A un día de terminar el mes, se puede afirmar que junio se ha caracterizado por ser el de mayor número de muertes y que, como ningún otro, ha puesto en zozobra los centros sanitarios del país por la gran cantidad de internados. Ha sido el más fatídico por la gran cantidad de fallecimientos que se contabilizaron en los 27 días computados hasta el domingo último, con 19% más de muertos que en los 31 días de mayo. Y el que mayor número de internados en hospitales y servicios intensivos ha registrado, debido a la gran furia pandémica.
Del 1 al 27 de junio fallecieron 3.331 personas, lo que hace un promedio de 123 decesos por día, la cifra más alta que se ha alcanzado hasta ahora desde marzo del 2020. Aunque el cómputo no alcanza a los 30 días del mes, con la cifra mencionada se ha superado a todos los decesos sumados en marzo y abril juntos. Y excede en más de 530 la cifra de los óbitos apuntados en mayo, lo que da una idea del extraordinario aumento registrado.
Este mes fue también el que tuvo mayor cantidad de internados por el coronavirus en los centros médicos del país, pues llegó al récord de 4.133, lo que se produjo el miércoles 9 de junio. Esa fecha también se registró el mayor número de hospitalizados en las unidades de terapia intensiva (UTI), pues llegó a 627.
A partir del 15 de junio descendió la cantidad total de internados por debajo de los 4.000 y desde ese día también bajó el número de los hospitalizados en cuidados intensivos en números inferiores a los 600. Desde esa fecha las internaciones totales en los hospitales y en terapia intensiva permanecieron en niveles inferiores a las cifras mencionadas. Hasta llegar a los 3.445 hospitalizados con 540 internados en terapia intensiva el domingo 27 de junio, que hasta esa fecha son los niveles más bajos en todo lo que va del mes actual.
La disminución de la cuantía de las internaciones registradas desde el inicio de la segunda quincena es una señal importante en la lucha contra la enfermedad. Hecho que se ha visto acompañado con la menor cantidad de enfermos contagiados que se dio a partir del 20, día en que se contabilizaron 1.145 nuevos casos, número muy inferior a las cifras de la primera quincena, cuando la cantidad superaba los 3.000 y que llegó a su récord más alto el 4 de junio con 3.481 nuevos enfermos, cifra no superada hasta el 27 de junio.
A pesar de que el sábado 26 y el domingo 27 se tuvieron los números más altos de fallecidos, con 150 y 152 decesos, respectivamente, voceros de Salud Pública no ocultaron la importancia de la disminución de nuevos casos apuntados últimamente. Dijeron que el leve descenso de los casos positivos de la enfermedad se produjo por tres semanas seguidas, aunque el número de decesos sigue más alto que nunca.
Las cifras son absolutamente indiscutibles por su peso y constituyen el reflejo de lo que no se ha hecho bien hasta ahora, en el cuidado de la gente y en la protección de grandes cantidades de personas mediante la oportuna inmunización. Lo que pasó ya no se puede solucionar, los fallecidos ya cruzaron el umbral de la vida. Solo resta cuidar a los enfermos y hacer que cada día haya menos infectados mediante una oportuna vacunación.
La gran cantidad de fallecidos a causa de la pandemia, que hasta el domingo último ascendió a 12.517 individuos, hace que estemos viviendo en medio de un infortunio nunca visto por las últimas generaciones. Pero también estamos en un momento de la historia en que la ciencia y la tecnología dan instrumentos eficaces para enfrentar semejante desafío. La respuesta radica en la voluntad política y en la capacidad de la dirigencia del país para hacerle frente con más o menos éxito.
La prioridad del momento es cuidar la vida y lograr que se inmunice la mayor cantidad de personas, para que no sigamos con la angustia de los enfermos que se debaten contra la muerte. Y pueda disminuir así el número de gente que emprende el camino sin retorno.