Además de vulnerar el man­dato de la Constitución Nacional de velar por la seguridad de las personas y preservar el orden público, la pasividad de la Policía Nacional ya es altamente nociva para la economía del país, prin­cipalmente para la clase trabajadora.

El método negacionista del ministro del Interior, Arnaldo Giuzzio, y sus voceros, que en varios medios salie­ron a decir que no hay cierre de rutas, es una grosera burla para la ciudadanía perjudicada en sus actividades. Esta situación ya es intolerable, el Gobierno debe exigir a las fuerzas del orden que cumplan con su rol y dejar de blindar a los protagonistas del desastre.

¿Cuánto más harán perder al sec­tor productivo? Los supermercados y comercios en general están con la incertidumbre del desabastecimiento, lo que en economía arriesga la inflación que luego debe asumir el consumidor final.

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Por años no resolvieron el problema de la informalidad en el rubro del trans­porte por camión que es altísima según la Subsecretaría de Tributación. Tam­poco hubo visión de mejorar la compe­titividad del servicio con vehículos más modernos rigurosamente habilita­dos por los órganos de control, y estas falencias están siendo muy bien utili­zadas ahora por políticos de la oposi­ción que, valiéndose del amorío con un gobierno flojo, instigan al desastre sin medir las consecuencias para la ciuda­danía.

Hubo cierre de rutas en diferentes puntos del país. Hubo hasta retención irregular de personas no adheridas a la manifestación, pero desde la Policía señalan que no tienen reportes.

Incluso, después de que el ministro del Interior, Arnaldo Giuzzio, continuaba negando a los medios de comunica­ción la existencia de cierre de rutas en el país y pedía que se le comunique a su teléfono personal cualquier infor­mación contraria, en las redes esta­llaba que en Concepción no llegaban las vacunas tal como estaba previsto. Se generaron atrasos y desde el mismo Ministerio de Salud se confirmó que el paro de los camioneros afectó la distri­bución de vacunas.

La Policía Nacional tiene una misión y debe cumplirla.

El ministro Giuzzio, como ex agente del Ministerio Público, no puede des­conocer las garantías constituciona­les de las personas, en este caso de la seguridad y la paz. Como cabeza de la Policía Nacional es su deber mantener el orden.

Si no tiene la suficiente capacidad y autonomía de hacer cumplir la ley, el ministro Giuzzio nada tiene para hacer al frente de una institución tan sensi­ble como es el Ministerio del Interior del que depende la Policía Nacional.

Varios gremios y autoridades ya están pidiendo que deje el cargo, precisa­mente por su nula intervención en el caos generado por los camioneros. Su inacción hasta se presta a especula­ciones como elemento articulador de los intereses del partido del cual forma parte antes que de los intereses de la ciudadanía.

Recordemos que referentes de su par­tido son amigos del Gobierno en este momento y también están en una alianza con cabecillas de otros políti­cos de la oposición muy comprome­tidos en el fomento de este desborde generado con los camioneros.

Entonces, el ministro Giuzzio, y quien sea que ocupe ese puesto, debe hacer honor al cargo. Si no tiene la capacidad o si va a anteponer los intereses políti­cos de su partido y sus aliados, prote­giendo a los apadrinados que infringen la ley, debe irse.

Los contribuyentes no podemos seguir pagando el sueldo a los ineptos de la función pública ni asumir los costos de las alianzas partidarias coyunturales, sean del color que fueran.

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