Como ocurre todos los años en setiembre, las cámaras del Con­greso Nacional han comenzado a analizar los números del pro­yecto de Presupuesto General de la Nación (PGN) para el año entrante. En esta oca­sión, por las circunstancias derivadas de la pandemia y para no alterar la delicada situa­ción fiscal, existe la necesidad de que no se aumente mucho el déficit del Estado. El dilema que se plantea es no romper el equili­brio presupuestario a pesar de las presiones, pues no hay recursos disponibles para hacer frente a las solicitudes de más gastos.

En las primeras semanas de estudio del proyecto de ley para el 2022 por la Comi­sión Bicameral de Presupuesto, las institu­ciones que plantearon sus propuestas a los legisladores ya solicitaron incrementos por encima de lo estipulado, por un equivalente a 40 millones de dólares. Las entidades estatales vulneraron la mínima disciplina que debería haber en las entidades públicas y ya reclamaron más plata que lo calculado por el Gobierno. Y eso que todavía no pre­sentaron sus proyectos los grandes minis­terios, como los de Educación y Salud, que suelen demandar mayor cantidad de eroga­ciones que los otros.

Entre la decena de organismos estatales que se han reunido con la Comisión Bica­meral de Presupuesto hasta el lunes 20, cinco entidades solicitaron aumentar sus asignaciones para hacer gastos por valor de 280.105 millones de guaraníes (unos 40 millones de dólares). Lo que no resulta una muy buena idea, ya que implica salirse de los formatos establecidos por el Poder Eje­cutivo para hacer frente al nuevo año sin mayores saldos negativos. La indisciplina presupuestaria es tan grande que los pro­pios miembros del Ejecutivo quieren salir del corsé que el poder administrador debe imponer en materia de desembolso. Cosa que sería muy difícil de entender en una nación bien organizada.

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Las solicitudes para saltar los límites de erogaciones impuestos por el Poder Eje­cutivo son hasta el lunes 20 de las siguien­tes instituciones: Policía Nacional, que pide 99.639 millones de guaraníes más; el Indert, que solicitó un adicional de 106.000 millones; el Ministerio de Desarrollo Social, que quiere 37.466 millones más; la Diben, que desea 30.000 millones adicio­nales, y la Contraloría, que ha pedido 7.000 millones de guaraníes sobre el presupuesto ya previsto.

Los 280.105 millones de guaraníes demás que han solicitado las instituciones men­cionadas se verán incrementados por los nuevos pedidos que harán otros ministe­rios y entidades, como ocurre cada vez que se estudia el presupuesto. Lo que deberá ser administrado por los legisladores de la Comisión Bicameral de Presupuesto, que es la encargada de analizar el futuro de las finanzas públicas. Dependerá del buen sentido de los legisladores de esa comisión elaborar una ley que finalmente no eleve el déficit del Estado por encima de lo reco­mendable.

El ex ministro Santiago Peña, cuando estuvo al frente de Hacienda, tuvo que reco­mendar el veto del Ejecutivo a una ley de presupuesto muy inflada en el Congreso, pidió prudencia. Explicó que por la credi­bilidad que debe tener el Paraguay ante los ojos del mundo, no conviene romper el equilibrio presupuestario. Dijo que en la ley en estudio se puede aprobar un déficit fiscal alto, pero ese hecho tendría un efecto muy dañino en la credibilidad del país. Pues el presupuesto es una herramienta que envía señales a todo el mundo, como a los orga­nismos internacionales, las calificadoras de riesgo e inversionistas, que miran el nivel de compromiso político sobre la gestión económica.

Dio como ejemplo que si se aprueba un pre­supuesto con un déficit fiscal de 8% o 10% se estaría enviando una señal que puede posi­cionar al país en el mismo club en que están Argentina, Venezuela y otras naciones que están con un gran descalabro económico.

La delicada situación que se vive obliga a ser más prudentes que nunca y a eliminar cual­quier posibilidad de aumentos desmedidos. De esta realidad deben ser conscientes los parlamentarios y buscar el equilibrio de las finanzas públicas con el mayor profesio­nalismo posible. No caer en la tentación de hacer populismo en desmedro de la estabi­lidad del país. Solo así se podrá dar un paso firme para salir del dominio terrorífico de la pandemia y sus consecuencias en la vida de todos.

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