Los organismos de control deben llegar hasta el final en la investi­gación de las denuncias de mala administración de Miguel Prieto en la Municipalidad de Ciudad del Este, que ahora busca su reelección en alianza con el equipo del clan Zacarías, al que alguna vez denunció para asumir el cargo.

En el último año, precisamente en el período de la pandemia, han saltado innu­merables denuncias de corrupción contra la administración Prieto sobre despilfarro y mala administración del dinero público, siguiendo prácticamente el mismo esquema del gobierno anterior. Los organismos de control que han tomado intervención no generaron mayores resultados y los infor­mes en el caso de la Contraloría General de la República (CGR) fueron elaborados con muestras muy limitadas.

Por esta razón es válida la inmediata reac­ción del contralor Camilo Benítez en asig­nar los equipos de trabajo para que reveri­fiquen las auditorías de las compras covid en Ciudad del Este, en las que se omitieron varios elementos de estudio. Más respon­sable aún es la decisión del contralor en ampliar las fiscalizaciones para que no haya margen de sospechas en los resultados.

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Es importante en este contexto darle las garantías a las instituciones de control para que trabajen libremente, sin intromisiones ni presiones políticas, como ya comenzaron a aparecer mediante suspicaces comunica­dos de “apoyo” apenas se tomó la decisión de revisar los trabajos de investigación en la municipalidad.

El que nada debe, nada teme y estamos en la era de la transparencia, entonces es juicioso profundizar las tareas de control.

Existen sobrados elementos que apuntan a un esquema de negociados detrás de lici­taciones, con facturas de proveedores que nada guardan relación con el rubro de com­pras covid de alimentos. Los audios que han salido a la luz de rastreras repartijas de coima en licitaciones de obras que involu­cran a concejales y al propio Prieto son indi­cios de más manejos oscuros por investigar.

La punta del ovillo es el emblemático caso de la Tía Chela, la pequeña despensa a la que Prieto adjudicó la compra de alimen­tos por G. 2.949 millones. Esta licitación, blanqueada con invitaciones a negocios de papá e hijo, muestra el modus operandi cal­cado a lo ocurrido con el clan Ferreira en el Ministerio de Salud, cuya investigación arrojó varias irregularidades y los respon­sables hoy están afrontando sus actos ante el Ministerio Público y el Poder Judicial.

En Ciudad del Este la investigación no avanzó en lo penal, pese al copiado esquema de irregularidades y siendo el caso de Tía Chela, uno de los varios denunciados. Recordemos la compra de 50 mil kilogra­mos de harina y demás insumos alimen­ticios a un constructor de pozo artesiano, quien dijo no tener idea del contrato con la municipalidad del Este. Este es el escena­rio real en esta zona del país, al parecer no se compraron víveres, se negociaron factu­ras para zafar de Tributación y otros entes de control.

La Fiscalía sigue detrás, un lento proceder que deja muchos cuestionamientos tam­bién. Pero pese al descontento por la falta de resultados, hay que darle la libertad al Ministerio Público para que trabaje rigu­rosamente, si investiga habrá conclusiones irrefutables, tarde o temprano.

La prensa y la ciudadanía deben seguir este proceso, realizar tareas de supervisión y seguir denunciando lo que está mal. Ya las instituciones de control darán sus veredic­tos, conforme a las documentaciones que recaben.

Este es un momento crucial para Ciudad del Este y los demás municipios del país. Los tiempos electorales generalmente sir­ven para revelar con más fuerza los peca­dos de los protagonistas políticos, es una regla de juego tradicional, no es un invento de la prensa y sirve a la opinión pública para informarse de la situación de los can­didatos.

Los candidatos que arrastren denuncias de corrupción siempre son escrachados, tratar de censurar eso, es casi imposible. Lo que deben hacer es aclarar, someterse al control de los organismos pertinentes y desmentir si no corresponden los cuestionamientos, gesto que Prieto como varios otros postu­lantes no quieren entender y recurren al gastado discurso de la persecución política.

Es inminente la necesidad de que las insti­tuciones de control trabajen con autonomía para dilucidar las sospechas, dejar de lado los discursos políticos con sugestivos men­sajes de presión a los organismos de fisca­lización para así realizar objetivos proce­dimientos y castigar a los responsables del mal uso del dinero público.

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