El Gobierno debe presentar al Congreso el proyecto de Pre­supuesto General de la Nación (PGN) para el ejercicio entrante a más tardar el 1 de setiembre. La ley de presupuesto es la norma más importante del país en cada año, porque ahí se resume la vida económica, con los ingresos y gas­tos, y define el rumbo general que toma­rán los negocios nacionales que se prevén para el ejercicio venidero. Por eso su estu­dio concita la atención de todos los secto­res, que discuten sus errores o alaban sus aciertos, porque de acuerdo a la dirección que se le imprima será más o menos útil para la sociedad paraguaya.

No es lo mismo un presupuesto lleno de agujeros deficitarios que no tiene cómo financiarse y se tiene que prestar dinero para ello, que otro en que se gasta menos de lo que se recauda y se destinan los fon­dos preferentemente para gastos de inver­sión. Porque en este segundo caso se ase­gurará más rápidamente el bienestar de todos sin poner en aprieto las finanzas de la ciudadanía, y sin endeudar irresponsa­blemente al país por encima de sus posibi­lidades de pago.

Todavía no se conocen los detalles del pro­yecto de ley de presupuesto para el 2022, pero se ha anunciado que tendrá la misma tendencia que el de este año. Que no aumentarán los gastos ni habrá incremen­tos salariales para los empleados públicos, entre otros puntos. Habrá que ver, pues la tónica que debe tener la mencionada ley no es solo que no prevea más aumentos sino fundamentalmente que incluya fuertes recortes en los gastos superfluos. Cuando no alcanzan los ingresos no basta con no gastar más. Se tiene que gastar menos.

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De acuerdo con los anuncios preliminares del Ministerio de Hacienda, el presupuesto tendrá como marco la situación de la salud pública teniendo en cuenta el momento sanitario que está viviendo el país. Por ello se priorizarán las erogaciones de mayor urgencia, se eliminarán los gastos extras como los pagos salariales adicionales, y se continuará con el tope de desembol­sos no prioritarios que se había estable­cido. En ese marco solo se les dará curso a los requerimientos presupuestarios de los ministerios de Salud, Educación y de las fuerzas públicas compuestas por militares y policías. Estos sectores se llevan cerca del 70% de los ingresos impositivos.

El presupuesto público actualmente vigente asciende a 92,2 billones de gua­raníes. Se lo había elaborado para propi­ciar la recuperación de la economía y para contar con fondos para la ayuda social a los sectores más golpeados por los efectos económicos provocados por la pandemia.

Para el año entrante debe achicarse el presupuesto disminuyendo los gastos superfluos. Y antes que cualquier tipo de aumento, hay que comenzar a recortar las erogaciones innecesarias para incrementar los fondos destinados a las inversiones. Ya es suficiente todo el desorden producido hasta ahora por el enorme gigantismo estatal.

Ha llegado la hora de la reestructuración del aparato del Estado para reducirlo a dimensiones racionales y no traumáti­cas. Para que ya no se desvíen los recursos hacia sectores que no producen beneficios al país dejando de lado, y sin fondos, a las áreas de relevancia. Cuando se elabora el presupuesto estatal es el mejor momento para comenzar las reformas tan necesa­rias para el Estado, pues es la ocasión de recortar los gastos innecesarios y de prio­rizar a los sectores más importantes.

Existen movimientos de funcionarios estatales que están pidiendo alza sala­rial para el año entrante, lo que debe ser rechazado debido a que será un golpe muy duro para las finanzas públicas. Durante el año y medio de la pandemia, la mayoría de los empleados públicos siguió ganando su salario desde sus casas y sin trasladarse a las oficinas, ahorrando en gastos de tras­lados y otros. Y no corresponde premiar­los por no haber concurrido a sus lugares de tarea.

Aumentar los sueldos y otras erogaciones corrientes será muy perjudicial, pues sig­nificará agrandar el déficit público y cas­tigar a la ciudadanía que paga sus impues­tos. El Gobierno debe eliminar la evasión impositiva para aumentar sus ingresos, y empezar los recortes de los derroches para sanear sus finanzas. Y no continuar haciendo préstamos para pagar su deuda y parte de sus gastos.

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