sino que está bastante extendido. Tam­bién resaltó que en la consultora no ven a la inflación como una causa única, sino como una causa inicial que está refor­zada por una política monetaria laxa, una política fiscal deficitaria y la recuperación económica.

La conclusión más importante que deja el análisis del incremento inflacionario no es que la tasa superará a las estima­ciones oficiales, sino el efecto que tendrá en el aumento de precios de los produc­tos alimenticios, que indudablemente causará estragos en el presupuesto de las personas con menores ingresos. Con lo cual tendrá consecuencias nocivas para los que no están preparados, los sectores que sobreviven con trabajos precarios, con salarios inferiores a los que recibían antes de la pandemia y cuya condición económica y social ha sido muy golpeada por la emergencia.

Debido a ello es imprescindible que las autoridades tomen cartas en el asunto y se realicen los ajustes necesarios en las políticas macroeconómicas, que incluyan todos los aspectos del fenómeno, desde la cuestión monetaria hasta los recortes en los gastos estatales.

No consuela a nadie la historia de que somos el país menos perjudicado de la región, como creen algunos. Para mejo­rar efectivamente la situación es necesario adoptar las políticas económicas que ayu­den a restablecer el estado de cosas, como recomiendan los entendidos.

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