La disputa por gobernar la ciudad, a veces, es objeto de un reduccio­nismo que ignora o desdeña el ori­gen de esta actividad humana, cuyo estudio, con el tiempo, fue sistematizándose como teoría, doctrina o ciencia del Estado y, también, como filosofía política. Esa palabra que genera controversias dentro de las propias sociedades, generalmente por su mala pra­xis, es un derivado del griego “polis”, explica un reconocido intelectual, y se refiere a todo lo relacionado a la ciudad, es decir, ciudadano, civil, público, sociable y social. Queda claro que nadie puede permanecer impasible o indi­ferente a las cuestiones inherentes con este espacio donde el hombre y la mujer tendrían que realizarse plenamente.

De ahí la impres­cindibilidad de entender la política en el sen­tido de vivir colectivamente, en comunión y comunidad. Aunque miles de personas prefie­ren el individualismo como vehículo para su crecimiento personal, cultural y económico, el aislarse de la participación terminará afec­tando su propio entorno. Los problemas que afectan a nuestras ciudades no se arreglarán con la sumatoria de los esfuerzos particulares. Hay que involucrarse para formular solucio­nes compartidas en nuestro trayecto hacia un destino igualmente compartido.

Para las elecciones municipales que se rea­lizarán exactamente dentro de una semana –domingo 10 de octubre– siete son los can­didatos que pugnarán por la Intendencia de Asunción. Más allá de las posibilidades reales, presencias testimoniales o proyectos de lide­razgos a futuro, hace a la esencia de los medios de comunicación mencionarlos a todos. Óscar “Nenecho” Andrés Rodríguez Quiñónez representará a la Lista 1, Asociación Nacio­nal Republicana (Partido Colorado); Johanna Paola Ortega Ghiringhelli, Lista 4, Asunción para Todos; Eduardo Hirohito Nakayama Rojas, Lista 5, Alianza Juntos por Asunción; Lista 15, Partido Nacional Unámonos, Car­los Enrique Ferreira Pérez; Lista 40, Concer­tación Nacional Frente Guasu, Luis Alberto Martínez Narvaja; Lista 50, Partido del Movi­miento Patriótico Popular, Carlos Eduardo Ruiz Ruiz, y Diego Augusto Ramón Mendoza Coronel, Lista 999, Partido Cruzada Nacional.

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De todos los mencionados precedentemente, dos fueron los más destacados por los medios: Nenecho Rodríguez y Eduardo Nakayama. Y es lógico, por la envergadura de los partidos que les avalan. A Rodríguez, la histórica Lista 1, Partido Colorado, y a Nakayama, el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), aunque por su alianza con el Partido Democrático Progresista (PDP) declinó de su tradicional Lista 2 para optar por la 5. Y otros dos can­didatos relativamente visibilizados fueron Johanna Ortega y Luis Martínez Narvaja. La primera no solo por ser la única mujer candi­data, sino porque se negó a cualquier alianza con otros partidos, prefiriendo llegar hasta el final con sus propuestas; y el segundo, porque viene respaldado por el Frente Guasu, actual­mente con mucho poder en el Congreso de la Nación.

Naturalmente, fue una campaña electoral atípica en un contexto convulsionado por los efectos de un virus –el SARS-CoV-2– que causó estragos en varios países del mundo. Nosotros no fuimos la excepción. Sin embargo, la alta ineficiencia del Gobierno, que provocó miles de muertes que pudieron evitarse, no estuvo en el centro del debate por respeto de la mayoría de los candidatos al dolor de miles de familias paraguayas. Hasta en eso la normali­dad –la de transferir al postulante oficialista los errores del Poder Ejecutivo– no fue de la proporción que se hubiera dado en otras situa­ciones. Los ataques siempre tuvieron como elemento disparador otras razones. Y solo en estos últimos días el discurso de los dos can­didatos con chances reales de ganar subió de tono. Rodríguez pronunció uno discriminador hacia la nacionalidad paterna de su principal oponente que le obligó a disculparse pública­mente. Nakayama, de quien se esperaba –por la novedad de un académico incursionando en política– elevaría el nivel de los debates, mal asesorado probablemente, perdió el norte de la racionalidad para caer en el lenguaje hostil, vulgar y ordinario. Una cosa es la pasión y otra, muy diferente, la repetida agresividad que hartó a nuestro pueblo.

Y por el lado de los aspirantes a concejales, los opositores que buscan desesperadamente ocupar un lugar en la Junta Municipal se dedi­caron, como único recurso, a la descalificación ad hominem y a intentar convertir en tenden­cia el eslogan “ANR nunca más”, tratando de transmitir ese sentimiento cargado de odio al resto de la sociedad. Menospreciando, de paso, el enorme caudal electoral que posee ese partido. Ese es el argumento que utilizaron aquellos que no tienen argumentos para pre­sentar plataformas confiables para la ciuda­danía. Casi todos ellos se dejaron atrapar por el supuesto “poder de las redes sociales”. Será una gran experiencia verificar esa creencia el lunes 11 de octubre. Por de pronto, siete can­didatos se preparan para ocupar el cargo de intendente de Asunción. Dos son los que tie­nen más chances. La gente debe involucrarse activamente porque, al fin y al cabo, la ciudad es de todos.

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