El flagelo del contrabando fue de vuelta el reclamo de los industriales en un nuevo aniversario de la industria paraguaya celebrado el 8 de setiembre último. El pronunciamiento fue apenas dos meses después de que el ministro ejecutivo de la Unidad Interinstitucional para la Prevención, Combate y Represión al Contrabando (UIC), Emilio Fúster, asegurara en entrevista que el ingreso ilegal está disminuyendo en nuestro país.
En su mensaje, el presidente de la Unión Industrial Paraguaya (UIP), Enrique Duarte, en el Día de la Industria Nacional abogó por una lucha real contra el contrabando. Clarísimo, sostuvo que el flagelo conspira contra el proceso de recuperación económica.
Es justo el reclamo de los industriales como grandes generadores del empleo formal en el Paraguay y hecha por tierra el discurso aéreo del ministro anticontrabando de que el contrabando se redujo.
Fúster, así como las autoridades del Gobierno involucradas en la lucha contra el ingreso ilícito, deben dar resultados positivos concretos, más aún cuando la impermeabilidad de nuestras fronteras durante la cuarentena por la pandemia del covid-19 resultó más eficiente para evitar la entrada de productos ilegales. Esto deja entrever que se puede blindar las fronteras con estrategias de control operativo.
Con el reciente pronunciamiento de los industriales se dejó constancia de que las medidas adoptadas contra el covid-19 resultaron auspiciosas para la industria, pero el flagelo rebrota con el regreso progresivo a la normalidad.
Durante la cuarentena cuando no permearon nuestras fronteras, gran parte de la industria local experimentó la alta demanda del mercado interno y pudo notar el potencial consumo, señaló en su discurso el presidente de la UIP. Sus expresiones hacen notar el daño tremendo de la informalidad con la entrada de productos de dudosa calidad.
Las circunstancias desfavorables de la pandemia limitaron el crecimiento del sector el año pasado al 1,7%. Sin embargo, la expectativa para el cierre de este año 2021 apuntan al 6,6%. En este contexto de optimismo industrial se torna aún más indispensable el soporte estatal para que el mercado se desarrolle en la formalidad.
Las industrias aceiteras manifestaron también lo auspicioso de blindar las fronteras ya que con ello se bloqueó el ingreso ilegal de productos del rubro, con esto aumentaron las ventas de producción local, hasta se pudo controlar los precios.
Hubo sectores favorecidos y otros que no, como los de textiles, turismo, etc., con el cierre de las fronteras. Por eso es importante subrayar que no se trata de cerrar los límites, sino de ejercer los controles pertinentes para combatir el flagelo. Tenemos los recursos técnicos y humanos para ello.
No olvidemos que desde la unidad anticontrabando del Ejecutivo se anunciaron monitoreos las 24 horas. Incluso hace exactamente un año habían anunciado la instalación de 74 cámaras en puntos claves de la frontera. Este despliegue, como los datos de inteligencia que se supone han de manejar no pueden ser goleados con la incipiente reapertura de fronteras.
Evidentemente, las incautaciones realizadas y publicitadas con bombos y platillos esporádicamente son estrategias débiles ante la amenaza.
Que se hagan palpables los resultados de los severos controles “por cielo, agua y tierra” de los que rutinariamente habla el ministro Fúster. Que el regreso a la normalidad no evidencie que solo por las duras medidas sanitarias no estábamos copados de productos de contrabando en las calles.
Los organismos de control deben ejercer sus funciones y demostrar la inteligencia operativa para que el flagelo del contrabando no boicotee el gran esfuerzo del sector industrial y productivo de nuestro país para el repunte de nuestra economía.