El Poder Ejecutivo entregó el miércoles al Congreso el pro­yecto de Presupuesto Gene­ral de la Nación (PGN) para el 2022, que no contempla ninguna nove­dad resaltante y que tiene los vicios de siempre, mucha plata para gastos corrientes que no tienen mayor utilidad y un porcentaje muy limitado para las inversiones. No contempla básicamente ninguna medida que implica avanzar en la reestructuración y achicamiento del Estado.

La propuesta de ley prevé para los gastos del año entrante 92,1 billones de guara­níes, que es levemente inferior al pre­supuesto de este año, de 92,2 billones, para guardar las formas y para que no se diga que está pidiendo más plata que el año anterior. Pero acto seguido solici­tará una ampliación de 4,2 billones para que el monto final llegue a 96,3 billones de guaraníes, con un déficit fiscal del 3%. En otras palabras, el monto previsto en el proyecto de ley es engañoso, pues la reali­dad es que el Ejecutivo pedirá elevarlo un 4,5% más.

El argumento que esgrimen las autori­dades del fisco es que ese dinero demás que se solicitará es para los requerimien­tos sanitarios derivados de la emergen­cia ocasionada por la pandemia. Y que se destinará a la salud pública, con lo cual será muy difícil negar la solicitud, a menos que se quiera pasar por inhu­manos o de sordos a los requerimientos humanitarios del país.

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Un dato a tener en cuenta es que prevé un alza del 8,2% en los ingresos tributa­rios gracias a la mejor recaudación que se vislumbra. Por el pago de impuestos, se estima recaudar 27,4 billones de gua­raníes. Pero al mismo tiempo intentará cubrir sus gastos exagerados prestando más plata, con la colocación de bonos y haciendo préstamos por valor de 11,6 billones de guaraníes (unos 1.661 millo­nes de dólares), cifra que representa el 12,6% del total de desembolsos previstos. El proyecto presupuestario incluye 9,2 billones de guaraníes (US$ 1.310 millo­nes) para pagar la deuda, que constituye un aumento de US$ 186 millones con relación a lo establecido para este año, y que representa un alza del 16,5%.

Como no tiene recursos propios, el Gobierno prestará US$ 600 millones para poder financiar las obras públicas. De esta suma, US$ 250 millones vendrán de préstamos de entes multilaterales, como el Banco Mundial, el Banco Intera­mericano de Desarrollo y otros. Mientras que los US$ 350 millones restantes se buscará conseguir a través de la emisión y colocación de bonos, sea los soberanos (de nivel internacional) o bonos locales.

A pesar de que se dijo que no se con­tratará nuevos empleados estatales, se incorporarán más personas en las fuer­zas públicas y en los servicios de salud. Habrá aumento salarial para los docen­tes, en 8%, y para militares y policías, este último de acuerdo al índice de infla­ción. Teniendo en cuenta la totalidad de los gastos, se erogará un 5,6% más de recursos para cubrir los salarios del sec­tor público. En el anexo de personal, se prevé no llenar 364 cargos vacantes.

El documento estima un alza del 3,8% del producto interno bruto (PIB), que lle­garía así al equivalente de US$ 40.650 millones, con una tasa de inflación del 4%. Como puede apreciarse, en líneas generales, el proyecto de ingresos y gas­tos para el año venidero es más de lo mismo. Con el nuevo presupuesto se financiará un aparato fiscal gigantesco y deficitario, con mucha carga para los con­tribuyentes. Tal como ocurrió este año y el anterior, se usará mucho más dinero de lo que se podrá conseguir con las recau­daciones. Se financiarán los salarios públicos gastando alrededor del 70% de lo que se percibe a través de los tributos.

En vez de achicar el déficit de acuerdo con las normas de estabilidad fiscal, se prevé el doble de lo fijado en la ley res­pectiva. Queda en manos de los legis­ladores realizar las transformaciones necesarias en el proyecto que se comen­zará a estudiar en breve. Hay que apelar al patriotismo de los congresistas para que realicen los cortes recomendados. El Paraguay necesita con urgencia la cirugía de sus erogaciones innecesarias para vol­ver al equilibrio y asegurar una ley venta­josa para el país.

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